La os intentos de Boris Johnson por distraer los focos de la opinión pública hacia su persona han fracasado. Ni el viaje a Kiev para apoyar a Ucrania en el conflicto con Rusia, ni el anuncio de un plan de reactivación para el norte de Inglaterra, han logrado calmar la presión interna y externa que tiene en estos momentos el primer ministro del Reino Unido debido a las investigaciones que está realizando Scotland Yard por las innumerables fiestas y reuniones sociales a la que asistió y participó en plenas restricciones sanitarias.
Según un sondeo de YouGov, 63% de los ciudadanos cree que debe renunciar y, según publicó The Guardian, su popularidad está muy por debajo de su antecesora, Theresa May.
Ahora se dieron a conocer más fiestas y encuentros llevados a cabo en la residencia del Primer Ministro. Una de ellas habría ocurrido el 13 de noviembre de 2020, para celebrar la salida de uno de sus asesores, Dominic Cummings, convertido hoy en uno de sus principales enemigos políticos.
El propio Cummings aseguró ayer que hay "fotos del primer ministro en fiestas que están bajo investigación", y sostuvo que había hablado con personas que decían haber visto fotografías de eventos celebrados en el piso del "premier".
El exasesor acusó también a Johnson de "vivir en una nebulosa de invención" y de "mentir literalmente a todo el mundo todo el día, incluyendo a Carrie (su esposa) y sobre Carrie".
Estos antecedentes impulsaron a tres parlamentarios del Partido Conservador, al cual pertenece Johnson, a pedir la renuncia del primer ministro. Tobías Ellwood, presidente de la Comisión parlamentaria de Defensa, señaló que había perdido la confianza en el Gobierno. "Es horrible para los diputados tener que defender continuamente esto ante los ciudadanos", dijo en alusión a las fiestas en que participó Johnson.
Más tarde, otros dos parlamentarios "tories" se sumaron a las críticas y a la solicitud de renuncia. Se trata de Anthony Mangnall y Gary Streeter. Este último anunció que ya había mandado una carta al "Comité 1922" que agrupa a los parlamentarios conservadores, pidiendo su renuncia: "No puedo reconciliar el dolor y el sacrificio de la inmensa mayoría de los británicos durante el confinamiento con la actitud y las actividades de quienes trabajan en Downing Street".
Se necesitan 54 cartas, cerca del 15% de los escaños conservadores, para presentar una moción de confianza. Según algunos medios británicos, ya habría 30 cartas confirmadas.
Scotland Yard confirmó en paralelo que investiga al menos 12 reuniones realizadas en Downing Street 10, oficina y residencia oficial del primer ministro del Reino Unido. En muchas de ellas, habría participado Boris Johnson.
Durante su comparecencia ante los diputados, el jefe del Ejecutivo respondió con evasivas a todas las cuestiones sobre su futuro y otras sobre asuntos nacionales, como la próxima subida del impuesto a la seguridad social o el abuso fraudulento de las ayudas económicas concedidas en la crisis sanitaria. También se negó a precisar si estuvo en la fiesta el 13 de noviembre.
El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, lo acusó de "fanfarronear" en lugar de responder a sus preguntas y le avisó de que "eso no va a funcionar con la policía". Por eso le aconsejó al líder conservador "mejorar cómo responde en las entrevistas", pues, dijo, "lo va a necesitar en las próximas semanas" cuando se espera que sea interrogado por Scotland Yard.