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El peligro del narcotráfico

Pesa al aumento de los decomisos de drogas , aún estamos a tiempo de impedir la llegada del crimen organizado a nuestro país. El Ministerio Público y las policías han detectado que las redes de carteles mexicanos y colombianos se han extendido a nuestro país. Han intentadlo instalarse para elaborar droga e instalar un centro de embarque.
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El crimen organizado en torno al tráfico de drogas es uno de los que más daño ha causado en países latinoamericanos. Las enormes ganancias que logran con la venta entre los países consumidores -principalmente Estados Unidos y Europa- desata ambiciones incontroladas en quienes lideran los carteles.

Siempre se ha dicho que Chile es una zona de paso en el destino final de los cargamentos ilícitos. Tampoco existen grandes zonas productoras o laboratorios para el proceso de las materias primas en la elaboración y eso nos aleja de la formación de organizaciones delictuales.

Lamentablemente no siempre estuvimos del todo libres. La dinámica del delito no es difícil de entender. Si su negocio ilícito empieza a ser perseguido en algunas de sus etapas buscan otros puntos para continuar con la maquinaria productora y despachadora.

El Ministerio Público y las policías han detectado que las redes de carteles mexicanos y colombianos se han extendido a nuestro país. Han intentado instalarse para elaborar droga -cocinarla- e instalar un centro de embarque para operarlo con mayor facilidad.

Los hechos y la experiencia nos indican que es preciso tomar medidas para impedir que estas organizaciones criminales se instalen en el país, de no hacerlo las consecuencias pueden adquirir un carácter insospechado.

Los ejemplos más crudos son México y Colombia, pero otros países centroamericanos también han quedado atrapados por los tentáculos de este negocio ilegal, socavando sus instituciones con prácticas de corrupción, amenazas y asesinatos.

Por ello hoy, cuando vemos que aumentan los decomisos de drogas entendemos una mayor presencia de narcotraficantes dispuestos a hacer lo que sea necesario para conseguir sus objetivos y eso abre espacios para nuevas formas de delitos. Estamos a tiempo de impedir el ingreso del crimen organizado y mantenerlo a raya. Si no se hace, si no se desarrollan estrategias podemos muy pronto encontrarnos con un mundo en el no queremos vivir.

El crimen organizado es algo más que narcotráfico. Y debe entenderse como una empresa comercial mayor, normalmente transnacionalizada, organizada en torno a la provisión de bienes o servicios ilícitos en escala media o grande, y que conlleva crímenes de diversa factura y violencia, pero cuya finalidad global es la obtención de beneficios económicos para sus dueños.

¿Somos o no somos cristianos?

"Los católicos que celebramos la Ascensión del Señor, no podemos ser de los que nos quedamos absortos mirando el cielo o el pasado". Óscar Blanco, Obispo de Calama
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Hace un par de jornadas, hemos ensalzado como país el día del patrimonio cultural de Chile. Y, hoy celebramos como pueblo católico, la fiesta de la Ascensión del Señor al cielo, es decir, su retorno a la Casa del Padre. Ante estos acontecimientos, no puedo dejar de pensar en uno de los pensamientos claves del Cardenal Raúl Silva Henríquez, que me parece que adquieren nueva actualidad en el Chile de hoy.

En el dramático año de 1973, el prelado nos llama a restañar las heridas, como único camino para encontrar la paz. En ese momento, el pastor, con el empuje del texto evangélico del buen samaritano (cf. Lc. 10, 25-37), nos recuerda la permanente necesidad de poner nuestra rodilla al suelo, cercanos a los heridos del camino, para ungirlos con el aceite del amor sin límites y el vino de la esperanza ante la tragedia humana.

Y, ¿cómo se relaciona con la fiesta de la Ascensión del Señor? precisamente en la pregunta que los ángeles dirigen a los apóstoles, en el libro de los Hechos: «Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al cielo?» (He 1,11). Es que ciertamente la fiesta de la Ascensión es toda una tarea para el nuevo pueblo de Dios: permitir que como «cuerpo de Cristo» podamos cruzar el umbral de este mundo y entremos a gozar de las moradas eternas. Pero para esto, la obra que tenemos entre manos, es que nos volquemos a conducirnos y acompañar a los hermanos, para que los criterios del reinado de Dios se hagan cada vez más plenos en medio nuestro. El Reino crece, más allá de nuestro esfuerzo, pero no sin nuestro empeño. Nos debe urgir cumplir la misión que el Padre nos ha reservado dentro del gran Plan de Dios, que es que todas las personas se salven. Una actitud que sigue teniendo la frescura y el desafío de la actualidad, pues por la fuerza del Espíritu Santo, la misión tiene una lozanía que sigue animando el camino de nuestra fe.

¿Qué nos significa hoy ser cristiano?... El Chile que celebra su patrimonio cultural, no puede ser el Chile de los museos añejos, que guardan los recuerdos de una vida que ya fue. Los católicos que celebramos la Ascensión del Señor, no podemos ser de los que nos quedamos absortos mirando el cielo o el pasado.

Nos la jugamos en este Chile que estamos construyendo con la ayuda de la Gracia divina. Ser cristiano hoy, significa impregnar el mundo que construimos entre todos, con las categorías del evangelio de Aquel, que dio su vida por amor, que se comprometió a fondo con la persona humana doliente, hasta darlo todo. Sin quejas, sin apuntar con el dedo, sin buscar culpables… Ser cristiano es un desafío de acción sin discursos, en un desborde de amor, que no requiere de «teorías de la fe»; siguiendo al apóstol Santiago, mostremos nuestra fe por obras de amor comprometido, ellas hablarán por nosotros.


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