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Ayudar al rescate patrimonial

La probable postergación del proyecto de restauración de la Estación Valdivia es un nuevo llamado de atención a la necesidad de modernizar las políticas públicas que estimulan el rescate patrimonial. Desalentar iniciativas como el de Ferrocarril o entorpecer obras como el proyecto Pedro de la Barra por errores propios no solo habla del desajuste de la institucionalidad vigente, sino que emiten equivocadas señales.
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El anuncio de la probable postergación por cinco a diez años del proyecto de remodelación de la Estación Valdivia por parte de Ferrocarril Antofagasta-Bolivia refleja la difícil, y a ratos kafkiana, situación de quienes se enfrentan al rescate arquitectónico y cultural de la ciudad.

Por años la urgencia de problemáticas sociales y económicas ha postergado la necesaria discusión respecto a una política pública que no solo apunte al fomento de la puesta en valor de nuestro patrimonio, sino que además la dote de facultades y atribuciones que permitan considerar la realidad de cada territorio. Y es que una institucionalidad débil y centralizada no solo acrecienta el problema a la hora de abordar proyectos de rescate patrimonial, sino que además, desalienta cualquier intención por parte de organizaciones privadas de aportar e invertir en el mantenimiento de infraestructura patrimonial. Sea ella, una obra de gran interés público o bien mínimas restauraciones de inmuebles privados, la desidia y burocracia estatal, en este caso del Consejo de Monumentos Nacionales, resulta alarmante en una zona, donde la infraestructura histórica o patrimonial parece navegar en mar de indecisiones y sin rumbos.

Desalentar iniciativas como el de Ferrocarril o entorpecer obras como el proyecto Pedro de la Barra, por errores propios, no solo habla del desajuste de la institucionalidad vigente, sino que emiten equivocadas señales para organizaciones que buscan aportar y recuperar valor a una región que, a ratos, parece no importarle tener memoria. Los ejemplos sobran; la situación de la salitrera Pedro de Valdivia, el casco histórico de Chuquicamata, las condiciones del Teatro en Chacabuco, son ejemplos claros de una institucionalidad que se conforma solo con constatar y catastrar y no abre caminos a soluciones en conjunto que respondan al llamado urgente de la región.

Difícil tarea tienen quienes aún, pese a esos inconvenientes, se agrupan y empujan por el rescate y valorización de nuestra memoria patrimonial. Es de esperar que no decaigan y por el bien de nuestra región, encuentren soluciones y apoyos allí donde, hasta el momento, solo han visto dificultades.

El sentido de la palabra hombre

"Esta es la eterna búsqueda de la sociedad, con su lámpara".
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Una de las cosas que me ha impresionado para escribir algo sobre este tema, es que una de las cualidades que debemos lograr es ser hombre. En verdad que es más fácil ser profesional, literato o artista que hombre; porque estas profesiones son parciales, en tanto que ser hombre es un título universal, es a la vez la más básica de las profesiones. ¿Qué significa ser hombre y dónde encontrarlo?

Hombre es el artífice de su propio destino o, lo que es lo mismo, la causa y el efecto de la propia naturaleza.Para todos es conocida la historia a que nos vamos a referir:

Hubo en la antigua Grecia un gran filósofo llamado Diógenes, contemporáneo de Alejandro Magno. Fue Diógenes entusiasta por las cosas reales y enemigo de las comedias humanas. Jamás pudo acomodar su vida a las preocupaciones sociales de ese entonces; fue enemigo declarado de las mentiras, de la hipocresía, del fariseísmo y de la farsa.

Siempre llamó a las cosas por su nombre, la teoría y la práctica fueron en Diógenes una misma cosa; su pensamiento y su vida fueron sinónimos a la desnudez del alma. Para él todo el mundo era tiniebla y los pensamientos de la humana sabiduría eran palos de ciego; y como vivimos en tinieblas, acostumbraba Diógenes a salir por las calles con una linterna en la mano, aunque fuera pleno día, para buscar, ¿a quién?, para buscar un hombre.

Su gran amigo Macedonio Crátero, hombre muy rico, famoso por sus festines lo invitó a que lo acompañase a una de sus fiestas, Diógenes le respondió: Prefiero comer sal en Atenas, antes de pisar los umbrales de un rico. Crátero insistió y nada pudo conseguir, ni tenerlo en su mesa, ni que apagara su linterna.

¿A dónde vas con esa linterna estando en pleno día? Y el filósofo respondió: A buscar un hombre. ¿Acaso Alejandro y tú y yo no somos hombres? No, replicó Diógenes, todos los que nos rodean, tú y yo, sólo tenemos figura humana, pero no somos hombres, somos esclavos. Alejandro es un esclavo de todos los pueblos, de sus pasiones y de sus caprichos, y tú eres esclavo de tus tesoros, y yo soy un montón de basura; sobre otro montón de basura; mientras que los hombres andan de pie, son libres de prejuicios, de ambiciones, de pasiones; abren las puertas de su alma en par y sienten sed de las cosas reales; el verdadero hombre no vive para ser feliz, sino para cumplir con una ley

No apagues tu linterna, Diógenes; sigue tu camino aún, que te queda mucho camino que andar, porque el hombre que tú buscas no lo hallarás tan luego; sigue, pobre filósofo.

Crátero se fue a su festín y Diógenes siguió buscando al hombre. Esta es la eterna búsqueda de la sociedad, con su lámpara. En nuestras manos, está convertirnos en faros luminosos, en instrumentos de paz, transformando nuestro laboratorio mental en una estación transmisora de los valores eternos Diógenes llevó por las calles de Atenas su linterna; nosotros debemos imitarlo. Aquí quiero citar lo que dijo un pensador: Ser hombre es ser amante de la virtud, de la sabiduría, de la justicia, de la humanidad.

Arturo Mardones,

Rotary Club Chuquicamata

Los riesgos del uso y abuso de antigripales

"Es de vital importancia que siempre al consumir estos medicamentos exista la asesoría de un químico farmacéutico"
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Pese a lo que la mucha gente piensa o a lo que proyecta la publicidad, los antigripales son medicamentos y como tales hay que tomarlos con precaución, ya que cuentan con contraindicaciones e interacciones, y no son aptos para todo tipo de personas.

Comúnmente tienen por principios activos el Paracetamol, como analgésico y antipirético, Pseudoefedrina por su efecto descongestionante y Clorfenamina por sus propiedades antihistamínicas en el control de la alergia asociada al resfrío. Existen otros antigripales que cambian el analgésico por Ibuprofeno o Aspirina. Además, otros contienen Cafeína por su efecto estimulante (mejora el ánimo)

Las cifras del ISP posicionan a estos fármacos entre los más consumidos y, en 2021, el paracetamol marcó el primer lugar con más de 6 millones de unidades vendidas y el ibuprofeno el tercer lugar con más de 4 millones.

A saber, el Paracetamol es un muy buen analgésico y antipirético, es decir calma el dolor y baja la fiebre, síntomas típicos de un resfrío, pero en dosis elevadas puede producir daño directo al hígado, efecto conocido como hepatotóxico.

La pseudoefedrina posee un fuerte efecto vasoconstrictor e hipertensor, por lo tanto, debe ser usado con cautela en pacientes hipertensos. Además, puede producir taquicardia, insomnio o irritabilidad en niños.

La Clorfenamina es un muy buen antialérgico, pero puede producir somnolencia y disminución de los reflejos, algo importante en personas que consumen antigripales y que conducen vehículos. Puede producir efectos adversos conocidos como anticolinérgicos (sequedad bucal, constipación, retención urinaria y taquicardia) y excitación paradojal en niños según la dosis utilizada.

En el caso que posean como principios activos Ácido Acetilsalicílico (la famosa Aspirina) o Ibuprofeno, como todos los AINE su principal efecto adverso son las gastropatías, es decir, pueden llegar a producir lesiones a nivel gástrico que van desde una gastritis a úlceras gástricas.

La dosis normalmente se aplica cada 8 horas y solo hasta que disminuyan los síntomas y no por más de 3-5 días. Existen variadas formas farmacéuticas (cápsulas, comprimidos, jarabes, gotas) para ajustar la dosis tanto en lactantes, niños y adultos.

Dentro de las contraindicaciones que poseen están las mujeres embarazadas, pacientes hipertensos, diabéticos, pacientes con problemas hepáticos, anemia, afecciones cardíacas o pulmonares o con disfunción renal grave, pacientes en tratamientos con fármacos anticoagulantes o que presenten alguna alergia conocida a los principios activos.

Estos medicamentos se venden sin receta en las farmacias, por lo tanto, el nivel de automedicación es considerable. Sumado a esto, cuentan con una fuerte publicidad y muchas veces se venden asociados a promociones, como las limonadas calientes que comúnmente vemos en los mostradores.

Es de vital importancia que siempre al consumir estos medicamentos exista la asesoría de un químico farmacéutico o la indicación de un médico para evitar que lo consuman personas que puedan sufrir algún riesgo por desconocer las reacciones adversas antes comentadas.

Carlos Meza Figueroa

docente Universidad Andrés Bello