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Abogado de Llaitul: "CAM detallará cada comunicación que hubo con el Gobierno"

VIOLENCIA. John Maulén dijo que imputado dará a conocer declaración y denuncia con los contactos que ha tenido con autoridades y para qué. Nerviosismo en La Moneda.
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Luego de que el Gobierno negara todo tipo de contacto con la Coordinadora Arauco-Malleco a través de sus ministras del Interior, Izkia Siches, y secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, uno de los abogados de Héctor Llaitul, líder de la CAM, advirtió que esta orgánica revelará pruebas de comunicaciones con el Ejecutivo.

John Maulén, representante legal de Llaitul, se refirió al intento de la ex ministra de Desarrollo Social Jeannette Vega -a través de una asesora-, de comunicarse con el líder de la CAM, lo cual no fue informado ni instruido por el Gobierno, motivo por el cual finalmente renunció a su cargo.

En Radio ADN, el abogado indicó que la CAM "hará una declaración y una denuncia donde se detallará cada comunicación que hubo con el Gobierno. Esta declaración ya está siendo trabajada y estará firmada por Héctor Llaitul".

Según Maulén, esto será para "tener mayor claridad y entregar al país con certeza qué fue lo que ocurrió y si hubo o no contacto con el Gobierno" y "con quién. Quizás mañana (hoy) o en dos días más saldrá esta declaración", apuntó.

Incluso el mismo Presidente Boric dijo que "no estoy en conocimiento" de otros contactos del gabinete o de funcionarios de La Moneda con Llaitul y que "no le he encargado a ningún ministro, ministra ni funcionaria de Gobierno" hacerlo.

Gobierno responde

Tras estos dichos, desde La Moneda insistieron en que no se le ha dado a nadie la orden de establecer contacto con Llaitul.

La ministra del Interior, Izkia Siches, afirmó que como autoridad reitera "lo que ya ha dicho el Presidente: no ha existido ninguna instrucción por parte del Presidente ni por parte de esta ministra de tomar contacto con la CAM ni con el señor Héctor Llaitul. Pero también, obviamente, no nos vamos a hacer cargo de especulaciones que andan circulando por la prensa".

La jefa de gabinete agregó que "quiero decirles a quienes pretenden aprovecharse políticamente de estos dimes y diretes, y decirle al país, que el señor Héctor Llaitul se encuentra hoy en prisión preventiva bajo este Gobierno, y vamos a seguir trabajando con fuerza en construir el diálogo, en avanzar, pero también en perseguir a quienes cometan delitos".

La titular de Justicia, Marcela Ríos, apuntó que "como ministra nunca he recibido ninguna instrucción, ninguna autorización, conversación para que establezcamos relaciones o llamadas de ningún tipo con el señor Llaitul".

Carlos Peña

El molino Grollmus

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¿Qué puede explicar el incendio intencional de ese molino (tenía más de un siglo) y la agresión a balazos de quienes lo sostenían? ¿Qué significación oculta (más allá de su significado criminal) posee?

Bien mirado, el fenómeno no es muy distinto al que se ha verificado en otras zonas en que se ha atacado, a veces hasta destruirlas, a estatuas o iglesias u otros testimonios físicos del acontecer y de la historia.

Lo que todos esos hechos tienen en común es que son vestigios del pasado y por eso el atentado contra ellos, el desprecio que se revela en esos actos, posee una particular significación.

La literatura (entre ellos Frederic Jameson, quien es cualquier cosa menos sospechoso de conservadurismo) ha observado que en muchos de estos actos se revela una ruptura en la cadena de la temporalidad. El tiempo es como una cadena de significantes en que el ayer está atado al hoy y este, por su parte, al futuro, como si fuera un conjunto de eslabones que sostiene la memoria y el recuerdo. El desprecio de los vestigios y monumentos del pasado acusa una ruptura en esa cadena de la temporalidad y ello tiene dos significaciones que en este tipo de actos o atentados es posible advertir: en uno de ellos revela un presente detenido en el que el pasado no se reconoce o simplemente se rechaza; en el otro, se revela el esfuerzo por borrar el tiempo hasta reconstruir un tiempo arcaico que habría sido ocultado por la historia.

Es probable que la primera hipótesis -un presente detenido- se verifique en Santiago y otras ciudades en que ha habido destrucciones o maltratos de monumentos y de estatuas, a las que se afea, se ensucia o simplemente se destruye. Quienes ejecutan esos actos (quienes ensucian con esmero casi profesional estatuas, calles, parques) suelen ser personas que viven encerrados por decirlo así en el presente (nómades del presente los llama un autor). El presente se libera de cualquier significación y entonces se vuelve intenso y se asemeja -expresa el mismo Jameson- "a la experiencia alucinadora de la euforia".

Pero como es obvio, o casi, el caso del molino Grollmus es otro muy distinto. Las personas que a sangre y fuego (no es un decir) lo redujeron a cenizas lo hicieron porque ello representaba simbólicamente la restitución de un momento arcaico enterrado por la aparición de este signo de modernidad (hace cien años este molino lo era). Al destruir el molino (y de paso casi asesinar a esa familia de descendientes de inmigrantes cuyos antepasados lo erigieron) se ejecuta una metáfora de lo que piensan o creen estos grupos violentos que desafían al estado y siembran el terror: que es posible sacudir la modernidad para que asome, por debajo de ella, un momento prístino del que creen haber sido expulsados. Esa utopía arcaica que los alienta es, como todas las utopías, un imposible. Podrán esos grupos destruir todos los vestigios de la primera modernidad; pero debajo de ello no asomará una cultura impoluta y original. En cambio, seguirá habiendo una cultura indígena que ha experimentado largos procesos de mezcla y sincretismo que, al mirar ese paisaje sin ese viejo molino, sentirá más o menos lo mismo que todos: que al destruirlo se ejecutó un acto bárbaro e insensato del que no se obtiene nada más que dolor de la familia (uno de cuyos y miembros deberá ser amputado) y un paisaje desolado porque ya no estará el molino en cuyo derredor se organizaba el espacio.