Hechos de violencia en el ambiente escolar
No ha sido fácil retomar la tranquilidad en los establecimientos educacionales y la solución requiere de una participación de todos los involucrados y expertos. Existe un alto porcentaje de hechos violentos que no se explican bajo una demanda de mejoras. Son más situaciones de ira, necesidad de imponerse por la fuerza o de falta de tolerancia.
Con frecuencia somos testigos de los hechos violentos que ocurren en los llamados liceos emblemáticos del Gran Santiago. Estudiantes levantando barricadas y lanzando bombas incendiarias a buses del transporte público y a la fuerzas policiales son escenas que se repiten.
Desde Carabineros informaron que este año han detenido a 108 jóvenes alumnos por estos actos de violencia.
En la región la situación ha tendido a controlarse después de episodios complicados de agresiones, amenazas de bomba y hasta porte de armas de fuego dentro y fuera de las unidades educativas. Cada vez son menores, pero existe la preocupación que en cualquier momento haya un rebrote, principalmente, ahora que se acerca el fin de año.
Las protestas, en nuestra zona, han estado siempre ligadas al déficit de infraestructura existente en los recintos que en su momento impedía mantener el distanciamiento social y otras de mayor complejidad como la falta de salas y talleres acondicionados para las actuales necesidades.
No obstante, hay un alto porcentaje de hechos violentos que no se explican bajo una demanda de mejoras. Son más situaciones de ira, necesidad de imponerse por la fuerza o la falta de tolerancia en este nuevo relacionamiento entre la comunidad escolar.
De hecho, el juzgado de la Familia de Antofagasta dictaminó la instalación de detectores de metales y cámaras de vigilancia, como una medida de control de la violencia y evitar que el daño a la integridad física de las personas sea mayor.
Fue el mismo magistrado, Jorge Saavedra, en conversación con El Mercurio de Calama, que respaldó su resolución y manifestó que hoy son muchos los factores que inciden en las demostraciones de violencia en la educación. Entre ellos, la alta migración, el acceso a las drogas y la falta de legitimidad de las autoridades, partiendo por los padres pasando por profesores, carabineros hasta los pertenecientes al más alto poder político.
Además de las consecuencias propias de la extensa pandemia y sus confinamientos.
Y como el problema es multifactorial la salida también requerirá de una labor en la que se involucren diversos actores de la sociedad. Ello para retomar la armonía en las unidades educativas.
El desafío antes del fin del año lectivo debieran estar en sentar las bases de: cómo se mejora la infraestructura escolar y cómo se forman instancias multidisciplinarias de solución a la violencia.