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Los resultados iniciales de Artemis I dan confianza para los viajes por venir

HISTÓRICO. Hoy concluye la misión de la nave Orión con su aterrizaje. Ingeniera peruana de la NASA proyecta el éxito y los objetivos de las próximas expediciones, Artemis II y III.
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Agencias

La información preliminar obtenida de la misión no tripulada Artemis I, que concluirá hoy con el amerizaje de la nave Orión, dan confianza de cara a "misiones más complejas", como la de llevar astronautas a la Luna en 2025, dice la ingeniera aeroespacial de la NASA Rosa Ávalos-Warren, de origen peruano.

En entrevista con Agencia Efe, la gerente de misión de la Red de Comunicaciones y Rastreo para Vuelos Espaciales Tripulados recordó que la meta de esta misión que despegó el pasado 16 de noviembre desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida (Estados Unidos) es poner a prueba todos los sistemas y naves (el cohete SLS y u la cápsula Orion) involucrados.

"Todas estas diferentes fases tenían que trabajar en conjunto para poder mandar a Orión en una buena trayectoria a fin de poder llegar a la Luna y todo se ha cumplido satisfactoriamente", señaló la ingeniera que trabaja en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.

"Actualmente, estamos en camino de tener una misión totalmente exitosa con algunos objetivos adicionales que hemos logrado en el camino", señaló el jueves el gerente de la misión Artemis I, Mike Sarafin.

Ahora, como señala Ávalos-Warren, lo que resta es estudiar los datos que traiga Orión con miras a lograr "una determinación mas específica" respecto a la confirmación de las fechas de lanzamiento de las siguientes misiones, la Artemis II y la Artemis III, ambas tripuladas, "siempre con la seguridad de los astronautas como prioridad número uno".

Los planes de la NASA son enviar la Artemis II en 2024 y al año siguiente la Artemis III, en la que los astronautas, entre ellos una mujer y un hombre de color, tocarían el suelo del satélite por primera vez desde 1972, cuando lo hicieron los enviados a la Luna con la misión Apolo XVII.

La agencia espacial estadounidense podría estar concluyendo en poco más de seis meses el primer análisis del conjunto de la información producida por la Artemis I, que en su viaje de ida y vuelta cubrirá un total de 2,1 millones de kilómetros en 26 días.

Prueba de fuego a 520 km/h

A fines del mes pasado la cápsula Orión alcanzó una distancia de 434.522 kilómetros de la Tierra, la máxima lograda por una nave espacial diseñada para transportar humanos y superando el récord que logró en 1970 la misión Apolo 13.

Para certificar el "éxito completo" de la Artemis I resta una última prueba de fuego, que es un amerizaje exitoso de la nave Orión.

La cápsula atravesará la atmósfera terrestre a unos 520 km/h en su viaje de descenso y estará sometida a unos 2.800 grados celsius, equivalente a la mitad de la temperatura en la superficie del Sol, como destacó Ávalos-Warren.

En esa última parte del viaje se pondrán a prueba la progresiva apertura del sistema de once paracaídas, que permitirá a la nave llegar a las aguas del Pacífico a 27 km/h de velocidad, así como el escudo térmico de 5 metros de ancho que protege la nave y es único en su tipo.

Nueva zona de llegada

Uno de los objetivos en este descenso es recuperar la nave espacial en óptimas condiciones, cómo explicó Sarafin el jueves, cuando la NASA dio cuenta además de la nueva zona de la llegada de la Orión: cerca de la isla de Guadalupe, frente a las costas de Baja California, en México.

Esta nueva zona se determinó en vista de las previsiones de mal tiempo en la zona originalmente propuesta, frente a las costas de la californiana San Diego (EE.UU.) y a uno 480 km al norte del emplazamiento actual.

Si todo sale como está previsto, la Orión amerizará sobre las 12.40 de la tarde, hora del este de EE.UU. y será recogida por un buque de la Marina estadounidense que, previa escala en San Diego, la transportará hacia el Centro Espacial Kennedy, en Florida, donde comenzará el análisis de la información recogida durante la misión.

"Artemis I nos deja ver por lo pronto que vamos a poder realizar misiones mas y más complejas a futuro", señaló Ávalos-Warren.

2,1 millones de kilómetros en 26 días, ida y vuelta, recorrió la misión Artemis I, que entregará datos de toda su travesía.

434.522 kilómetros de distancia de la Tierra alcanzó Orión a fines de noviembre, la mayor lograda por una nave diseñada para humanos.

Protocolo de Kioto: 25 años luchando contra los gases de efecto invernadero

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El 11 de diciembre de 1997, la ciudad japonesa de Kioto, capital del shogunato durante más de mil años, acogió la firma del tratado que dio a conocer los peligros del gas de efecto invernadero más potente, el CO2: el nombre del principal enemigo de la humanidad en una guerra contra el cambio climático que lleva un cuarto de siglo en desarrollo.

De esta forma, el protocolo de Kioto se convirtió en el primer acuerdo internacional que puso nombre a los gases de efecto invernadero más potentes, con el CO2 a la cabeza, pero seguido de cerca por elementos como el metano (CH4), y compuestos como el óxido nitroso (N2O), los hidrofluorocarbonos (HFC), los perfluorocarbonos (PFC) y el hexafluoruro de azufre (SF6).

Uno de los éxitos de Kioto fue precisamente identificar el causante inmediato de la mayor crisis que afronta la humanidad como especie gracias a esta nomenclatura química que es muy conocida por el gran público al día de hoy.

Sin embargo, para Ecologistas en Acción su objetivo fue de "corto alcance" ya que "planteó solamente una reducción del 5% de las emisiones de los países más desarrollados sobre el nivel de emisiones de 1990".

Además, la negativa de EE.UU. a cumplirlo dejó fuera a "uno de los principales causantes mundiales del cambio climático", cuyas emisiones "representan un tercio del total".

Según los ecologistas, otro de los puntos débiles del tratado fue que su eficacia ambiental se vio mermada "considerablemente" por la introducción de vías para que los países puedan "apuntarse" reducciones que no se realizan en su territorio, en referencia al comercio de emisiones.

Estos "mecanismos de flexibilidiad" facilitan la compra directa de cuotas de CO2 mediante inversiones en terceros países para que estos emitan menos.

Aunque estos procedimientos pueden ofrecer a los países menos industrializados el acceso a tecnologías más eficientes, los ambientalistas advierten que también pueden convertirse en "medios de reducción barata" para que los más industrializados retrasen las transformaciones de sus propias economías.

Un cuarto de siglo después, se siguen acumulando las evidencias científicas de la extensión del cambio climático y se han afianzado las previsiones climáticas para este siglo, especialmente graves en el cinturón ecuatorial, donde habita gran parte de la población más pobre del mundo.

Estos hechos advierten de la necesidad urgente de abordar mayores reducciones de CO2, ya que en 2022 la tendencia mundial es de crecimiento de las emisiones, en parte debido a que países fuertemente industrializados pero aún considerados en vías de desarrollo, como la India y China, aluden a la "seguridad energética" para no abandonar el uso masivo del carbón.

Con este argumento, ambos países torpedearon en el último minuto un acuerdo más ambicioso en la COP26 de Glasgow de 2021, además de que la ausencia de sus líderes en la última cumbre del clima, la COP27 de Sharm El Seij, también ha devaluado este foro.

Veinticinco años después, el protocolo de Kioto es "papel mojado" eclipsado por el Acuerdo de París, el mayor logro ambiental de la comunidad internacional, que fijó los 2 grados celsius como límite del aumento de la temperatura mundial, y proseguir los esfuerzos para consolidar el incremento en 1,5 grados, en el mejor de los escenarios.