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La innegable crisis de seguridad

Pocos, pero los hay, piensan que la alarma nacional por el alza en la criminalidad no es más que un ardid político contra el gobierno. Las cifras dicen lo opuesto. Sin duda, que se vive con miedo. Está asustada y esperanzada en que se tomen medidas de gran impacto contra la delincuencia descontrolada, más allá de los anuncios y de los discursos de preocupación.
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Fue la propia estadística de la Subsecretaría de Prevención del Delito que hace poco entregó las cifras en las que se reconocía una notoria alza en las tasas de delincuencia. Las cifras son elocuentes y los delitos que más aumentaron en el año son el de robo con violencia o intimidación (63,1%), robo por sorpresa (61,2%) y robo en lugar no habitado (56,4%) y son las regiones del Norte Grande las que han experimentado la mayor alza, Antofagasta ocupa el cuarto lugar en este listado.

Con estas estadísticas que prepara el Centro de Estudios y Análisis del Delito, dependiente del Ministerio de Interior, se reafirma la sensación ciudadana que se viene manifestando hace meses en el país.

Pocas en número, pero existentes opiniones aseguraban que la sensación se contradecía con los resultados empíricos. Planteaban que la situación no es tan distinta a la vivida años anteriores, y que el realce mediático era impulsado por fuerzas contrarias al actual gobierno.

La estadística oficial no deja margen a la duda y pone de relieve el problema de la seguridad, como una verdadera crisis.

Los delitos violentos o llamados de mayor connotación social son los que se dispararon. Los robos con violencia o intimidación, por sorpresa o en lugares no habitados, son los que más resienten a la sociedad, porque se atenta contra la integridad física y vulneran la seguridad de sus bienes. Entonces la sensación se confirma en la práctica con el número de delitos, no hay otras lecturas ni intenciones ocultas, estamos frente a un problema el cual tenemos que asumir y enfrentar con decisión.

Los esfuerzos vienen de hace algunos meses sin resultados. Por ello, los vecinos tratan de asegurar sus propiedades con diversos sistemas y evitan salir de sus hogares entrada la tarde.

Sin duda, que viven con miedo. Están asustados, pero esperanzados en que se tomen medidas de gran impacto contra la delincuencia descontrolada, más allá de los anuncios y de los discursos de preocupación.

Falta una política de tolerancia cero, en manos de un líder y con atribuciones y normativas que logren hacer efectivo su trabajo.

La nueva Constitución, las lecciones y los riesgos del pasado

"El esfuerzo en instalar filtros destinados a evitar replicar los males del proceso anterior, han generado numerosos nuevos riesgos que podrían debilitar su legitimidad". Cristián Rodríguez Salas, Director del Instituto de Políticas Públicas UCN
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El pasado proceso constituyente fue la respuesta al estallido social de un sistema político desbordado por su baja legitimidad, que como en toda coyuntura crítica que se juega en las calles los poderes democráticos desgastados improvisaron un mecanismo con el afán de contener la erupción social y política más importante desde la vuelta a la democracia.

Sin embargo, la crisis sanitaria, inmigratoria y la inseguridad tuvieron la capacidad política de cambiar el rumbo del proceso, se inicia un nuevo ciclo. Como lo expresan numerosos estudios de opinión pública de la época, la sociedad chilena frente al temor hizo un giro de varios grados en sus intereses a priorizar preferencias por la estabilidad, la seguridad, la conservación de lo ganado.

El proceso constituyente pasado, fue el choque en tiempos muy cortos de aquellos dos ciclos que expresan las tendencias contrapuestas de la sociedad chilena, a lo cual hay que adicionar un mecanismo constitucional improvisado que sólo ahondó la crisis del intento: la ausencia de balances de poder en su interior hizo perder de vista la necesidad de construir acuerdos con los que piensan diferentes, las identidades fragmentaron la posibilidad de pensar una constitución representativa del país. La derrota catastrófica del plebiscito del 4 de septiembre fue el resultado.

El nuevo segundo intento en el que estamos hoy, está a medio camino entre ambos ciclos, el cual, por una parte, expresa la necesidad de construir un nuevo contrato social que oriente el futuro, dejando atrás la constitución de los años 80 con sus amarres autoritarios, hiper presidencialismo, hipercentralismo, el Estado subsidiario con ausencia de derechos universales, reconocimiento de minorías, etc. Por otra parte, evitando replicar los traumas que dejó la experiencia anterior, se diseñó un mecanismo que siembra límites o fronteras que no pueden ser traspasadas, además de incorporar contrapesos y balances de poder en su interior que obligan a los acuerdos.

Lo expuesto, se expresa en la creación de una comisión de expertos nombrada por el parlamento con la misión de construir el texto borrador entre los meses de marzo a mayo; define un sistema electoral para la elección de los convencionales diferente al proceso anterior, que filtra la participación de los independientes. Una convención electa que tendrá un plazo de 6 meses, de junio a noviembre para acordar el texto definitivo sobre un índice de temas predefinido. A eso hay que agregar la integración de las comisiones, donde los expertos tendrán derecho a opinión, a lo cual se adicionan los quórum para alcanzar mayorías.

El esfuerzo en instalar filtros destinados a evitar replicar los males del proceso anterior, han generado numerosos nuevos riesgos que podrían debilitar la legitimidad del proceso. Por ejemplo, el acuerdo político que impone límites a la autonomía de la constituyente evitaría cambios en la composición y distribución de los poderes democráticos, un sistema anquilosado que no ha cambiado desde el siglo XIX; otro ejemplo, es el cambio del sistema electoral para la representación de las minorías indígenas, que perfectamente podrían quedar subrepresentadas, dejando sin respuesta un conflicto que se arrastra a través de toda nuestra historia.

Es de esperar, que las lecciones que dejó el fracaso del proceso anterior neutralicen los riesgos y permitan que Chile y sus regiones inauguren a fines del 2023 un nuevo contrato social.

Lluvias: desplegados junto a las comunidades

"Como nos mandató el Presidente Gabriel Boric debemos dar respuesta rápidamente a los requerimientos de las y los vecinos afectados" Miguel Ballesteros Candia, Delegado presidencial Provincia El Loa
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Las lluvias estivales se dejaron sentir en la provincia El Loa durante la segunda semana de febrero, si bien se esperaban en enero, éstas retrasaron su entrada para llegar con fuerza en la precordillera y cordillera, afectando a los poblados de Atacama La Grande y Alto Loa.

No obstante, los planes de contingencia - preparados con antelación - y las coordinaciones previas con todos los organismos involucrados, nos ha permitido enfrentar sus efectos de buena manera y mantener la conectividad en las rutas, las que en algunos casos fueron afectadas producto del agua. Asimismo, con esta planificación estamos dando respuesta a las comunidades, con un rápido despliegue del Gabinete Regional y los servicios.

Ahora bien, los pronósticos meteorológicos anuncian que estas precipitaciones se extenderán hasta mediados del mes de marzo, por lo que nos mantenemos alerta para atender las situaciones que se presenten.

No obstante, y como nos mandató el Presidente Gabriel Boric debemos dar respuesta rápidamente a los requerimientos de las y los vecinos afectados. Es por esta razón, que una vez más nos desplegamos en Lasana, junto al Instituto Desarrollo Agropecuario (INDAP) y la Comisión Nacional de Riego (CNR), para llevarles a las y los representantes de los regantes asistencia para el riego de sus cultivos.

Y es que la agricultura en nuestros pueblos es valiosa, no sólo porque es una de las actividades económicas de las familias, sino también porque es parte de la cosmovisión andina. Es por ello, que se hizo entrega de 18 motobombas, las cuales le permitirán a los representantes de los canales -los que fueron afectados de por las lluvias - poder llevar agua a sus cosechas.

De estas 18 herramientas, 14 son para el poblado de Lasana y 4 para Chiu Chiu, entregando dos por cada canal, además de mangueras, abrazaderas, conectores y otros insumos necesarios para el riego.

Asimismo, durante la jornada también se desplegaron en Lasana los profesionales de la Comisión Nacional de Riego con otra buena noticia: y es que a fines de febrero, se abrirá un fondo para aportar a la rehabilitación de la infraestructura de riego que resultó dañada tras las lluvias estivales.

Con estas acciones seguimos desplegándonos por el territorio con la asistencia técnica de Senapred y junto al MOP y sus carteras de Obras Hidráulicas, Aguas, Vialidad; Agricultura con el INDAP, CNR y el SAG, con el apoyo constante de Carabineros y el Ejército, a través de la Brigada Motorizada Nº1 Calama, los municipios, las empresas públicas y privadas, porque cuando el trabajo es conjunto y coordinado se puede cubrir de mejor manera las necesidades de la población. Con este compromiso seguiremos acompañando a las comunidades.