Causa y efecto
"Parece que la idea no es resolver los problemas de la ciudadanía, sino simplemente hacer el gesto, un acto que demuestre que algo se hace. "La realidad nuestra de cada día, es atemorizante la deformación de la sociedad, los caminos son cada vez más torcidos".
"…Y me ha acontecido lo que yo temía" confesó Job. Meditando en esta aseveración tan perfecta y clara, me hallo en un instante de mi tiempo, pensando, en el valioso libro que Dios ha dado gratuitamente a toda la humanidad. La sagrada escritura es un cúmulo de principios de vida para aquellos humanos que buscan el porqué de las cosas; cosas que muchas veces cuestionamos o no entendemos el porqué nos acontecen.
Somos lo que producimos, causa y efecto, como Job lo experimentó. El Apóstol San Pablo en su carta a la iglesia en Roma, les enseña "Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron" la sagrada escritura es un libro inspirado por el Santo Espíritu de Dios, no es un libro antiguo ni nuevo, no es un texto de auto ayuda, es un libro que cobra vida transmitiendo vida a quien cree y obedece los principios y mandamientos que le son entregados; reitero, causa y efecto.
Así como yo, muchas vidas, día a día, somos transformados desde nuestro ser interior a lo más externo de nosotros, tan solo por aprender a vivir, leyendo las escrituras. La biblia, no es solo un libro de principios y mandamientos, no es un libro hecho para ocupar un espacio en un mueble, sino para ocupar y llenar nuestros corazones, enseña a perdonar, a amar, a conocer las profundidades ocultas, los misterios, nuestro entorno y principalmente a conocer al Padre, al Hijo y su Espíritu Santo.
¡Cuánta falta hace conocerlos! La realidad nuestra de cada día, es atemorizante la deformación de la sociedad, los caminos son cada vez más torcidos, la ruta hacia el desfiladero se acorta. ¡Cuánta falta hace aprender a vivir! Jeremías fue un profeta que vivió el capítulo final de la destrucción de Israel. Estuvo cerca de cuarenta años entregando la voz de Dios a un pueblo que nunca quiso escuchar, y que jamás se dio cuenta que estaba al borde del precipicio. A este pueblo que ignoró principios y mandamientos, Dios les entregaba oportunidad tras oportunidad, ruego tras ruego, "Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar." y no oyeron, desaparecieron como nación. El rey Nabucodonosor invadió Jerusalén y con ella las dos últimas tribus, las otras ya habían dejado de ser. Abandonaron el sueño de la tierra prometida, y adoptaron la pesadilla del exterminio y del exilio.
En el libro de Lamentaciones, Jeremías con el corazón desgarrado, como un grito al viento para los tiempos futuros, exclama "Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Dios" aprendamos de las cosas que se escribieron antes, escudriñemos nuestros caminos, mejoremos nuestra forma de vivir, y mejoraremos vidas. Y no tan solo nuestras vidas, sino a Dios nuestro Padre: "Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También a mí se me alegrará el corazón".
Sergio Lagos Luciano
Pastor evangélico