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Democracia es memoria y futuro

"Cada día que pasa, se hace más urgente poder dar respuestas, certezas a los familiares, pues hay heridas que no sanan, pasen los años que pasen, siempre están ahí". Cristóbal Orellana Osorio, Secretario de Justicia y Derechos Humanos
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Como señala el Profesor Argentino Darío Sztajnszrajber, "La memoria no tiene que ver tanto con lo pasado, sino con lo pendiente"; lo cual tiene todo sentido en nuestro país, que guarda una deuda pendiente de verdad, justicia, reparación integral y garantías de no repetición, tanto con la sociedad chilena en su conjunto -en cuanto a su derecho a conocer su pasado- como con las víctimas y familiares de víctimas de desaparición forzada de personas, producidas entre aquel fatídico 11 de septiembre de 1973 y el año 1990, con la vuelta a la democracia.

En la conmemoración de los 50 años del Golpe Cívico Militar, y cada día que pasa, se hace más urgente poder dar respuestas, certezas a los familiares, pues hay heridas que no sanan, pasen los años que pasen, siempre están ahí, puesto que viven en la memoria, y aunque no tengamos certeza de sus paraderos, sus recuerdos no perecen. El Estado chileno, en su conjunto tiene el deber de brindar justicia a los cientos de familias que aún claman por verdad.

Así lo ha sostenido en reiteradas oportunidades S.E. el Presidente Gabriel Boric, reafirmado por el Ministro de Justicia y Derechos Humanos Luis Cordero Vega. Entre otros esfuerzos estatales, el Ministro de Justicia y Derechos Humanos nos ha encargado sacar adelante el Plan Nacional de Búsqueda (PNB), o simplemente Plan de búsqueda, el cual consiste en coordinar todos los recursos materiales y humanos posibles, recolectando información, sistematizando causas judiciales, archivos, relatos, y todos los datos, incluyendo la participación de testigos familiares, para finalmente cristalizar una política pública que se haga cargo de establecer de manera permanente al Estado como garante de dar respuestas ante los hechos que dividieron a nuestro país hace medio siglo. En los próximos días, llevaremos a cabo en la región, una serie de encuentros participativos que se enmarcan en esta iniciativa.

Los nombres de Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero resuenan entre los 1210 detenidos desaparecidos que dejó la dictadura cívico militar al mando del Estado Chileno. Hoy, cuando el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos alerta al Estado chileno de posibles o eventuales retrocesos en la materia, debemos actuar con la serenidad y sabiduría que requiere la conducción de un país, pero con sentido de alerta y urgencia, sin nunca dejar de respetar las reglas básicas, las reglas de convivencia mínima que nos aseguran los derechos humanos y su concreción; en palabras del Subsecretario de Derechos Humanos Xavier Altamirano, las observaciones del alto comisionado respecto de las nuevas reformas en materia de seguridad, de ser consideradas, permitirán a nuestro país cumplir con 2 objetivos centrales: responder a la necesidad de control de orden público, combate del crimen organizado y; por supuesto, respetar los Derechos Humanos siempre. Ese es el compromiso de S.E. el Presidente Gabriel Boric y la Delegada Presidencial Regional Karen Behrens Navarrete.

Los vertederos de nuestra realidad

"La última década, solo por colocar un ítem numérico, ha sido un periodo convulso en nuestra ciudad y región".
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La realidad es algo subjetivo, uno mismo la va construyendo. Lo que pasa en el cerebro no es una captura, tampoco el cerebro es un receptor pasivo de lo que ocurre en el mundo. Para explicar algunas conductas, desde esa realidad, habría que ver qué ocurre en las mentes de las autoridades, por ejemplo, a propósito de ese tema que ha sido el comentario en el último mes: el denominado "vertedero" y ver qué pasa en las neuronas, de aquellos personeros, que no saben de luz; sino, solo de actividades eléctricas que les llegan a otras neuronas.

Lo que construimos está en nuestro cerebro, dicen los científicos. Y el cerebro, en sí, según lo que se ha estudiado, es un laberinto de misterios. Sin embargo, los datos que compartimos, como seres humanos, nos puede volver más desiguales y, por ende, más empobrecidos, razones por las cuales, los datos del vertedero, al parecer, no llegan a los escritorios de quienes tienen que defender a la población y, tampoco, aquellos asumen una decisión de transformación para dicha problemática.

La última década, solo por colocar un ítem numérico, ha sido un periodo convulso en nuestra ciudad y región. La crisis de gobernanza y la incertidumbre ante los efectos de tantos asuntos como los cuestionamientos del orden global, la falta de representatividad, el bajo crecimiento de innovación, la falta de impulsos educativos y la nula solución al vertedero han llevado a marcar un tiempo de paralelismo inquietante, a observar un aumento de la pobreza regional y a desear, también, un mejor tiempo para desarrollar los potenciales que cada uno de nosotros debiera entregar. Pero ¿cómo producir mejoras si no caben las oportunidades? ¿cómo impulsar crecimientos en las distintas áreas del conocimiento si vivimos las secuelas de otros sin responsabilidades de nada?

¿Cuántos vertederos tenemos en nuestro entorno? El tema es concreto y directo: se desconocen los daños por los elementos contaminantes del basural y no se sabe si todo acabará en una demanda internacional. Sin embargo, lo que ocurre con ese vertedero también ocurre con otros, de manera simbólica. Me refiero a otros vertederos, a otros basurales que no se distinguen, pero que tienen un cúmulo de basuras que no dejan ver el perímetro de las cosas en las calles de la ciudad, en los barrios, en el entorno citadino. Los vertederos están frente a nuestros ojos, en lo cotidiano de todos nosotros, en las cosas que no vemos, en las equívocas decisiones, porque el humo difuso de las quemas no deja recurrir a instancias de verdadera solución.

Tal vez, estamos llenos de plásticos, como las fauces de muchos peces; tal vez, estamos llenos de carburos, de mugres, de depósitos que no sabemos qué contienen; porque tampoco vemos el discernimiento ya que es más fácil apuntar, acusar o delegar a los otros lo que debiera ser una reacción innata, del cerebro, para buscar la mejora y la solución a un problema que ya tiene demasiados años. El estancamiento solo nos da preocupación; el descontento se suma a la perplejidad y la inquietud que produce la velocidad conecta con la magnitud del cerebro que seguirá buscando sus conexiones de luz y su ampliación de horizontes a nuestro alrededor, a pesar de todo tipo de vertederos que veamos o sintamos.

Francisco Javier Villegas

Escritor y profesor

Urge tratar la violencia escolar

Se necesita una intervención integral que logre solucionar los problemas de hacinamiento, estructurales y de convivencia en la comunidad educativa. Contar con colegios amplios con todos los elementos para la educación académica, deportiva y cultural sería gran parte de la solución.
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Lo que vemos en los establecimientos educacionales con continuos enfrentamientos entre estudiantes, y en los que terminan involucrados docentes y apoderados, no es más que el reflejo de nuestra sociedad. La violencia se ha vuelto el principal método de solución de nuestros problemas, y si los adultos no trepidan en recurrir a las agresiones ante la incapacidad para resolver un altercado o una diferencia, es poco lo que podemos pedir a los más jóvenes.

Se dice que vivimos en una sociedad estresada, que fue duramente golpeada por las restricciones de la pandemia y que la salud mental está altamente deteriorada. Si a ello le sumamos la pérdida del respeto por las personas, por la autoridad y todo quien se atreva a contradecirnos, entenderemos las escenas que se repiten en escuelas y liceos.

El poco respeto a la autoridad se ve reflejado en que no existen medidas de coacción, ni advertencias que sirvan para que los más alterados puedan reflexionar y no caer en hechos violentos. Antaño lo más recurrido para retomar el orden era alertar sobre un llamado a Carabineros y las partes tendían a calmarse, hoy esa advertencia no tiene ningún efecto por todo lo visto y por lo discutido en el Congreso, a propósito de la Ley Nain-Retamal.

Jóvenes estresados, nerviosos, hacinamiento, falta de comedores, de gimnasios modernos y el irrespeto a la autoridad producen la tormenta perfecta que se ve en nuestros establecimientos educacionales.

Que nos sugiere la mira holística. Claramente que ir más allá del discurso, de la formación de mesas y de las descripciones. Hay necesidad de más escuelas y liceos, y ello debiera ser parte de los proyectos prioritarios de los municipios y, también, del gobierno regional.

Contar con colegios amplios con todos los elementos para la educación académica, deportiva y cultural sería gran parte de la solución. Se multiplicarían los estudiantes felices de ir a la escuela, se mejoraría la convivencia y el rendimiento escolar.

Hay recursos para ello. Solo se debe delinear bien el proyecto y desarrollarlo en los parámetros exigidos.

En paralelo, trabajar en la salud mental de los jóvenes y adolescentes. Hay muchas fórmulas de enfrentar la problemática si es que se hace con decisión y de este modo asegurar una sanidad que beneficie la convivencia.

Son meses difíciles y complicados, pero se requiere de esfuerzo, sabiduría y audacia para salir adelante.