Conmemoran los 30 años de la última gran erupción del volcán Láscar
FECHA. En San Pedro de Atacama se realizó una feria de divulgación volcánica, mientras que en Talabre, poblado más cercano al macizo, hubo diversas actividades de carácter patrimonial y científicas. Testigos de la erupción relatan sus experiencias.
Este 19 y 20 de abril se conmemoraron 30 años desde la última erupción del volcán Láscar, el más activo de la zona norte. Una fecha que es recordada por los habitantes, no sólo de los poblados aledaños al macizo, sino que también de la mayoría de quienes estaban en la Provincia El Loa en el año 1993.
Esta fecha además tiene otro significado pues, desde diciembre de 2022, comenzó a registrarse un aumento de la actividad volcánica lo que produjo un pulso eruptivo y la aparición de un domo de lava, lo que obligó a decretar alerta técnica naranja y un perímetro de seguridad de 10 kilómetros.
Actualmente, se mantiene la restricción de acceso al Láscar en un período de 5 kilómetros, pero el 6 de abril pasado bajó a alerta técnica amarilla.
Para recordar esta fecha y además de educar preventivamente a la comunidad que vive en las cercanías de este volcán, realizaron una serie de actividades en la zona.
Una de ellas fue la XIII Feria de Divulgación Volcánica organizada por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y con el apoyo del municipio, el que se instaló en la plaza cívica de San Pedro de Atacama. Dicha instancia, permitió atender todas las dudas de la población en torno a cómo convivir con volcanes activos, en este caso específico, respecto al volcán Láscar, actualmente en alerta técnica amarilla.
"Es un hito importante estar acá en esta fecha, precisamente porque se cumplen 30 años de unas de las erupciones más importantes del volcán Láscar en el último siglo. Fue en el año 1993 y fue la culminación de un ciclo eruptivo que comenzó el año 1984, donde vimos distintos pulsos eruptivos, siendo el del año 1993 el más grande", comentó al respecto Constanza Perales Moya, geóloga de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica de Sernageomin.
La exposición contó con una serie de experiencias para todo tipo de público, entre ellas, pintar diseños volcánicos; subirse a una nave y entrar al interior de un volcán activo, y una proyección animada de varios riesgos volcánicos en el volcán Villarrica, que se adapta a superficies reales para conseguir un efecto artístico y fuera de lo común basado sobre un modelo en 3D, entre otros atractivos.
Ricardo Veas, director regional de Sernageomin en Antofagasta, planteó que "la idea de esta feria es traer a comunas expuestas (al riesgo volcánico) la información sobre cómo vigilamos y estudiamos los volcanes activos, además de las señales que recibimos, para posteriormente dar una alerta temprana a la autoridad y ciudadanía".
En tanto, Constanza Perales explicó que esta instancia, "esta es una oportunidad tanto para la comunidad como para nosotros como institución muy importante porque nuestra labor como servicio es poder llevar el conocimiento que tenemos como entidad técnica a las comunidades y así poder aportar ala gestión del riego de desastres".
Un poco de historia
En 1993, fueron dos días intensos de cielos oscurecidos, de "estallidos" diarios de piedras y cenizas, con luces nocturnas de lava. Se trataba de la erupción del "tata" Láscar, como lo llama la cultura lickanantay, que un domingo por la tarde, hace tres décadas, comenzaba una de las erupciones más intensas y violentas registradas en el norte de Chile. Tanto así, que las cenizas dispersadas durante la erupción volcánica, llegaron hasta ciudades argentinas y la costa atlántica.
Las comunidades cercanas vieron emerger una enorme columna de cenizas en el cielo, "era ver una coliflor que crecía a medida que pasaban las horas del día. Era enorme, cubría el cielo y oscurecía todo San Pedro de Atacama", recuerdan en el pueblo, las personas mayores. Algo similar comenta Manuel Cáceres de 73 años, "la erupción se veía de lejos y era enorme, pero aquí en San Pedro no ocurrió nada, pero sí localidades más cercanas como Talabre".
El Láscar, está ubicado a 17 kilómetros de la comunidad indígena atacameña de Talabre, a 70 kilómetros de San Pedro de Atacama y es uno de los 21 volcanes activos de la región de Antofagasta. La erupción del 19 y 20 de abril de 1993, es considerada la tercera erupción más violenta que se tiene registro en Chile, y la más explosiva registrada en este macizo, en los últimos 7 mil años.
"La erupción de 1993, estuvo caracterizada por al menos nueve pulsos eruptivos de distintas intensidades, que generó caída de tefra y que dio origen a flujos piroclásticos por colapso parcial de la columna eruptiva. Estos flujos son corrientes de alta temperatura compuesto por material expulsados del volcán, más rocas y gases", explica Alfredo Esquivel, investigador doctorante del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico - Ckelar Volcanes.
La erupción tuvo una duración total aproximada de 32 horas y alcanzó una altura sobre los 20 kilómetros sobre el nivel del cráter, cuando ocurrió el pulso de mayor intensidad el 20 de abril entre las 6:28 y las 9:20 horas.
"Estos flujos piroclásticos, agrega el geólogo de la UCN, alcanzan temperaturas de entre 400 y 900 grados centígrados y velocidades superiores a los 120 kilómetros por hora. Por lo tanto, el tiempo de reacción que proporciona este proceso volcánico, es muy breve, es cuestión de minutos una vez que se origina el flujo piroclástico", detalla Esquivel.
La arqueóloga y ex alcaldesa de San Pedro de Atacama en 1993, Ana María Barón, recuerda "que estar debajo de esa nube fue una experiencia espeluznante, al mismo tiempo hermosa, para mí ha sido la experiencia más grande que he tenido con la naturaleza".
Cuenta que como autoridad le tocó viajar de urgencia a la localidad de Talabre para evacuar al pueblo, sin embargo, don Fabio Soza que dirigía la localidad en aquella época, nos aseguró que no dejarían sus casas, ya que su relación con los volcanes no era la misma de la gente no atacameña.
Cosmovisión
Para los habitantes atacameños, el Láscar es considerado el abuelo de todos los volcanes, por lo que su relación con él es bastante especial y parte de su cultura como pueblo originario.
Ángel Salva, que hoy vive a los pies del "volcán del agua", el Licancabur recuerda que "Las cenizas de esa erupción (Láscar 1993) llegaron hasta Argentina, yo me encontraba haciendo trueque de animales en el paso fronterizo de Jama. A las tres de la mañana empezaron a caer cenizas y estaba todo oscuro, uno no podía ver en pocos metros más allá, había un olor muy fuerte a azufre y se escuchan explosiones".
Paula Ramos, geóloga atacameña y habitante de San Pedro de Atacama, nos explica parte de esa cosmovisión. "La mirada que tenemos por nacer y criarnos aquí en el desierto de Atacama, es distinta, ya que sabemos que los volcanes nos protegen. Nosotros tenemos una relación muy grande con la tierra, la naturaleza, la pacha o patta hoiri, que es la madre protectora. Y, los volcanes son parte de ella, por lo tanto, cuando ellos erupcionan, sabemos que es parte de lo que debe ocurrir, y los abuelos nunca nos han transmitido miedo o temor", explicó Ramos.
Para recordar los 30 años de la erupción de Láscar, la comunidad indígena atacameña de Talabre y Ckelar Volcanes, realizaron en la localidad, un acto conmemorativo con charlas de conocimiento ancestral y de ciencia volcánica, un feria científica y la erupción del volcán viajero.