Correo
50 años, niños e historia
La conmemoración de los 50 años del "once" es vista con sospecha por quienes ven en ella un ardid de oportunismo político. La idea de recurrir al baúl del pasado para sacar de la manga una carta para una causa instrumental es problemática.
La historia es una ciencia que estudia el despliegue temporal del espíritu humano y se compone de varias escuelas y diferentes áreas de especialización, cada una buscando la verdad histórica a través de un diálogo académico ininterrumpido.
Ningún autor o generación tiene la verdad absoluta, pero a todos los mueve la búsqueda de la verdad histórica. El flujo de la historia es la transmisión viva de la tradición, que se produce verbalmente de abuelos a padres, de padres a hijos y de hijos a nietos.
Sin embargo, hoy, en las orientaciones que el Gobierno ha entregado a través del Ministerio de Educación, los padres aparecemos como potenciales enemigos y opresores de nuestros hijos y se nos pone bajo la mirada cuasi policial de un Estado supuestamente neutral. Esto significa un corte, una cesura artificial en el fluir espontáneo de la historia y un daño irreparable a los niños.
El devenir histórico sigue su curso y desborda cualquier intento de manipulación política. Pero mientras dura el experimento, el daño en los niños será enorme. Al lado de esto, la conmemoración de los 50 años del "once" resulta casi anecdótico.
La historia es una dimensión del hombre, manipularla es manipularlo y hacerlo con los niños es negarles la posibilidad de escribirla.
Felipe Varela Presidente Mi Derecho a Educar
El Simce de la pandemia
Se le ha llamado "el Simce de la pandemia", se critica la desorganización "brutal" de su aplicación, pero los resultados son preocupantes. Obviamente, no podemos desconocer que la pandemia tuvo un impacto en estos resultados y en una baja histórica que además devela un aumento en las desigualdades de género, especialmente en matemáticas.
Pero el problema tiene raíces más profundas que la pandemia, raíces que se entroncan con un profundo divorcio entre las propuestas de las bases curriculares que apuntan a un desarrollo de habilidades, la recarga de contenidos de las mismas bases (a pesar de haberlas "podado"), las demandas de cobertura curricular, la práctica docente del día a día y la conocida "preparación" de la prueba Simce que se desarrolla en un alto porcentaje de los colegios de Chile. Esta preparación era parte habitual de las actividades que abiertamente o más veladamente se desarrollaban en las clases de matemática y lenguaje… y que no se realizaron en pandemia. Los resultados previos a la pandemia están también matizados por estos esfuerzos.
La pregunta fundamental es: ¿porque los resultados del Simce son en general escasos, además de desiguales? Y ahí necesitamos sincerar miradas y propuestas: falta una mirada crítica nuevamente sobre la recarga curricular, más didácticas entroncadas con las búsquedas del sentido de aprender lo que hay que aprender, falta una propuesta crítica de las políticas de cantidades de alumnos por aula, potenciar el trabajo interdisciplinario con sentido, mayor compromiso familiar y social… Nos falta mucho como sociedad.
Los resultados son escasos y preocupantes, pero el resultado es sólo un signo más de que nuestra educación requiere una profunda mirada desde el sentido social, cultural y político de desarrollo que deseamos y necesitamos. Desde la desigualdad, de género y socioeconómica, habría mucho que analizar también.
Margot Recabarren Herrera Directora del Programa de Pedagogía en Educación Media de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales, UNAB sede Viña del Mar
Temas de educación
El pasado 1 de junio se formalizó la segunda Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric, en la cual se esperaban mayores pronunciamientos en temas que históricamente han aquejado al sistema educativo del país. Uno de ellos es la denominada "deuda histórica de los profesores", que esta vez estuvo condicionada a la aprobación de una futura reforma tributaria, debido la cantidad de recursos públicos que implica una reparación como esta.
Otra de las incertezas es saber lo que sucederá con la fallida Jornada Escolar Completa, que continúa impidiendo la flexibilidad curricular y una formación centrada en la integralidad de los estudiantes. Es decir, no sólo en asignaturas troncales, como lo son lenguaje, matemática y ciencias. ¿De qué sirve tener a niños y jóvenes durante más de ocho horas en las escuelas si durante la jornada de mañana y tarde son "bombardeados" con una batería de contenidos disciplinares que no los preparan en el desarrollo de habilidades para la vida? Es imperativo formar sujetos que tengan la capacidad de pensar complejamente y en alineación con modelos educativos que trasciendan a la mera implicación de saberes.
Finalmente, poco y nada se logró escuchar sobre el grave problema que se avecina en un par de años más, con la falta de profesores en todo el país y la escasa campaña para motivar a los estudiantes de enseñanza media a cursar carreras de pedagogía. Así, también, se espera un análisis sobre lo que sucederá con el Simce y el plan de educación sexual integral que siempre ha generado debate.
Carlos Guajardo Castillo