Fue el senador Felipe Kast (Evópoli), quien en medio de la polémica por el Caso Fundaciones y, a propósito de la Comisión de Expertos para la Probidad e Integridad, creada por el gobierno, dijo que más allá de fiscalizaciones, controles y comisiones varias, "para dejar de robar hay que ser éticos".
Para gran parte de los chilenos es una condición sine qua non, lamentablemente la realidad se encarga de demostrarnos lo distinto. Y, por ello, en todos los ámbitos, desde organizaciones vecinales hasta las más altas esferas de gobierno, pasando por instituciones tan señeras como Carabineros, conocemos de aprovechamientos y desvío de recursos para fines individuales.
Los casos se repiten y ello hace pensar que la corrupción está presente con casos que "indignan", como lo dijo el Presidente Gabriel Boric.
Entonces apelar a la moral y ética de las personas parece ser de una inocencia mayúscula. Lastimosamente, desde las filas de quienes creyeron tener una superioridad moral surgieron los casos que hoy conocemos y que son investigados por el Ministerio Público porque hay presunción de delito.
Ello no quiere decir que nuestras instituciones sean corruptas o que todos los servidores públicos lo son. Son más las personas honestas, pero en los últimos años han aparecido "manzanas podridas" que amenazan con contaminar a toda la cosecha y ello se debe combatir con decisión y firmeza.
No puede quedar todo en manos de la autorregulación. De allí que no es descabellado pensar en alguna forma de mejorar la fiscalización y sancionar a quienes cometen estas faltas administrativas o delitos.
El Estado se tiene que modernizar. No sólo en cuanto a burocracia, también en el modo de vigilar el buen uso de los fondos públicos y no permitir que se siga viendo como un "botín" que se reparte una vez en el poder.