Del nepotismo y el amiguismo
Mientras estas prácticas no se erradiquen de nuestro sistema, siempre estará latente la posibilidad de dañar y contaminar las organizaciones. Del clientelismo, el recibir regalos y favores a cambio del voto, se salta al ofrecimiento de un cargo en el aparataje público por el voto o por trabajar para cierta candidatura.
Lo del nepotismo, amiguismo y hasta el clientelismo son prácticas que por décadas son aplicadas por los gobiernos de turno, y pese a las críticas y esfuerzos por erradicarlas se mantienen. Es posible entender que cuando se llega al poder se quiera gobernar con personas de confianza, lo que no significa la inclusión de amigos, correligionarios o familiares en cargos para los que no tienen ninguna experiencia y que solo lo hacen por estar en la lista de beneficiados de la autoridad en ejercicio.
Obviamente que es una mala práctica y que no se condice con los discursos de gobernar con los más capacitados o de terminar con los "pitutos" en los cargos públicos. Todo queda en las palabras y, lamentabemente, la experiencia nos indica que está lejos de terminar, porque se ha enquistado en la forma de hacer política.
Y lo más preocupante, es que no son pocos. Es un listado grande lo que posibilita que malos elementos busquen la forma de aprovecharse, muchas veces no a título personal, sino con fines partidistas.
Y es que del clientelismo, el recibir regalos y favores a cambio del voto, se salta al ofrecimiento de un cargo en el aparataje público por el voto o por trabajar para cierta candidatura.
Es decir, unos más y otros menos, se sirven del Estado. Lo ven como un verdadero "botín" y reparten los cargos públicos y en las empresas estatales. Cargos con buena remuneración y que se ve como la justa recompensa.
Se pensó que con el cambio generacional sería distinto. Pero no ha sido así. Durante este gobierno se han creado 94 mil nuevos empleos públicos y no sólo los cargos de confianza son ocupados por militantes de partidos del oficialismo, también otros que debieron llegar por carrera funcionaria o un cargo de alta dirección pública.
Se ve difícil que situaciones así terminen, mientras nuestra política no dé ese salto de calidad y se entienda bien qué es el servicio público.