Una vez promulgada por el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, el 28 de diciembre de 2022 fue publicada en el Diario Oficial la ley 21.515 que regula la edad mínima para casarse en Chile a partir de los 18 años. Antes de ello, niñas y niños podían contraer matrimonio a partir de los 16 con autorización de sus progenitores, a una edad discutible si consideramos la inmadurez física y emocional inherentes.
Este hecho, que pareciera de sentido común, encierra desde el enfoque de género una problemática cultural extendida en nuestra nación y el mundo cuando se despliegan medidas para erradicar el matrimonio forzado infantil, en especial cuando son las niñas las más perjudicadas.
Este tipo de discriminaciones de género están sustentadas en mitos, tanto cuando nos referimos a la menarquia (primera menstruación) como a la menopausia (la última menstruación) cada vez que conocemos de burlas hirientes, tergiversaciones para dar consejos y desinformación para acceder a la red pública de salud.
El programa Mujeres, Derechos Sexuales y Reproductivos del SernamEG está dirigido a plantear estos temas desde el punto de vista de los derechos humanos apoyándonos asimismo en los compromisos asumidos por Chile en los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030 y el séptimo informe periódico Chile Cedaw de 2018 que abordan estas materias.
Uno de los talleres que contempla este programa está dirigido a mujeres mayores de 50 años, edad en que la etapa fértil de las mujeres comienza a declinar en un proceso que puede prolongarse por más de siete años y que está caracterizado por cambios fisiológicos y emocionales. Muchas atraviesan este trance sin acompañamiento.
Quienes han participado en nuestros talleres han recibido una formación para acceder a una etapa de sus vidas con mayor autonomía y plantar cara al futuro sintiéndose más plenas en el ejercicio de su sexualidad, independientes y dueñas de sus cuerpos. En momentos en que el peligro de la esterilización o embarazos forzados se esfuma y comienza a surgir la necesidad de compartir sus vivencias enriquecedoras, las mismas que nos han permitido como programa aportar al conocimiento en talleres con mujeres más jóvenes.
En total el año pasado fueron 1.473 personas quienes participaron en diversos talleres, atenciones y jornadas de este programa en Calama, Antofagasta y localidades cercanas a estos centros urbanos, con bloques segmentados por edades que parten de los 14. Estoy segura que al finalizar cada curso aportamos para que cada decisión sobre sus cuerpos se hiciera basada en el conocimiento y para que entendieran de donde parten los estereotipos culturales de género que tienden a confundir más que a develar temas sensibles de naturaleza humana como el sexo, el respeto y el amor.