Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Espectáculos
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Deportes
  • Contraportada

El mecanismo que genera las auroras podría ser el mismo en todo el sistema solar

E-mail Compartir

La sonda BepiColombo realizó su primer acercamiento a Mercurio y, gracias a sus datos, un equipo estableció que los mecanismos que provocan las auroras en la Tierra pueden ser los mismos en todo el sistema solar.

Un estudio que publica Nature Communications indica que las auroras de la magnetosfera del sur de Mercurio son similares a las que se ven en la Tierra y Marte, por lo que el mecanismo puede ser universal en todos los planetas.

BepiColombo es una misión conjunta de la Agencia Espacial Europea y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial que partió hacia Mercurio en 2018 y en octubre de 2021 hizo el primer sobrevuelo.

Los datos de la sonda fueron estudiados por un equipo encabezado por Sae Aizawa del Instituto de Investigación en Astrofísica y Planetología, que comprobó cómo los electrones que llueven sobre la superficie de Mercurio pueden desencadenar auroras de alta energía.

Las auroras terrestres se generan por las interacciones entre el viento solar, una corriente de partículas cargadas emitidas por el Sol, y una capa superior de la atmósfera terrestre cargada eléctricamente, denominada ionosfera.

Como Mercurio sólo tiene una atmósfera muy delgada, llamada exosfera, sus auroras son generadas por el viento solar que interactúa directamente con la superficie del planeta. Durante su primer sobrevuelo de Mercurio, Bepicolombo se acercó hasta 200 kilómetros por encima de la superficie del planeta.

Las observaciones realizadas por la sonda permitieron observar simultáneamente, por primera vez, diferentes tipos de partículas cargadas procedentes del viento solar en las proximidades de Mercurio.

Aizawa indicó que "por primera vez, hemos sido testigos de cómo los electrones se aceleran en la magnetosfera de Mercurio y se precipitan sobre la superficie del planeta".

Aunque la magnetosfera de Mercurio es más pequeña que la de la Tierra y tiene estructura y dinámica diferentes, "tenemos la confirmación de que el mecanismo que generan las auroras es el mismo en todo el sistema solar".

Identifican 500 genes que incluyen en lo que comemos

CIENCIA. Investigadora cree que se podría adaptar el perfil de una dieta y mejorarla.
E-mail Compartir

Agencias

Los alimentos que elegimos están influidos, en gran medida, por factores culturales, socioeconómicos o de accesibilidad. Sin embargo, hay casi 500 genes relacionados con la dieta y que parecen influir directamente en lo que comemos.Así lo indica un estudio de la U. de Colorado (EE.UU.) que será presentado en Nutrition, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, en Boston.

Los hallazgos son un paso hacia el uso de la genética de una persona para desarrollar estrategias de nutrición de precisión que ayuden a mejorar la salud o prevenir enfermedades.

"Algunos de los genes que identificamos están relacionados con las vías sensoriales -incluidas las del gusto, el olfato y la textura- y también pueden aumentar la respuesta de recompensa en el cerebro", explicó Joanne Cole, coordinadora de la investigación.

Como algunos de estos genes "pueden tener vías claras para influir en si a alguien le gusta o no un alimento, podrían utilizarse potencialmente para crear perfiles genéticos sensoriales que afinen las recomendaciones dietéticas de una persona en función de los alimentos que le gusta comer", agregó.

El análisis reveló unos 300 genes directamente asociados al consumo de alimentos específicos y casi 200 vinculados a patrones dietéticos que agrupan varios alimentos, por ejemplo, la ingesta general de pescado o el consumo de fruta.

El equipo empleó registros del Biobanco del Reino Unido, que contiene datos genéticos, socioeconómicos y de salud de 500.000 personas, para hacer un estudio de asociación de todo el fenotipo (PheWAS).

Un desafío en la identificación de genes relacionados con la dieta es que lo que la gente come se correlaciona con muchos otros factores, incluidos de salud como el colesterol alto o el peso corporal e incluso el estado socioeconómico.

Los investigadores aplicaron métodos computacionales para descubrir los efectos directos de las variantes genéticas que afectan la dieta y separarlos de otros indirectos, como aquellos en los que un gen afecta a la diabetes, lo que requiere que una persona coma menos azúcar.

El estudio demostró, según Cole, que los patrones dietéticos "tienden a tener efectos genéticos más indirectos, lo que significa que estaban correlacionados con muchos otros factores".

El equipo estudia ahora los genes recién identificados relacionados con la dieta para comprender mejor su función y trabaja para identificar más que influyan directamente en las preferencias alimentarias.

Cole quiere investigar el posible uso de la genética de una persona para adaptar el perfil de sabor de una dieta diseñada para perder peso, podría mejorar la adherencia.

También se podría utilizar estos nuevos conocimientos para adaptar los alimentos a la predisposición genética de una persona. "Si sabemos que un gen que codifica un receptor olfativo en la nariz aumenta el gusto por la fruta y potencia la respuesta de recompensa en el cerebro, los estudios moleculares de este receptor podrían utilizarse para identificar compuestos naturales o sintéticos que se unan a él", explica Cole.

Entonces, -agregó- podría explorarse si añadir uno de esos compuestos a alimentos saludables hace que sean más apetecibles para esa persona.

Vivan los Liceos Bicentenario

Magdalena Piñera Echenique
E-mail Compartir

El entusiasmo del título de esta columna tiene asidero. Terremoto, estallido social y pandemia de por medio, a los 320 Liceos Bicentenario de Chile (LB) les ha ido bien en sus primeros 13 años de caminar. Nacidos en 2010 -como una manera alentadora de conmemorar los 200 años del nacimiento de la República- han logrado no solo mejorar los estándares y sobrepasar la media nacional en la Paes, el Simce y otras evaluaciones, sino que ¡además! han conseguido construir una manera de mirar y enfrentar la realidad. ¿Cuál es esta?

No es que en los LB no haya problema -ello sería una falsa ilusión- sino que estos se encauzan con profesionalismo, innovación y -más importante aún- con un sentido único de responsabilidad y de urgencia. ¿Es que en todos los demás establecimientos educacional de Chile no hay intenciones de dar más y mejores herramientas a los estudiantes? ¡Por cierto que no! Pero que los LB tienen un sello reconocible a muchas leguas, es un hecho.

Recién volvemos de la XXIV Pasantía Cultural para docentes organizada Fundación Futuro (este invierno fue en la región de Antofagasta y asistieron 40 profesores de Liceos Bicentenario), impresionados con las ganas de "arremangarse las mangas" de esos educadores. Sus agudas preguntas en el Observatorio Astronómico Paranal, sus reflexiones al recorrer la salitrera Chacabuco y su sólida admiración ante la belleza del desierto de Atacama, emocionan.

Hoy (no mañana) en Chile, es posible generar un ecosistema escolar donde prime la capacidad de asombro, el respeto mutuo, de encontrarle sentido a la vida y de entender el dialogo como una certera herramienta para el bienestar. Asimismo, está comprobado que -en una comunidad educativa liderada hacia objetivos claros, pertinentes (y medibles) -es plausible mejorar los aprendizajes, hacer que estos sean significativos y que disminuya esa pegajosa desmotivación que flota en muchos ambientes escolares en estos días.

Si nos disponemos todos, Gobierno, sociedad civil, padres y apoderados, docentes, asistentes de la educación y alumnos también, a fortalecer todo lo que sea necesario para que la sala de clases sea un auténtico espacio de aprendizaje, será factible que en los medios de comunicación, RRSS y en las conversaciones de las mesas dominicales no solo se manifiesten una y otra vez (hasta con cierta morbosidad) los cuchillazos, overoles blancos, desoladores resultados académicos y paros de profesores en nuestros colegios.

A cambio, podremos mirar con esperanza a la educación como una herramienta eficaz para derrotar la pobreza, ensanchar los horizontes y fomentar el buen vivir. En ello vale la pena ponerle atención al ejemplo de los Liceos Bicentenario. Sin demasiados recursos extraordinarios ni pasmosas ideologías, algo "está pasando ahí" que debemos aplaudir y fortalecer. ¿No será que al hacerse cargo del bulto sin echarle tanto la culpa al empedrado se logran más las cosas que al contrario?