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Cultura de reciclaje a años luz

Hay muchos emprendedores que están expectantes respecto a lo que pueda hacer el Estado para incentivar una economía circular. La basura que va a para a el desierto, a las playas o la vía pública, estamos también al debe, no existiendo una cultura respecto a los daños que esto genera.
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Las regiones del norte del país son las más retrasadas en términos de reutilización de los recursos y reciclaje. Todo el mundo quedó impactado con la noticia de los gigantescos botaderos textiles, pero este no es el único problema, ya que en general hay problemas con la correcta gestión de los desechos domiciliarios, el aseo y ornato de las calles de la ciudad y también con la gran cantidad de basura, que va a dar a las playas y en zonas desérticas.

Está claro que hay muchas cosas por hacer, pero el principal problema es que no se ha comenzado por ninguna.

Actualmente, los puntos limpios son insuficientes para la población de la región, pero también hay una escasez de empresas que realizan trabajo de reciclaje de los desechos que se producen a nivel local y para la mayoría de los productos es necesario trasladarlos a Santiago, lo que finalmente es contradictorio si se busca aportar al medio ambiente.

Tampoco desde lo público no se ha podido apalancar los recursos para una planta a gran escala que se encargue del reciclaje y tampoco se ha generado un plan para retirar y separar residuos, donde todo se va al mismo lugar, a un relleno sanitario.

En cuanto a la basura que va a parar al desierto, a las playas o a la vía pública, estamos también al debe, no existiendo una cultura en la ciudadanía respecto a los daños que esto genera, no solo a la imagen de la ciudad, sino al medio ambiente en general y a los demás organismos que conviven con el ser humano.

El Gobierno tiene entre sus objetivos apuntar hacia el cuidado al medio ambiente con el fin de dejar un mejor planeta a las nuevas generaciones, no obstante es claro que hace falta una mirada desde lo regional, considerando las brechas existentes en las zonas extremas. Hay muchos emprendedores que están expectantes respecto a lo que pueda hacer el Estado para incentivar una economía circular.

Los desafíos pendientes en CASEN 2022

Roxana Zuleta Bravo , Directora de Trabajo Social. Universidad Andrés Bello
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Acabamos de conocer los resultados de la encuesta CASEN 2022, que muestran una significativa disminución de la pobreza por ingresos y pobreza multidimensional, afectando la primera a un 6,5% de la población, equivalente a 1.292.521 personas. Una importante baja, en relación con el 10,7% del año 2020. En tanto, la pobreza multidimensional, disminuyó de un 20,3% a un 16,9%, alcanzando a 3.313.549 personas en el país.

Estos datos constituyen un importante avance, y reafirman que acciones estatales dirigidas a disminuir la brecha de ingresos, tales como aumentar el sueldo mínimo, extender el acceso a la red de protección social del Estado a mayores grupos poblacionales, contar con pensión garantizada universal, o medidas tales como el IFE laboral de incentivo al empleo formal, entre otras acciones, van en la línea correcta, a fin de avanzar hacia la universalización de políticas de protección social.

Sin embargo, como todo promedio, esconde la persistencia de desigualdades. Como la pobreza por ingreso, que continua su tendencia de concentración histórica en nuestras zonas rurales, 9,9% versus 6,1% de las zonas urbanas; cifra que se dispara a un 28% versus 15,5% al tratarse de la pobreza multidimensional. Destacando Ñuble como la región con mayor pobreza por ingresos con 12,1%, casi duplicando el promedio nacional; seguida de las regiones de Araucanía 11,6%, Tarapacá 11% y Arica y Parinacota con un 9,2%, alcanzando Biobío un 7,5%. Mientras que en pobreza multidimensional destaca Tarapacá con un 19,2%, los Lagos 17,6%, La Araucanía 17,2% y Atacama con un 16,5%.

Al desagregar por sexo, la pobreza continúa afectando mayormente a hogares con jefatura femenina, con un 14,4% versus 12,5%. Panorama que da cuenta de la persistencia de brechas de género con un negativo e importante impacto en las autonomías económica, física y político decisional de las mujeres.

La pobreza continúa limitando la garantía de derechos de niñas, niños y adolescentes, en tanto un 18,4% se encuentra afectando por pobreza multidimensional y un 22,3% por la pobreza por ingresos, destacándose que el 12,2% de niños y niñas en esta condición, tiene entre 0 y 3 años de edad, etapa crucial para el desarrollo de la primera infancia.

La población perteneciente a pueblos indígenas es una de las más afectadas, alcanzando en pobreza multidimensional un 22% en comparación con el 16,4% de la población no indígena; cifras que, si bien han bajado, indican la necesidad de desarrollar acciones aún más dirigidas, intersectoriales y sostenibles en la materia.

Desigualdades que también se evidencian en la población migrante, quienes se encuentran mayormente afectados por la pobreza en comparación con la población chilena, alcanzando la pobreza multidimensional un 29,6% versus un 15,7%. Lo que evidencia la necesidad de fortalecer el sistema de protección social para este grupo, con acciones y programas reforzados en aquellas zonas territoriales de mayor concentración de población migrante.

Finalmente destacar, que las dimensiones que más afectan la pobreza multidimensional, son el trabajo y seguridad social con un 32,4%, vivienda y entorno con un 27,4%, educación con un 21,7% y salud con un 12,3%, lo que releva la necesidad de fortalecer las políticas e inversión pública en estas áreas, a fin de operar como sistemas articulados, que permitan no sólo la superación de la pobreza, sino también la garantía de condiciones mínimas de bienestar y ejercicio pleno de derechos humanos.

Rompiendo el micromachismo cultural

Magaly Garrido , Académica Trabajo Social. Universidad Central
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El reciente caso de apología a la violencia de género por parte de un diputado de la república, Sr. Gaspar Rivas, ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de abordar el concepto de micromachismo cultural en nuestra sociedad. Es esencial que comprendamos y nos eduquemos sobre este tema, para erradicar de una vez por todas los comentarios discriminatorios y actos de violencia que perpetúan desigualdades de género.

El micromachismo es un comportamiento que se cree sutil pero que es violento y significativo, el cual tiene sus raíces en creencias y actitudes culturales que promueven la superioridad masculina sobre la femenina. Se trata de actos discriminatorios que, en ocasiones, se presentan de manera encubierta en diversas situaciones de nuestra vida cotidiana. Aunque a veces puedan parecer insignificantes, estas acciones contribuyen a mantener una sociedad que avala y normaliza las desigualdades y violencia de géneros.

Debemos entender que el micromachismo es mucho más que un simple comentario o chiste sexista. Es una creencia profundamente arraigada en nuestra cultura que, en última instancia, fomenta la inequidad y perpetúa estereotipos dañinos. Reconocer la existencia de estos hechos nos permite abordar el problema de manera consciente y tomar medidas para cambiar nuestras actitudes y comportamientos.

Para lograr un cambio real es fundamental fomentar la educación y el diálogo sobre estos temas desde edades tempranas. Esto incluye tanto a instituciones educativas como a los medios de comunicación y líderes políticos, quienes deben asumir un compromiso en la promoción de la igualdad de género y el respeto a los derechos humanos de todas las personas.

El micromachismo cultural es un obstáculo que debemos superar si deseamos construir una sociedad justa y equitativa para todos y todas. Tomar conciencia de su existencia y actuar en consecuencia nos permitirá avanzar hacia un futuro en el que todas las personas, independientemente de su género, sean valoradas y respetadas por igual.