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Actualización al curriculum escolar

Sabrina Devia Astorga , Académica de la Facultad de Educación, U. Central
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Según lo establece la Ley General de Educación, la semana pasada se dio inicio a un nuevo proceso de actualización al curriculum escolar de 1° básico a II Medio. La novedad de este proceso, recaerá en una activa participación de profesores, docentes y académicos que desean proponer desde sus áreas, a la luz de los avances y mejoras que han estudiado durante todos los años que ha demorado la actualización curricular, con la expectativa de ser escuchados y considerados.

Algunos considerarán que la formación ciudadana es clave, otros pensarán en potenciar las habilidades del siglo XXI, más de alguien creerá que es necesario repensar con una mirada en la sustentabilidad, en la relación de las personas con la naturaleza y, en otro polo, estarán quienes dirán que no pueden quedar fuera las habilidades para desenvolverse con la inteligencia artificial.

Todas son relevantes, sin duda debemos avanzar en estos ámbitos, pero también se presenta una oportunidad para repensar el curriculum desde lo que cada localidad de nuestro país necesita, en función de las posibilidades que cada territorio requiere.

Como sistema educativo, debemos corregir aquello que claramente no ha dado resultado. Necesitamos un cambio curricular y didáctico en la alfabetización inicial. Mucho podemos proponer, con miras hacia aprendizajes que efectivamente sean pertinentes, pero no olvidemos que la lectura y la escritura son prácticas sociales y que, sin ellas, poco y nada podemos entender de formación financiera, sustentabilidad, sexualidad, educación socioemocional, entre otras tantas que ya comienzan a resonar.

Enseñar a leer y escribir no puede seguir siendo una asociación de fonema a grafema, no pueden seguir siendo prácticas de apresto, se deben corregir, de lo contrario seguiremos siendo la sociedad que decodifica, la sociedad que no comprende.

La importancia del diálogo constructivo

No basta con sentarse a una mesa sin el menor interés de lograr acuerdos. Ese tipo de acercamientos no sirven. Tiene que existir el compromiso de un nuevo pacto. A 50 años del golpe queda la sensación que el llamado de los expresidentes fue el mismo hecho en ese año, respecto a la necesidad de avanzar en acuerdos y un nuevo pacto.
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A propósito de los 50 años del golpe de Estado en Chile, diversos medios han programado entrevistas con expresidentes, quienes han recordado sus experiencias respecto al 11 de septiembre de 1973. Miradas individuales que explican la situación vivida, su devenir, el actual país y sus sueños para el desarrollo nacional.

Como era de esperarse el llamado siempre es al diálogo, a superar las diferencias y a concentrar la labor en los más necesitados, junto con impulsar políticas que mejoren exponencialmente los accesos a salud, educación y vivienda. Tres ejes que deben abordarse sin dilación, aunque la premura de los temas de seguridad absorban la agenda inmediata.

No se puede obviar que son muchas las voces, y de distintos sectores, que aseguran una reducción en los índices delictuales mejorando los tres ejes anteriormente citados. Lo que significa que se puede avanzar y esperar un buen resultado.

A 50 años del golpe queda la sensación que el llamado de los expresidentes fue el mismo hecho en ese año. Las marcadas diferencias impidieron avances y se terminó rompiendo la democracia.

Es lo que hoy buscan preservar los defensores de este sistema de gobierno y por ello están dispuestos a sentarse con opositores en busca de acuerdos.

El gobierno y los partidos de oposición la semana pasada se reunieron tras aquietarse las aguas con la conformación del nuevo gabinete y la renuncia de Giorgio Jackson. Los involucrados reconocieron que el avance fue sentarse, porque siguen las distancias y esas tendrán que acortarse para firmar acuerdos y se retome el compromiso con los sectores vulnerables sin dejar de lado el crecimiento.

Hay que revertir aquel mal presagio sobre la ingobernabilidad actual y apostar por un diálogo fructífero.

¡Vivir con honor o morir con gloria!

General de brigada, comandante en Jefe de la I División de Ejército
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Hablar de la figura del Padre de la Patria es hacerlo sobre la impronta de una persona visionaria y por qué no decirlo, adelantada a su época, con un profundo sentido de patriotismo, que tras 245 años desde su natalicio sigue más vigente que nunca, inspirando con su legado a las nuevas generaciones de chilenos y chilenas, no solo de quienes visten el uniforme militar, sino de todos quienes decimos con orgullo soy de nacionalidad chilena.

Su legado lo constituyen la creación de la Escuela Militar, la Escuela Naval, del Escudo de Transición, la Bandera y primer Himno Nacional, la abolición de los títulos de nobleza, el establecimiento de la nacionalidad chilena, del Tribunal Supremo de Justicia y la organización de la Expedición Libertadora del Perú. Junto a ellas, y no menos importantes, figuran la creación de la Academia de Música, la reapertura de la Biblioteca Nacional, la creación del paseo Alameda de las Delicias, del Cementerio General de Santiago, la instalación del alumbrado público y la fundación del liceo de La Serena.

Sin duda alguna, que el nacido en Chillán, gracias a sus estudios que cursó en el extranjero le permitieron nutrirse de los ideales independentistas y libertarios, lo que no significó que su infancia no haya sido difícil. Tras su regreso a Chile, entre muchos cargos, se convirtió en alcalde de Chillán y diputado por Los Ángeles.

Su vida siempre la vivió con gallardía, valor y entrega, demostrando un genuino amor por el país y espíritu americanista. Hecho que le fue reconocido en el extranjero al otorgársele los títulos de General del Ejército de la Gran Colombia, Brigadier de las Provincias Unidas del Río de la Plata y Gran Mariscal del Perú.

En su calidad de Director Supremo impulsó la consolidación de la independencia. Como soldado, se entregó noble y valientemente a la causa de Chile, lo cual fue largamente probado en el campo de batalla, haciéndose merecedor del cargo de General en Jefe. Del mismo modo, en el año 1817 se abocó a la organización de la República, para finalmente en el año 1823, dando una nueva muestra de amor por Chile, decide abdicar a su cargo para evitar el desarrollo de una guerra civil, siendo un claro ejemplo de su célebre fráse "¡Vivir con honor o morir con gloria, el que sea valiente que siga mi marcha!".

Jaime Izarnótegui López