A medio siglo del golpe en Chile
Cristian Rodriguez Salas , Director Instituto de Políticas Públicas UCN
Este año marca el 50 aniversario del golpe de Estado en Chile, un evento que cambió el curso del país y dejó una herida abierta en el imaginario colectivo. No obstante, medio siglo después, aún hay discrepancias sobre cómo interpretar aquellos sucesos. Aunque la historia no ofrece leyes científicas como las ciencias exactas, nos proporciona un conjunto diverso de interpretaciones que ayudan a entender la complejidad humana. Pero ¿cómo abordamos la memoria histórica en un marco que respete la dignidad y los derechos humanos?
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 fueron, y siguen siendo, objeto de intensos debates académicos, políticos y sociales. Algunos argumentan que el golpe fue necesario para estabilizar una nación en crisis; otros lo ven como un violento quiebre democrático que dio paso a violaciones sistemáticas de derechos humanos. Mientras que la historia no puede cambiar los hechos, sí permite un continuo replanteamiento sobre cómo los vemos, como los interpretamos y, lo más importante, cómo los recordamos.
Es necesario tener claro que cualquier interpretación de la historia debe estar fundamentada en la inquebrantable valoración de la dignidad humana. En el caso del golpe en Chile, esto significa recordar y condenar las violaciones a los derechos humanos. Las detenciones arbitrarias, la tortura y el asesinato político son actos que no pueden tener cabida en ninguna sociedad que se pretenda libre y justa.
El periodo de la dictadura es también una lección sobre el compromiso colectivo con el cuidado de la democracia. Nos enseña que la erosión de las instituciones y la polarización pueden tener consecuencias duraderas. En la actualidad, en un contexto de creciente crispación política en Chile y en muchas partes del mundo, esta lección es más relevante que nunca.
Por ello, al recordar estos 50 años del golpe de Estado, no debemos caer en la trampa de la simplificación o el revisionismo histórico. Debemos abordar la complejidad de esos eventos con el rigor que merecen, siempre con el objetivo de extraer lecciones que nos guían hacia un futuro más justo. La historia en su rol de intérprete, debe servir no solo como una ventana al pasado, sino también como un espejo de lo que aspiramos a ser.
En esta ocasión, el mejor homenaje a las víctimas y a quienes lucharon por restablecer la democracia en Chile, es reafirmar el compromiso con los derechos humanos, la justicia social y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. El diálogo informado y el respeto mutuo son nuestras mayores herramientas para asegurarnos de que los horrores del pasado no se repitan, y para avanzar como sociedad en un camino de inclusión y respeto a la dignidad humana.