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50 años después: ¿es posible la reconciliación?

Dr. Jorge Astudillo Muñoz , Académico de la Facultad de Derecho, UNAB sede Viña del Mar
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Existen acontecimientos que marcan a fuego la historia de los pueblos. El 11 de septiembre de 1973 es uno de esos hechos. Se trata de un episodio esencial para entender nuestra historia reciente. Sin embargo, a pesar de haber transcurrido medio siglo del abrupto fin del gobierno de Salvador Allende por medio de un golpe de Estado orquestado por las Fuerzas Armadas y Carabineros, las posiciones y los corazones de los chilenos siguen divididos respecto de ese hecho histórico. La naturaleza misma de la intervención militar del 73 y las violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo con posterioridad y la instalación de una dictadura militar por 17 años, explican esta profunda división. Pero tampoco debemos ignorar que la sociedad chilena se encuentra atravesando por un profundo clima de polarización política, especialmente desde el mes de octubre de 2019, lo que contribuye a conservar y mantenerse en esas trincheras ideológicas donde al que piensa distinto no se le considera un adversario, sino un enemigo. Lamentablemente, este ambiente polarizado es creado e incentivado desde las plataformas políticas ocupadas por aquellos que deberían trabajar para tender puentes que permitan el reencuentro entre chilenos.

Después de 50 años hay lecciones que nunca deberíamos olvidar ni menos ignorar: la dignidad humana y los derechos que de ella emanan son inviolables y su respeto debe ser irrestricto y sólo en el marco de una democracia se puede tratar de garantizar el mayor cumplimiento posible de esta máxima. Por lo mismo, si bien con toda seguridad no será posible lograr un consenso respecto de las causas que condujeron al golpe de Estado, su procedencia y lograr una condena absoluta a la violación de derechos humanos acaecida con ocasión del mismo, es deseable buscar el mayor acuerdo posible en virtud del cual se descarte y repudie la implementación en Chile de ideologías que propugnen la violencia como medio legítimo de acción política, así como las justificaciones a sistemas autocráticos (sean de izquierda o derecha). También debería existir un gran acuerdo en la declaración de la democracia como un valor irrenunciable y el pleno respeto a la dignidad y los derechos humanos como un compromiso fundamental que se constituya como uno de los soportes básicos de nuestra organización política y social.

Mucho se habla de reconciliación y reencuentro, pero ello sólo será un mero deseo si quienes desde sus correspondientes veredas políticas no tienen ni la capacidad ni menos la intención de hacer juicios críticos respecto de los distintos factores que desembocaron en el quiebre de nuestra democracia, ya que esta reflexión es imprescindible para comprometernos a una real garantía de no repetición, no sólo expresada formalmente en un texto jurídico, sino arraigada en la conciencia de Chile.

Homenaje a la Patria

Arturo Mardones Segura , Rotary Club Chuquicamata
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Los hombres, mujeres y niños de esta tierra generosa de expresión de arco iris donde están los cerros y montañas pintadas con los matices del cobre, del oro y del salitre, rinde el homenaje más ferviente de admiración y cariño a nuestra Patria. En este próximo cumpleaños de nuestro querido Chile, el brindar por la Patria es pedir, es invocar la prosperidad de esta tierra que nos vio nacer, crecer y participar de sus glorias y alegrías.

Esta tierra nuestra que al decir de un maestro es tan larga y angosta como la esperanza, nos evoca en este instante, su pasado de brillante historia, precedida por el verso genial que desde nuestra infancia repetíamos: "Chile, fértil provincia señalada, en la región antártica famosa de remotas naciones respetadas, por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida, ni extranjero dominio sometida".

Brindar por la Patria es recorrer su loca geografía que comienza con los áridos pero metálicos desiertos para terminar con los témpanos antárticos.

Es recorrer sus valles, sus ríos, sus montañas, con tantos volcanes que a veces son como bestias espantadas; es recordar los versos de nuestros poetas que se inspiran en sus visiones del entorno natural de nuestra tierra y en el alma de nuestros compatriotas. Brindar por la Patria es evocar nuestros valores reconocidos universalmente en el mundo de las letras, las ciencias, la política.

Brindar por la Patria es pensar en qué medida hemos contribuidos a la construcción del país que hoy tenemos. Brindar por la Patria es rendir homenaje a los hombres y mujeres que lucharon por la Independencia de Chile y por hacer de nuestro país una República libre, independiente y democrática. Y allí está la acción a través de sus líderes de los siglos pasados; pero también de los que hoy siguen buscando la forma de encontrar la paz, la solidaridad y la justicia.

Este brindis ha de ser también para pedir a Dios que ilumine la inteligencia de nuestros gobernantes y de todos aquellos que participan en los asuntos públicos a fin de que la paz, la tolerancia, la justicia y la fraternidad sea el norte de sus actuaciones. Que nuestro lenguaje vernáculo no se pierda en viscerales reacciones, en barbarismos o giros violentos y que la palabra sea siempre civilizada expresión de pacíficos y fraternales sentimientos o sana critica altruista,

Finalmente, digamos con Neruda: "Patria; Amor de mis amores, tierra pura, me amarré a tu proa de embarcación terrestre y así navegaremos confundidos hasta que tú me cubras y yo pueda contigo, eternamente ser vino que regresará en cada otoño, piedra de tus alturas, ola de tu marino movimiento".

Un poeta dijo: "Vino, sentimiento, guitarra y poesía, hacen los cantares de la Patria mía". Por la Prosperidad y la Felicidad de nuestra Patria, digamos ¡Salud!

No repetir los errores anteriores

Quienes siguen el proceso constitucional coinciden en que los constituyentes están repitiendo los mismos equívocos de sus antecesores que los llevaron al fracaso. Chile no puede perderse esta oportunidad de actualizar su constitución, de modernizarla y de entregar los lineamientos básicos para dar el salto de calidad que se merece.
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Expertos y analistas políticos coinciden en que la actual mayoría del Consejo Constitucional está repitiendo los mismo errores de quienes en el proceso anterior tenían los votos para imponer sus reglas en el proceso de redacción de la nueva carta magna. En aquella ocasión la posibilidad de acuerdo estaba vedada porque no era necesaria y bastaba con someter a pleno sus intenciones para lograr la aprobación gracias al apoyo en el sufragio interno.

Hoy es lo mismo y, lo más probable, que de seguir transitando por ese camino se llegue a un nuevo fracaso. La razón está dada en que, como lo demostró el anterior plebiscito de cierre, el votante nacional es de acuerdos, de conciliaciones y no de imposiciones, más si el proyecto se identifica con un solo sector ciudadano.

A la fecha hay enmiendas al borrador entregado por los expertos que han causado polémica y que sería bueno revisar. Son situaciones propias de la evolución de los países y que es necesario buscar fórmulas para que sin entregar las convicciones se llegue a puntos de consenso.

No es una tarea fácil, pero la comisión experta dio un ejemplo de que es posible. En este selecto grupo con representantes de todos los sectores, hubo discusión, debate y al final acuerdos. Por ende intentar cambiar gran parte y agregar otras de tono conflictivo, no significaría más que entorpecer la consecución del objetivo final.

Es cierto que al contar con los 2/3 -si se suma Chile Vamos- es tentador y abre el apetito por aprobar normas, incluso incorporar otras que regresivas. Es esta la tentación que se debe resistir para beneficio del país y de sus habitantes.

Chile no puede perderse esta oportunidad de actualizar su constitución, de modernizarla y de entregar los lineamientos básicos de una convivencia que logre dar el salto de calidad que nos merecemos.