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La "guardadora de semillas" que vela por las variedades nativas de la papa chilota

TRADICIÓN. Yolanda Millapichun vela por tipos de tubérculos endémicos de la isla.
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Efe

La "bruja", de un color morado muy intenso, es una de las variedades de papa más frágiles y más vulnerables al hongo tifón. La "viscocha", en cambio, es muy buena para hacer ñoquis o chapaleles porque tiene mucha agua. También está la "cabra", una de las más antiguas, y la "meca de gata", tan alargada y rojiza que podría confundirse con una raíz de cúrcuma.

Todas son variedades nativas de Chiloé y muchas se habrían extinguido si no fuera por el inestimable trabajo de mujeres como Yolanda Millapichun, una de las pocas "guardadoras de semillas" en la cuna de la papa chilena.

"Es difícil responder cuál es la que más quiero. Es como preguntarle a una mamá cuál es su hijo favorito", reconoce a Efe Millapichun en su huerto en Isla Lemuy, ubicado en la parte trasera de su hogar y donde cultiva 112 variedades nativas distintas de papa chilota.

"Hay una papa que se llama cielo azul, pero que es muy colorada. Son nombres muy chistosos", dice entre risas.

Más que un alimento

En Chiloé, un territorio único por su biodiversidad, sus tradiciones y sus prácticas agrícolas ancestrales que han sido reconocidas por la FAO, la papa es mucho más que la base de cualquier comida: es una forma de vida.

Se calcula que antes de la llegada de los españoles existían mil variedades, de las cuales han sobrevivido al paso de los años cerca de 250, gracias a generaciones y generaciones de "guardadoras de semillas".

"En Chile y en el mundo las mujeres rurales han desempeñado tradicionalmente el rol de producir y preparar alimentos, cultivando en sus huertos, guardando e intercambiando semillas y transmitiendo los conocimientos tradicionales sobre su conservación y uso", explica Andrea García, directora de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa).

No hay registros oficiales, pero se cree que "La Yoli", como se conoce cariñosamente a esta mujer de 63 años, es la agricultora rural que atesora la mayor cantidad de semillas ancestrales en su huerto, al que ha llamado "Jardín de variedades Rayenmilla", que en lengua mapuche quiere decir "flor de oro".

"Todos los años planto 3 tubérculos de cada variedad, los dejo 3 ó 4 meses en la tierra, los cosecho y los guardo en unas mallas con sus nombres. Las papas duermen un tiempo en la bodega y cuando ya tienen un tallo frondoso, en octubre más o menos, las vuelvo a plantar", explica.

Conscientes de la importancia de visibilizar el rol de las mujeres en el cuidado del patrimonio alimentario y la soberanía para la seguridad alimentaria, los Ministerios de Agricultura y de la Mujer lanzaron el año pasado la Red Provincial de Mujeres Guardadoras de Semillas Tradicionales en Chiloé, a la que ya se han unido 67 agricultoras.

"Las semillas tradicionales forman parte de la identidad cultural de las comunidades de nuestro país y son un patrimonio de los territorios", indica.

Se caracterizan, además, por una alta adaptación local, lo que las convierte en aliadas frente a los desafíos ambientales y en "la transición a sistemas alimentarios sustentables, resilientes, diversificados y nutritivos", agrega García.

A quién dejar el legado

Pese a ser hija y nieta de agricultoras de papas, la historia de Millapichun como "guardadora de semillas" comenzó hace 13 años cuando conoció a Andrés Contreras, un profesor de la Universidad Austral fallecido en 2014, que dedicó parte de su carrera a juntar el mayor número de variedades de semillas nativas.

Contreras, que determinó en un estudio que el 90% de las papas que se consumen en el mundo tienen su origen en Chiloé y no en Perú, como siempre se ha señalado, compartió sus semillas nativas con varias instituciones y agricultoras rurales.

Millapichun es la única que ha conseguido conservar las 112 variedades que le entregó el profesor. "Yo le prometí que iba a dar todo de mí y que no me iba a lucrar de ello", asegura la campesina, quien al lado de su jardín patrimonial tiene varias plantaciones de papa que sí comercializa.

Hay otras instituciones, como el Centro de Educación y Tecnología, que también levantaron su propio banco de semillas, llegando a almacenar 230 de las 250 variedades.

Personas y ecosistemas, cada vez más expuestos a la contaminación por mercurio

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Las emisiones de algunos halógenos reactivos -como el cloro, el bromo o el yodo- están provocando una mayor deposición de mercurio en los lugares más próximos a esas emisiones, y las personas y los ecosistemas, entre ellos los más prístinos, están cada vez más expuestas en esas regiones a esa potente neurotoxina.

Un equipo internacional de científicos, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español, comprobó cómo esas emisiones aumentan la oxidación del mercurio atmosférico y cómo eso deriva en una mayor deposición en la superficie terrestre.

Los investigadores, que publicaron los resultados de su trabajo en la revista PNAS, corroboraron que la exposición a la contaminación se produce al entrar el mercurio depositado en la cadena alimentaria, llegando, por ejemplo, al arroz, a los pescados, mariscos, y en última instancia, por consumo, a los seres humanos.

Las conclusiones, obtenidas con un modelo global de química atmosférica, revelan también que los mayores incrementos en la exposición humana a la contaminación por mercurio se sitúan en China e India, que son los principales emisores de mercurio y halógenos antropogénicos, estos últimos provenientes de la quema de carbón y de residuos.

El trabajo señala que este impacto, hasta ahora desconocido, debe considerarse en las políticas ambientales encaminadas a reducir los riesgos que conlleva la exposición a mercurio en la salud de seres humanos y en los ecosistemas.

"La química de oxidación del mercurio en la atmósfera es determinante para la deposición de mercurio atmosférico a la superficie de la Tierra, ya que produce compuestos oxidados de mercurio que son solubles y se depositan, principalmente, por las precipitaciones en forma de lluvia", explicó Alfonso Saiz-López, coordinador del estudio.

El científico señaló que las emisiones oceánicas de halógenos, potentes oxidantes del mercurio, son clave en la oxidación y deposición global del mercurio, particularmente en las regiones oceánicas y polares.

Una nueva fuente

En este trabajo, además de las emisiones naturales de halógenos, los investigadores incluyeron una nueva fuente de halógenos proveniente de la quema de carbón y residuos, y los resultados mostraron que los halógenos antrópicos aceleran considerablemente la oxidación y consiguiente deposición de mercurio en áreas continentales.

Este nuevo mecanismo de oxidación de mercurio incrementa la deposición de esta toxina en regiones cercanas a los puntos de emisión y, con ello, reduce el transporte de mercurio desde las zonas emisoras a regiones prístinas del planeta, como las zonas polares.

Estos resultados, por tanto, muestran la necesidad de reevaluar la contribución relativa de las emisiones de mercurio desde regiones contaminantes, como Asia, a la cantidad de mercurio distribuida por el planeta.

"Existe todavía amplia incertidumbre sobre el verdadero alcance de este nuevo proceso, pero nuestros resultados apuntan a la posible importancia de un mecanismo anteriormente no considerado que deriva en una mayor oxidación, y deposición, de mercurio en zonas habitadas", precisó Saiz-López.