Familia calameña mantiene la tradición de representar la "Alegoría de Topáter"
23 DE MARZO. Los Pinto Araya participan en este acto, que demanda semanas de preparación, desde la primera vez que la realizarom en el Liceo Eleuterio Ramírez.
Las antorchas y las luces cálidas iluminan la noche cercana al Monolito de Topáter, lugar de homenaje a los caídos en la Batalla de Calama del 23 de marzo de 1879 en la que tropas chilenas llegaron al pueblo de Calama en caballerías que cruzaron el río Loa, incluso en algunas partes sin ayuda de un puente para enfrentar la resistencia boliviana liderada por Eduardo Abaroa. Combate que conmemora de forma tradicional el Liceo Eleuterio Ramírez cada año, habiendo generaciones que han seguido esta tradición eleuteriana.
La Familia Pinto Araya ha estado involucrada en este acto desde Robinson Pinto (51) en sus tiempos de estudiante: "Yo participé el año 97, cuando apadrinó el Ejército al A-25, se hizo la primera Alegoría de Topáter. Se llamaba la 'premilitar' y en ese entonces íbamos los más desordenados. Los apoderados nos veían ir viernes y sábados al Ejército a hacer ejercicios en cola. Ahí aprendíamos sobre la marcha y eso mismo servía cuando fue el primer desfile de la Alegoría de Topáter".
En esos años entraban a clases y las primeras dos semanas era todos los días ir al sector Topáter a ensayar las peleas y el desfile, haciendo ejercicios al mando del profesor Aliro Santander, experiencia que motivó a Robinso a tomar la iniciativa de seguir una tradición en sus cinco hijos, inscribiendo a todos en el mismo liceo. Lo que dio resultados, ya que dos de ellos hoy son instructores de jóvenes que realizan el Teatro Histórico de Topáter en el que participa la comunidad y autoridades cada 23 de marzo al lado de monolito.
"Yo tengo cinco hijos y los cinco estudiaron en distintos tiempos en el LER. Y todos fueron partícipes, en su etapa de estudio, de la alegoría. Actualmente me queda mi último hijo menor que está en cuarto y siento mucha pena por él, porque es su último año y sacaron la alegoría del LER y es algo que en mis tiempos nunca se sacó, siempre la protegimos. Fuimos los fundadores de eso. Entonces es medio complicado", relata Robinson.
Su hija mayor Kimberly (30) fue la primera en participar, seguida por Franco (29), Duval (27), Julio (26) y Jojan (17). Este último no asistirá este año, aunque sí alcanzó a participar en la alegoría.
"Mira a mí sinceramente el liceo nos ilusionó desde que hicimos la alegoría en segundo medio, cuando volvió Topáter. Mi generación fue la más motivada con más alumnos inscritos y este año nos habían ilusionado que, como era último año, íbamos a hacer Topáter, íbamos a dar la cara por el liceo, iba a ver una experiencia más bonita. Pero nos topamos con la sorpresa que Topáter no lo iba a hacer el LER", dice Jojan Pinto.
secretos
La tradición eleuteriana mantiene ciertos secretos que realizan los grupos que entrenan en Topáter, de los cuales sabe bastante esta familia, pero prefiere resguardar. "Los ensayos del año pasado empezaban justo en la segunda semana de clases. Los instructores daban el aviso el día viernes y ya el lunes empezaban. Nos hacían subir a Topáter justo al centro del monolito, donde ex alumnos e instructores del Ejército nos enseñaban lo básico de escuela de milicia: las voces de mando, las posturas firmes, después veían que físicamente estábamos preparados la mayoría. Nos hacían correr, nos hacían hacer ejercicios y algunos se portaban mal y los hacían pagar, entre comillas, su castigo", explicó Johan Pinto.
En la logística de dos semanas y dos días de ensayo el desempeño en el entrenamiento y la condición física supedita el puesto en la obra, ya sea como soldado chileno o boliviano. Aunque el uso de caballos es exclusivo de militares y ex alumnos. Jojan Pinto contó que la última vez que participó eran 100 alumnos y más de 20 exalumnos.
"En los tiempos de antes, de los noventas, ponte tú ahora hay 100. Yo me acuerdo que en ese tiempo siempre éramos como 45, porque era la primera vez que se hacía y eran los primeros medios y había un solo escuadrón de bolivianos. Éramos poquitos, era re humilde: los gorritos eran de cartón. Era distinto", manifestó Robinson Pinto, ex alumno del liceo que lleva el nombre de uno de los combatientes de la Batalla de Calama en la Guerra del Pacífico.
"Yo tengo cinco hijos y los cinco estudiaron en distintos tiempos en el LER. Y todos fueron partícipes, en su etapa de estudio, de la alegoría".
Robinson Pinto