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El búnker de Mussolini vuelve a retumbar

ROMA. El refugio aéreo de 1941 no terminó de construirse. Ahora se puede visitar y un sistema hace vibras el suelo y por megáfono se recrean los bombardeos.
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El búnker que el dictador Benito Mussolini mandó excavar bajo su residencia romana para protegerse de los bombardeos de la II Guerra Mundial volvió a retumbar este jueves, gracias a una instalación sensorial con la que se pretende revivir una de las páginas más negras de la larga historia de la capital italiana.

"Se ha hecho un buen trabajo en un lugar que era justo que fuera accesible, por tratarse de otra pieza para recuperar los espacios de la historia y de la memoria de nuestra ciudad", sostuvo durante la reapertura el alcalde Roberto Gualtieri.

La Villa Torlonia de Roma fue desde 1929 la residencia de Mussolini, el dictador fascista que gobernó Italia con mano de hierro durante dos décadas, y de su familia: su esposa Rachele y sus hijos -reconocidos- Edda, Vittorio, Bruno, Romano y la pequeña Anna María.

La vida era agradable en este palacio propiedad de una famosa dinastía romana: en sus salones los Mussolini brindaban fiestas a los jerarcas fascistas, mientras en su enorme jardín se distraían con partidos de tenis o ejercicios de equitación.

Sin embargo, unos amenazantes nubarrones negros aparecieron sobre las copas de los árboles de Villa Torlonia al final del verano de 1939, cuando Mussolini y su aliado alemán, el nazi Adolf Hitler, arrastraron a Europa y al planeta a la sangrienta II Guerra Mundial.

Con los primeros bombardeos, el 'Duce' italiano mandó construir en su finca tres refugios subterráneos: el primero, a partir de 1940, se excavó bajo un lago de la propiedad, aunque pronto se pensó en la necesidad de edificar un escondite más resistente.

El lugar elegido fue el conocido como "Casino Nobile", una pequeña mansión dentro de la villa que, con sus frescos y lámparas de araña, escondió los refugios acorazados que se fueron fortificando con el desarrollo de la contienda.

En 1941 se edificó un refugio aéreo con muros de 120 centímetros de grosor, puertas antigas y un sistema de depuración de aire. Y un año después, todavía más abajo, a seis metros de profundidad, se empezaron las obras de otro búnker con muros de cuatro metros.

Sin embargo, el arresto de Mussolini en abril de 1943 haría que el búnker quedara sin terminar (faltan las puertas de aislamiento, el sistema de ventilación y los baños).

La reapertura de estos lugares parece evidenciar que Mussolini se escondía cada vez más, y más profundo, como si entreviera el destino de un conflicto en el que, al final, él mismo perdería la vida, ejecutado en 1945 junto a su amante Clara Petacci.

La reapertura de estas guaridas de la Villa Torlonia permite ahora revivir aquellos tiempos de una forma sensorial, ya que se ha instalado un sistema que hace vibrar el suelo del búnker mientras por megafonía resuenan los ecos de los bombardeos aliados, como el que asoló el barrio romano de San Lorenzo en julio de 1943.

Precisamente en las paredes de estos refugios acorazados se proyectan imágenes de aquellos días y noches ruinosos, recogidos por las cámaras del Instituto LUCE, la maquinaria cinematográfica creada bajo el régimen fascista como instrumento de propaganda. =

Investigadoras desarrollan nanodispositivo que puede obtener Energía a partir de cualquier agua evaporada, incluido el sudor humano

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Investigadoras de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) desarrollaron un nanodispositivo capaz de obtener energía a partir de la evaporación de agua con diferentes salinidades, lo que contradice el conocimiento previo de que este proceso sólo funcionaba con agua altamente purificada.

El estudio, publicado en la revista especializada Cell Press Device, revela así un vasto potencial energético de los dispositivos a nanoescala al poder generar electricidad a partir del agua de la llave o del mar, así como de cualquier superficie donde haya líquido o incluso humedad, como el sudor humano.

Para qué serviría

Esta cualidad podría ser útil para alimentar eléctricamente sensores conectados a televisores inteligentes o dispositivos de monitoreo de salud y entrenamiento físico.

También se podría emplear para producir agua limpia y aprovechar la electricidad al mismo tiempo, extrayendo el agua dulce de la salada y además condensando el vapor producido por la superficie de evaporación.

Desde 2017, la jefa del Laboratorio de Nanociencia de la EPFL, Giulia Tagliabue y la estudiante de doctorado Tarique Anwar han estado trabajando con este nanodispositivo para aprovechar este potencial energético.

Así, mediante una red hexagonal de nanopilares de silicio espaciados de forma perfecta para la evaporación de muestras de fluidos, han descubierto que este dispositivo a nanoescala es capaz de ajustarse con precisión a los efectos del confinamiento de fluidos.

"A medida que aumenta la concentración de iones en el fluido, también aumenta la carga superficial del nanodispositivo. Como resultado, podemos utilizar canales de fluido más grandes mientras trabajamos con fluidos de mayor concentración", afirmó Tagliabue en un comunicado de la institución.

Así, en la mayoría de los sistemas fluídicos que contienen soluciones salinas, hay la misma cantidad de iones positivos y negativos, mientras que cuando se confina el líquido a uno de estos nanocanales, sólo quedan iones con una polaridad opuesta a la de la carga superficial.

Equilibrio Químico

"Esto se remonta a nuestro principal descubrimiento de que el equilibrio químico de la carga superficial del nanodispositivo puede aprovecharse para ampliar el funcionamiento de los dispositivos hidrovoltaicos en toda la escala de salinidad", añadió la experta.

De esta forma, la evaporación establece un flujo continuo dentro de los nanocanales dentro de estos dispositivos, que actúan como mecanismos de bombeo pasivo, un efecto similar al que se observa en los microcapilares de las plantas, donde el transporte de agua se produce gracias a una combinación de presión capilar y evaporación natural.

Ambas investigadoras esperan ahora seguir explorando este potencial con la creación de un módulo prototipo en condiciones reales en el lago Lemán (en la frontera entre Suiza y Francia) con el apoyo de una subvención de la Fundación Nacional Suiza.