Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Espectáculos
  • Clasificados
  • Servicios
  • Cartelera y Tv
  • Deportes

Descubren cómo trabajan las células cancerosas de un tumor para migrar e invadir otras partes del organismo

ESTUDIO. Investigadores de la Universidad de Leipzig y el Instituto de Bioingeniería de Cataluña revisó líneas de cáncer de mama y explantes de tumores primarios.
E-mail Compartir

Agencias

Las células cancerosas de un tumor pueden, en ocasiones, invadir otros tejidos. Un nuevo estudio aporta conocimiento sobre cómo se propagan y apunta que la interacción entre las diferentes capacidades de contracción de las células determina si pueden migrar a otras partes del organismo.

Entender cómo se propagan las células cancerosas desde un tumor primario es importante por varias razones, entre ellas para determinar la agresividad de la enfermedad.

El movimiento de las células hacia la matriz extracelular (MEC) del tejido vecino es un paso esencial en la progresión del cáncer que se correlaciona directamente con la aparición de metástasis.

La matriz extracelular es una red tridimensional que sostiene y da estructura a las células y tejidos del cuerpo. Entre sus funciones está ayudar a que las células se unan y se comuniquen con otras cercanas y tiene un papel importante en la multiplicación y el movimiento celular.

Contractilidad celular

Investigadores de la Universidad de Leipzig, Alemania, y del Instituto de Bioingeniería de Cataluña publican en APL Bioengineering un estudio en el que usaron líneas celulares de cáncer de mama y explantes de tumores primarios de pacientes con esa enfermedad y de cuello de útero.

El objetivo era examinar dos modos distintos de contractilidad celular, los cuales determinan la capacidad de contraerse. Uno de ellos una tensión superficial tisular colectiva que mantiene compactos los grupos celulares y otro, más direccional, permite a las células introducirse en la matriz extracelular.

El equipo se centró en dos parámetros: La capacidad de las células para tirar de las fibras de la matriz extracelular, generando fuerzas de tracción y en su capacidad para tirar unas de otras, generando una elevada tensión superficial del tejido, explicó Eliane Blauth, de la Universidad de Leipzig.

"Vinculamos cada propiedad a distintos mecanismos contráctiles y nos preguntamos cómo se relacionan con el escape de las células cancerosas y la agresividad tumoral", señaló Blauth citada por APL Bioengineering.

El equipo descubrió que las células más agresivas tiran más de la matriz extracelular que de sí mismas. Por el contrario, las células no invasivas hacen justo lo contrario.

Esos distintos comportamientos de tracción se atribuyen a las diferentes estructuras del citoesqueleto de actina (un tipo de proteína) dentro de las células.

Las células invasivas utilizan principalmente fibras de actina de tensión -gruesos haces de actina que se extienden por la célula- para generar fuerzas sobre su entorno.

Las células no invasivas, por su parte, generan fuerzas a través de la llamada corteza de actina, una fina red situada directamente bajo la membrana celular.

El potencial de escape

El estudio demostró que no es la magnitud global de estos modos de contractilidad, sino la interacción entre ellos lo que determina el potencial de escape de una célula, indica la publicación.

Los experimentos con células medianamente invasivas demostraron que la fuerza total que generan sobre las fibras de la matriz extracelular es comparable a la de las células no invasivas, pero aun así pueden desprenderse e invadirla.

Las células no invasivas siguen teniendo una alta contractilidad cortical, lo que las mantiene unidas, mientras que en las moderadamente invasivas esta casi desaparece, "así que no hay mucho que las retenga aunque tiren mucho más débilmente de las fibras de la matriz extracelular", explicó Blauth.

Además, la capacidad de las células para tirar unas de otras y mantenerse agrupadas se debilita a medida que el tumor crece, aumentando potencialmente el riesgo de metástasis.

Identifican derivado de un carbohidrato que promueve una poderosa inmunidad frente al cáncer

E-mail Compartir

Un equipo de investigadores del Trinity College de Dublín descubrió una sustancia en un aditivo de las vacunas que promueve una potente inmunidad frente al cáncer, y que probó con éxito en experimentos con animales.

Se trata de una sustancia llamada C100 y derivada de la quitina, un carbohidrato presente en la pared celular de hongos o en el esqueleto de cangrejos y otros insectos, que puede usarse como aditivo de las vacunas.

Estos aditivos se agregan habitualmente a las vacunas para mejorar la respuesta inmunitaria de quien las recibe.

Clave en la detección

En el hallazgo, descrito en la revista Cell Reports Medicine, los investigadores explican cómo el C100, derivado de la quitina, es altamente eficaz para estimular una molécula clave para señalizar a las células inmunitarias dónde está el tumor para que puedan actuar frente a él.

"Las vacunas son una forma de inmunoterapia contra el cáncer cuyo objetivo es convertir el propio tumor en una vacuna", señala uno de los autores, Ed Lavelle, del Trinity College de Dublín.

"Para que la vacuna funcione bien, es necesario utilizar un adyuvante o refuerzo que ayude a poner en marcha la inmunidad antitumoral y hemos visto que el C100 es muy potente en ese sentido", agrega.

Su estudio detalla cómo actúa el C100 activando una rama de señalización del tumor específica sin provocar respuestas inflamatorias nocivas que podrían interferir con la terapia de inmunidad, impidiendo su éxito.

Además, el equipo descubrió que la inyección de C100 produce efectos positivos adicionales, ya que vieron que acelera la respuesta inmunitaria.

"Creemos que, combinado con otras inmunoterapias contra el cáncer, el C100 mejoraría las tasas de respuesta a las terapias inmunológicas contra el cáncer", afirma otra de las autoras, Joanna Turley.

"La inmunoterapia por vacunación tiene grandes ventajas frente al cáncer, pero requiere adyuvantes potentes y específicos que puedan inducir una inmunidad antitumoral protectora. Nuestra investigación indica que el C100 tiene un potencial enorme en este escenario", concluye Lavelle.