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Descubren que los piojos del cuerpo humano, distintos a los de la cabeza, son potentes transmisores de la peste

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Un equipo de investigadores estadounidenses descubrió que los piojos que afectan al cuerpo humano (distintos a los de la cabeza) contribuyen de forma más potente de lo que se pensaba a la transmisión de la bacteria causante de la peste.

El hallazgo, recogido este martes en la revista Plos Biology, ha sido llevado a cabo por investigadores del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, en el estado de Montana, y muestra que la influencia de estos piojos en pandemias pasadas puede ser más importante de lo que se creía hasta ahora.

La bacteria 'Yersinia pestis' ha sido responsable de numerosas pandemias de peste en la historia, como la peste negra que diezmó a la población europea en la Edad Media.

Hasta ahora se pensaba que las ratas y las pulgas, a través de las picaduras, eran los principales vectores de transmisión a humanos, pero los autores de esta investigación han visto que las picaduras de los piojos del cuerpo humano pueden tener también un papel muy relevante en la transmisión del patógeno causante de la peste.

Para ello, llevaron a cabo una serie de experimentos de laboratorio en los que alimentaron a los piojos de muestras de sangre que contenían la bacteria 'Yersinia pestis'.

Posteriormente, los colocaron en una membrana artificial, que simulaba la piel humana caliente, para comprobar el potencial de transmisión en un entorno de laboratorio.

El experimento mostró cómo la bacteria 'Yersinia pestis' puede infectar un par de glándulas salivales que se encuentran en los piojos del cuerpo, conocidas como glándulas de Pawlowsky, haciendo que la transmisión del patógeno de la peste a los personas, a través de la picadura, fuera más potente.

"Descubrimos que los piojos del cuerpo humano son mejores transmisores de Yersinia pestis de lo que se pensaba y que podrían haber desempeñado un papel en brotes de peste anteriores", subraya uno de los autores, David Bland, investigador del citado centro.

Los bebés que oyen dos idiomas en el útero perciben el habla de forma distinta al nacer

ESTUDIO. Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona concluyó que recién nacidos de madres bilingües o políglotas son más sensibles a distintos tonos del sonido.
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Agencias

Está demostrado que mientras están en el vientre materno los bebés oyen y aprenden el habla, al menos en el tercer trimestre de gestación. Lo que no se sabía era cómo empiezan a asimilar el lenguaje los fetos en desarrollo cuando su madre habla varios idiomas.

Ahora, un estudio del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona (UB) -España- demostró que los bebés recién nacidos de madres que hablan dos o más idiomas (bilingües o políglotas) son más sensibles a los distintos tonos del sonido y que los bebés de madres monolingües se "especializan" en los tonos de una sola lengua.

En el mundo hay 3.300 millones de personas bilingües (43% de la población mundial), y en muchos países el bilingüismo o multilingüismo son lo normal.

"Aquí demostramos que la exposición a un habla monolingüe o bilingüe tiene efectos diferentes al nacer sobre la 'codificación neural' del tono de voz y los sonidos vocálicos: es decir, cómo el feto ha aprendido inicialmente la información sobre estos aspectos del habla", explica Natàlia Gorina-Careta, coautora del estudio cuyas conclusiones se publicaron este miércoles en la revista 'Frontiers in Human Neuroscience'.

Los recién nacidos de madres bilingües parecen más sensibles a una gama más amplia de variaciones acústicas del habla, mientras que los recién nacidos de madres monolingües parecen sintonizar más selectivamente con la única lengua en la que han estado inmersos, explican los autores.

Español-catalán

Para comprobar cómo sucede, el equipo hizo un estudio en Cataluña, donde el 12% de la población usa habitualmente el catalán y el español, con 131 madres de 131 recién nacidos en el Hospital Infantil Sant Joan de Déu de Barcelona.

El 41% había hablado exclusivamente catalán (9%) o castellano (91%) durante el embarazo, incluso cuando le hablaba a su bebé en la barriga y el 59% restante había utilizado dos idiomas (al menos el 20% del tiempo en el segundo idioma): o bien castellano y catalán, o bien una combinación de uno de ellos con lenguas como el árabe, el inglés, el rumano o el portugués.

"Las lenguas varían en los aspectos temporales del habla, como el ritmo y la acentuación, pero también en el tono y la información fonética. Esto significa que se espera que los fetos de madres bilingües estén inmersos en un entorno acústico más complejo que los de madres monolingües", explica Carles Escera, catedrático del Instituto de Neurociencias y uno de los dos autores correspondientes.

Con electrodos

Los investigadores pusieron electrodos en la frente de los bebés para medir la 'respuesta de seguimiento de frecuencia (FFR) a la reproducción repetida de un estímulo sonoro compuesto por cuatro etapas: la vocal /o/, una transición, la vocal /a/ en un tono estable y /a/ subiendo de tono.

El FFR mide con qué precisión los picos de acción producidos por las neuronas de la corteza auditiva y el tronco encefálico imitan las características de las ondas sonoras del estímulo.

Un FFR más característico es prueba de que el cerebro ha sido entrenado más eficazmente para captar con precisión ese sonido.

Por eso, el FFR puede utilizarse como medida del grado de aprendizaje auditivo, experiencia lingüística y entrenamiento musical.

La prueba demostró que el FFR a la reproducción del sonido /o a/ era más distintivo, es decir, mejor definido y con una mayor relación señal-ruido, en recién nacidos de madres monolingües que en los de madres bilingües.

Aprendizaje

Los resultados sugieren que el cerebro de los fetos de madres monolingües había aprendido a ser sensible al máximo al tono de una sola lengua, en tanto que el cerebro de los fetos de madres bilingües parecían haberse vuelto sensibles a una gama más amplia de frecuencias tonales, pero sin generar la máxima respuesta a ninguna de ellas.

Por tanto, es posible que exista un equilibrio entre eficacia y selectividad en el aprendizaje del tono, apunta el estudio.

"Nuestros datos muestran que la exposición prenatal al lenguaje modula la codificación neural de los sonidos del habla medida al nacer", a la vez que "aportan nuevos conocimientos sobre sus efectos", concluye Escera.