Un hombre solo no puede alcanzar la felicidad. Cuando los seres humanos comprendan esto, cambiarán radicalmente su manera de ser. Nadie puede alcanzar la felicidad solo. La felicidad sólo se puede concebir si el mundo entero es feliz. Si hay un solo niño que no sea feliz, si hay un pueblo que no sea feliz, si hay un solo animal que no sea feliz, la felicidad nunca podrá ser total.
Pero la gente trata de enriquecerse a costa de los demás, mintiendo a los demás, explotando a los demás, reduciendo a la esclavitud espiritual y material a los demás.
¿Por qué actúan? ¿Por qué incluso llegan a matarse? La respuesta es muy simple y contradictoria, cada cual busca la felicidad. Sea el gerente de una empresa, el poblador, el profesional, o el hombre común. Todos buscamos la felicidad. El problema es que el hombre, a veces, la busca de manera equivocada, dándole la espalda a los valores que la sustentan.
La felicidad, que no está exenta de dolor, es plena en justicia y solidaridad, sólo puede lograrse si el mundo entero es feliz, porque todos tenemos necesidad de interdependencia. El trabajo en equipo es indispensable para el éxito en la vida. Un equipo deportivo bien puede contar con una o varias estrellas, pero el brillo de éstas no asegura la victoria a menos que exista coordinación, cooperación y espíritu de equipo entre los jugadores. De igual manera los humanos no podemos existir ni progresar sin los demás. No tenemos sentido sin los demás. Y debemos pensar en los demás antes de pensar en nuestros propios asuntos y necesidades.
No hay tercer mundo. Ni segundo, ni primero, no hay países desarrollados, en desarrollo o subdesarrollados. Sólo hay una humanidad, sólo hay un mundo. Cuando comprendamos esto no habrá personas ni países ricos ni pobres, por que el rico no puede ser feliz mientras exista el pobre.
La solución es vivir en paz, respetando a los demás, buscando la armonía. Primero en nosotros mismos, después entre los que nos rodean. Pienso que hay comida suficiente para todo el mundo, que hay progreso suficiente para todo el mundo, que hay esperanza suficiente para todo el mundo. Sólo es cuestión de estado de conciencia y voluntad. Cada ser es poseedor potencial de ese estado de conciencia y de esa voluntad que junto a las nuestras puede provocar el milagro.
Si todos los hombres del mundo trabajáramos en proyectos de bien común, el mundo sería mejor y todos nosotros lograríamos una mayor satisfacción en nuestra participación.
Como se nos prometió, algún día el manso heredará la Tierra. Pero hoy debemos dejar nuestras pequeñeces y egoísmos y ser leales a la mejor de las causas posible: La felicidad de la Humanidad.