Un futuro brillante
LA REGIÓN QUE SOÑAMOS. Karen Behrens, delegada presidencial regional
"Las mezquindades y arbitrariedad nos restan el espacio posible de concretar los sueños de cada uno, sé bien que el Chile de mi madre no es el mismo que me corresponde vivir y no será el que vivirán mis hijas". Karen Behrens Delegada presidencial
Antes de hablar del futuro de la región de Antofagasta es necesario considerar los desafíos que tenemos para hacer realidad nuestros anhelos. Uno de los más importantes es resolver las problemáticas que aquejan directamente a la ciudadanía y que se transforman en un permanente cable a tierra para quienes estamos en la gestión pública. Por eso, como Gobierno, hemos trabajado en acciones concretas y en sentar las bases de una mejor calidad de vida en cuanto a salud, con el Copago Cero; vivienda, con planes urbanos habitacionales y de emergencia habitacional, que nos permitan terminar de una vez, con la postergación que tantas familias han sufrido en relación al sueño de la casa propia y de una ciudad conectada, en donde nadie se sienta marginado por las distancias, estar lejos de los servicios del Estado o los servicios básicos.
Lo mismo con los Servicios Locales de Educación Pública que devuelven la educación al Ministerio correspondiente, los profundos cambios en las políticas medio ambientales que buscan el equilibrio entre la producción económica y el bienestar integral de la comunidad y por supuesto, en seguridad, dotando a nuestras policías y al Ministerio Público de todas las herramientas necesarias para enfrentar las amenazas de la delincuencia y el crimen organizado.
Estoy convencida que todos estos y muchos otros avances que se vienen gestando desde gobiernos anteriores y los de este mandato, contribuirán a que en el futuro, disfrutemos de una región que será tanto productiva como turística con todas las maravillas naturales que posee, con conectividad rápida y segura entre sus ciudades, en donde las acciones culturales y deportivas en los espacios públicos hayan vencido a la delincuencia; un futuro en el que las comunidades rurales tengan todas las oportunidades y herramientas para desarrollarse en sus territorios y conserven nuestra cultura ancestral y en donde también, todas y todas convivamos sanamente con las diversas nacionalidades que llegan a esta tierra en busca de mejores oportunidades, pero por sobre todo, veo una región de Antofagasta en donde el bienestar de las personas sea la prioridad; ciudades y pueblos en donde la calidad de vida sea el motor de cada una de nuestras acciones, para que podamos desarrollarnos como personas en una gran comunidad rica en tradiciones y diversidad.
Sin embargo, ese futuro brillante que todos anhelamos no solo depende de los gobiernos de turno, la inversión estatal o privada y ni siquiera de un golpe de suerte. Todas y todos debemos participar de las acciones que nos llevarán a proyectar nuestra región hacia el futuro y mi llamado es ese, a compartir estos sueños y a trabajar por ellos desde las cosas sencillas y pequeñas del día a día, hasta las grandes decisiones que debemos tomar como país.
Las mezquindades y arbitrariedad nos restan el espacio posible de concretar los sueños de cada uno, sé bien que el Chile de mi madre no es el mismo que me corresponde vivir y no será el que vivirán mis hijas. Creo en el trabajo colaborativo, y en erradicar la polarización, que distancia y engaña. Si fuésemos capaces de lograr acuerdos y conversar, quizás podríamos avanzar más rápido, como decía Humberto Maturana, "en el conversar construimos nuestra realidad con el otro" y sin olvidar que somos seres de emociones, ser capaces de construir y reconstruir con los otros. Así surgen los acuerdos, así fortalecemos nuestra realidad y la interpretación que tenemos de ella.
Estoy consciente que las transformaciones sociales a las cuales aspiramos, puede no entenderse hoy, pero si fuésemos capaces de mirar desde el futuro observaremos que vivimos una época en que podemos marcar muchas diferencias, como el pago de la deuda histórica de quienes nos formaron, contar con pensiones para una vejez más justa y menos empobrecida, contar con un acceso a la salud garantizado, o con una educación de calidad.
Yo me reconozco como una hija de la educación pública, y aspiro que esa oportunidad la tengan nuestros niños y niñas, en donde los límites sean infinitos y no pierdan la capacidad de sorprenderse con sus potencialidades y de vivir sus propias emociones.
El futuro de la región es en gran medida, nuestra responsabilidad y de ahí, la invitación a todas y todos a que participemos de su construcción, con respeto, convicción, optimismo y mucho amor por nuestro Norte Grande, el mismo que heredamos y que espero heredar en buena forma a los que me seguirán.