Expectativas de puras ilusiones
Tanto la izquierda, como la derecha siguen creyendo que una persona, un liderazgo, los sacará del marasmo y anomia actual. Eso es un error de fondo. La escasa credibilidad y confianza de hoy se relaciona más con el propio momento de la modernidad y su propio desencanto.
Quizás por una tradición religiosa, nuestra sociedad tiende a buscar soluciones a los problemas en el carisma de algunas personalidades. Esto es muy notorio desde hace algunos años en la política, espacio que trata de encontrar liderazgos funcionales, más que en el propio sustrato de las ideologías que defienden y proclaman.
Las personas somos contextos y los liderazgos también, aparecen en los espacios de oportunidad, en las coyunturas; a diferencia de los partidos o las ideas que tienen un marco que debería sobrepasar los momentos inmediatos.
Es aquello, la ausencia de esa reflexión, lo que pudiera explicar, tanto la crisis de los partidos, como la aparición de personeros de ámbito amplio que ofrecen soluciones atractivas, simples, pero suficientes para conseguir éxitos aparentes.
Qué han ofrecido, por ejemplo, los partidos denominados de "ultra derecha" que han ganado espacios en la sociedad local. Apenas conocemos sus reclamos en materia de seguridad, migración y otros, pero poco más que eso.
Al otro lado de la vereda, los partidos que también podrían calificarse de "ultra izquierda", como el Comunista y el Frente Amplio, han logrado triunfos, sobre la base de diagnósticos equivocados, medios falsos y una ejecución (ya instalados en el gobierno), más mediocres que óptimos.
¿Cuáles son las banderas irrenunciables, cuáles son los márgenes para el desarrollo de las personas y las sociedades? Esa conversación sigue pendiente y en la medida que se siga esperando la aparición de un Mesías de izquierda o derecha, todo continuará entrampado en el anhelo de un imposible, de una mera ilusión.
Es un error -debe enfatizarse- seguir levantando liderazgos de proclamas y alejados de ideas firmes.