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Democracia sin condiciones

Decir que el golpe de Estado de 1973 era "necesario" y que "era inevitable que hubiesen muertos", como lo hizo Evelyn Matthei, es una afirmación que duele y preocupa. No sólo por el peso de la historia que arrastramos, sino porque relativiza principios fundamentales que deben unirnos como país: el respeto irrestricto a la democracia y a los derechos humanos.

Chile ya vivió las consecuencias de abandonar los caminos institucionales. Sabemos lo que significa una dictadura: censura, persecución, exilio, tortura, muerte. Nada de eso puede ser justificado ni normalizado. No había, ni habrá, justificación moral ni política para romper la democracia.

Hoy, cuando aún sanamos heridas y buscamos un país más justo, es fundamental reafirmar que el respeto por las vías institucionales no se negocia. Que las diferencias se enfrentan con más democracia, no con menos. Que el diálogo, por difícil que sea, siempre debe prevalecer sobre la imposición y la violencia.

"Nunca más" no es una frase simbólica. Es una responsabilidad colectiva y permanente. Sólo desde el compromiso real con los valores democráticos podremos construir un país donde las voces disidentes no sean silenciadas, y donde la dignidad humana no vuelva a ser pisoteada.

Rodrigo Durán Guzmán


Barras bravas, narco y política

Todos hemos caminado alguna vez por una calle cuyos postes de luz tienen una pintura relacionada con un equipo en particular. Sabemos, entonces, que esto se debe a las batallas territoriales que llevan a cabo las barras bravas en las poblaciones. Sin embargo, no es solo una batalla futbolística, sino que se suman otros dos componentes: el narcotráfico y la política.

El primero permea las hinchadas de los clubes mediante la venta de estupefacientes dentro de estos territorios delimitados, para luego transformar a los barristas en soldados que se dedican a defender dichas zonas. La segunda, la política, se encarga de transmitir un mensaje a estos grupos, generando en su interior movimientos "antifascistas", "feministas" y otros más, tal como lo mencionan Andrés Barrientos y Bastián Gajardo en su libro Proceso Insurreccional, para que estos grupos les sean funcionales en su causa política.

La clase política debe actuar de manera consecuente con su discurso y, en conjunto con el gobierno, defender el Estado de Derecho, tanto al interior como en el exterior de los estadios, porque hasta ahora, la sensación que dejó estadio seguro es que nunca brindo seguridad.

Tomás Ojeda Aravena


Primarias

Para que la oposición llegue a la primera magistratura, las primarias son esenciales, el resto es música.

Pedro Colosia M.


Inteligencia artificial

El reciente informe "AI 2027" (AI Futures Project), liderado por Daniel Kokotajlo -quien hace cuatro años escribió proyecciones que han envejecido muy bien-, plantea un escenario inquietante: la IA podría superar la inteligencia humana general en apenas dos años. En línea con esto, un ejercicio académico reciente en la UC de San Diego (EE. UU.) demostró que el modelo GPT-4.5 logró ser indistinguible de un humano en conversaciones textuales, superando así la Prueba de Turing.

Este pronóstico, respaldado por expertos de renombre, no solo desafía nuestra comprensión del ritmo tecnológico, sino que también nos obliga a reflexionar sobre las implicaciones éticas y geopolíticas que conlleva. Detalla cómo los avances exponenciales en el poder de cómputo y el desarrollo de sistemas de IA capaces de auto-mejorarse -es decir, programas que pueden escribir y mejorar su propio código- podrían desencadenar una explosión de inteligencia en 2027. Esto transformaría radicalmente sectores económicos, automatizando profesiones y desplazando millones de empleos. Además, alerta sobre una posible carrera armamentística tecnológica entre EE.UU. y China, donde la seguridad podría ser sacrificada en aras de la supremacía. Este futuro incierto ya llegó, y prepararnos como sociedad se hace imperativo. Lo resentirá la política, la economía, la educación y el trabajo, sin distinciones.

Fernando Roa


Prekínder

La reciente publicación del Informe de Caracterización de la Educación Parvularia del Mineduc reveló un dato preocupante: miles de niños están quedando fuera del sistema justo en la etapa más decisiva para su desarrollo. Se ha dicho que la natalidad ha bajado, pero la cobertura mide otra cosa: cuántos niños en edad de asistir están efectivamente matriculados. Y los datos son claros: hay menos cobertura, no solo menos niños.

Esto no se explica solo por demografía. También influyen barreras de acceso, inseguridad, jornadas poco compatibles, falta de redes de apoyo y una percepción instalada de que la educación inicial es prescindible. Esto afecta su desarrollo cognitivo y socioemocional, su futuro académico y limita, en muchos casos, las oportunidades laborales de sus madres.

Esperamos que el Censo 2024 aclare el panorama. Pero hoy el mensaje es claro: no podemos seguir viendo el prekínder como algo opcional.

Anne Traub