Correo
Ecuador y su gobernabilidad
El resultado electoral del domingo 13 de abril en las elecciones presidenciales de Ecuador dieron el triunfo a Daniel Novoa por un margen superior al que pronosticaban las encuestas. El resultado, entregado en tiempo oportuno por la institucionalidad electoral, está determinado por el voto efectivamente emitido por los ecuatorianos. Ello ha estado refrendado por observadores que dan plena confianza de imparcialidad, como son las Comisiones de la OEA y de la Unión Europea.
Sin embargo, los guarismos conocidos no muestran una superación de la polarización política que vive Ecuador y ello genera una peligrosa tensión en un país con problemas de seguridad, agudizados por grupos armados organizados con fines delictuales, además de una economía que muestra gran fragilidad.
Los problemas de gobernabilidad se mantendrán, si no existe un genuino esfuerzo para convocar a los diversos actores a una acción conjunta y de leal compromiso con medidas pactadas para enfrentar los desafíos. Esto se ve lejano en un cuadro de tensión como el existente.
En efecto, el Presidente Novoa muestra un estilo impositivo de sus decisiones, que puede ser reforzado por el control mayoritario del poder legislativo. Tenemos a la vista los efectos negativos que conllevan conductas avasalladoras de Jefes de Estado. No obstante, el estilo puede ser contagioso y como resultado se agudice el cuadro de tensión.
Por su parte, la reacción de la candidata opositora, Luisa González, denunciando fraude y no reconociendo el resultado, pone un ingrediente de magnitud en la agudización de la confrontación y un evidente obstáculo a los necesarios entendimientos, para abordar con eficiencia las dificultades que enfrenta la sociedad ecuatoriana.
En todo caso, hay que mantener viva la esperanza de que el país, con el cual tenemos históricos lazos de amistad, podrá encontrar un camino que le permia fortalecer su democracia a través de principios y reglas compartidas por su pueblo.
Edgardo Riveros Exsubsecretario de RREE
Quiebre institucional
En toda sociedad donde ha habido un quiebre profundo en sus relaciones humanas, es inevitable que esa crisis culmine en una acción violenta. Eso ni siquiera amerita mayor análisis.
En Chile, el proceso generado durante los 1.000 días de Allende derivó en que el Congreso declarase por mayoría la inconstitucionalidad del Presidente. Claramente, ya se había alcanzado el punto de quiebre. Cualquiera de las dos posiciones, inevitablemente, iba a reaccionar, generando una verdadera guerra civil.
Las Fuerzas Armadas lo que hicieron, y fue reconocido por expresidentes como González Videla, Frei y Aylwin, fue salvar a Chile de ese flagelo. Para hacerlo, evidentemente encontraron oposición, y como en todo enfrentamiento armado, inevitablemente se iban a generar bajas de ambos lados.
Al ser consultada Evelyn Matthei sobre esto en aquella tan vilipendiada entrevista, lo inteligente habría sido dejar pasar la pregunta, pero no lo hizo. Lo que ocurrió en la primera etapa del proceso de la intervención armada sí generó muertes, las que fueron inevitables cuando las acciones comenzaron. Colgarle todo lo demás es o no entender lo dicho o, simplemente, un atentado publicitario para derribar su candidatura.
John Arentsen Rodríguez
Algor-ética
El fallecimiento del Papa Francisco nos deja, además de su legado espiritual, una herencia intelectual clave para la era digital que estamos viviendo: la "algor-ética". Este neologismo, acuñado por el propio Pontífice, es una llamada urgente a incorporar principios éticos en el corazón del desarrollo de la inteligencia artificial. Francisco no se limitó a advertir sobre los riesgos de la IA -como la deshumanización, los sesgos algorítmicos o la carrera armamentística-, sino que propuso un marco integral donde la tecnología esté siempre al servicio del bien común y la dignidad humana.
En "Antiqua et Nova", una nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana, el reciente mes de enero, el Papa subraya que la IA, por fascinante que sea, jamás debe sustituir la capacidad de discernimiento y decisión moral del ser humano. La "algor-ética", entonces, exige que los algoritmos respeten valores como la equidad, la transparencia y la privacidad, y que los desarrolladores de estas tecnologías asuman la responsabilidad social de sus innovaciones. Así, el Papa nos recuerda que la última palabra debe seguir siendo humana.
Junto a su legado, el desafío que nos deja es bastante claro: construir una nueva revolución tecnológica que amplíe nuestra humanidad, continuando con su desarrollo, pero con la ética como la brújula de todo avance digital.
Fernando Roa
Fe, esperanza y caridad
Los papas, en sentido estricto, no son sucesores de quien estuvo inmediatamente antes que ellos, sino sucesores de Pedro. Por tanto, cada pontífice expresa a su modo una cualidad del ministerio de Pedro. Pienso que de los últimos papas contemporáneos a mi vida, san Juan Pablo II nos confirmó en la esperanza; Benedicto XVI, en la fe, y Francisco, en la caridad. Las virtudes teologales encarnadas en la persona de los pontífices.Alejandro González Hidalgo