Ama, bendice, sonríe
Cuando nos acostumbramos a bendecir, alejamos la amargura y aprendemos a agradecer aun en la adversidad.
A un sabio maestro se le pregunto el secreto de la felicidad y respondió estas palabras: Ama, Bendice, Sonríe. Explicó que solo el amor es capaz de espantar la soledad, si amamos somos solidarios, mas amigos, nos unimos a otros y otras; por eso Dios nos amó tanto que nos dio a su Hijo Unigénito (San Juan 3:16) quien se despojo de su divinidad para venir a hacerse uno con nosotros (Filipenses 2:5-8), solo por amor. Cuando vivimos en el perfecto amor ya no sentimos ningún temor (1 Juan 4:18). Para hacer viva esta afirmación vea el efecto que produce un abrazo, sobre todo en quienes están sufriendo algún dolor o tristeza. Hoy usted puede abrazar a alguien y conocerá la felicidad.
Y el que ama, bendice. Cuando nos acostumbramos a bendecir en todo momento o circunstancias de nuestra vida, alejamos la amargura y aprendemos a agradecer aun en circunstancias adversas. Creamos al apóstol Pablo quien nos enseña que todo nos sirve para algo bueno (Romanos 8:28). Aprendamos que nada escapa a la dirección de nuestro buen Dios (Salmo 11), que El sigue al mando y todas las cosas y todas las personas, solo hacemos su soberana voluntad. Cuando bendecimos a los demás nos bendecimos a nosotros mismos. Cuando agradecemos a Dios, podemos confiar en su control divino. La frase "Dios te bendiga" es lo mejor que puede salir de una boca feliz y agradecida, que al ser bendecida, desea lo mismo para los demás.
Y cuando somos agradecidos, nuestra boca se llena de risa y nuestro corazón estalla de gozo y contentamiento (Salmo 126:1-3), podemos reír. Hallamos fuerzas en este gozo divino (Nehemías 8:10). Nada, ni nadie, podrán arrebatar este regalo que solo Dios da y llena de manera abundante el corazón de sus hijos e hijas. Entonces huye la tristeza. El dolor pierde su fuerza y nuestra vida puede considerarse feliz en Dios y con Dios.
Esta receta es necesaria hoy en día, esta vigente, y solo así podremos alcanzar la verdadera felicidad. Dios les bendiga.
Jesús Aranda Valverde,
Pastor Evangélico