Brigadista loíno en incendios forestales: "Es zona de guerra"
JAVIER MONJE. Se encuentra trabajando en los incendios del sur del país, junto a otros siete brigadistas pertenecientes a la División Chuquicamata de Codelco Norte.
Son las dos de la tarde en el poblado de Empedrado. A sólo unos kilómetros se encuentra Santa Olga, localidad arrasada por el fuego la semana pasada. En las cercanías y sobre el cerro "Gupo", diez brigadistas de Calama luchan incansablemente contra las llamas que no dan tregua. Son cuatro brigadas que avanzan por turnos, "liquidando" los focos adheridos a los pastizales. De pronto en la copa del cerro, el viento cambia. Los brigadistas especializados de Conaf, que lideran la operación, dan la orden de abandonar el sector.
El incendio se mueve rápidamente. Consume todo a su paso y los voluntarios corren cerro abajo por sus vidas. En el cielo uno de los tantos helicópteros enciende sus sirenas en señal de alerta para la descarga de agua. Varios brigadistas caen por la ladera del cerro. Algunas lesiones, pero todos conservan la vida.
Javier Monje está en el grupo. Trabaja en la Mina Sur, en Codelco Chuquicamata, y es brigadista hace 25 años. Mientras descansa un minuto para recobrar el aliento, explica que "esto es una verdadera zona de guerra".
"Desde que llegamos la semana pasada hemos sido testigos de algo terrible. Nosotros no estamos acostumbrados a ver este tipo de incendios en Calama. Un día vemos que hay casas, bosques, vida silvestre y al siguiente ya no hay nada. Todo fue arrasado por el fuego", agrega el brigadista loíno.
Javier viajó a la zona de catástrofe junto a otros siete trabajadores de Codelco. Además de especialistas médicos. Su experiencia en este tema es vasta, ya que participó en todas las catástrofes del país, por lo menos en los últimos 10 años. "Me ha tocado recorrer varios países de Sudamérica, Ecuador fue uno de los últimos. Siempre es difícil apreciar el panorama, pero uno va a aportar y eso es lo que la gente necesita", comenta Monje.
Santa Olga
Y el golpe de realidad fue duro. Su primera parada en el sur fue Santa Olga. Ahí lograron dimensionar en toda su magnitud el rostro de los incendios forestales. Si bien recalca que la ayuda y solidaridad era bastante, el problema principal es la "planificación. Veíamos como la gente escarbaba en el suelo para buscar ropa. Las ayudas estaban apiladas en la calle. Nadie organizaba el tema y eso no se muestra en los medios. Yo me he dado cuenta con los años que llevo en esto que siempre se repite lo mismo, algo se mejora, pero la falta de planificación siempre pesa", relata el brigadista.
Javier toma una pausa y evalúa la gran cantidad de focos desatados. Explica que en todos los sitios donde van hay fuerza policial y militar. El estado de catástrofe y excepción se siente y ellos también son protagonistas indirectos.
"Ayer (miércoles) estábamos en un sector afectado y de pronto se escuchaban balazos a un costado nuestro. Gente que anda incendiando el lugar y que es perseguida. Escapamos de los perdigones tirándonos a tierra", destaca.
Finalmente recalca el valor de los brigadistas de Conaf, por su liderazgo y habilidades en terreno. Toma su mochila y equipamiento y emprende nuevamente el camino.