El juego del olvido en las campañas
A pocas semanas de la elección presidencial, los candidatos lanzan mensajes, crean imágenes, construyen posicionamiento. Dejan entrever entre cortinas de slogans, frases, logos y paseos por las ferias, estrategias de campaña. Esas que en un primer momento parecían esconder con celo, hoy están forzadas a dejarse descubrir. ¿Cuáles son esas estrategias? ¿Son las más pertinentes para este momento?
Para analizar a Piñera se necesita de un dato no menor: su electorado duro. Luego de las primarias y de la votación de Evelyn Matthei hace apenas cuatro años, esa cifra va entre el millón 400 y el millón 700 mil votos. Si se da una participación de 40%, para ganar la elección, Piñera necesitaría cerca de 2 millones 800 mil votos. Es decir, le faltaría al menos un millón de votantes, por lo que debe salir a cazar votos de otros electores.
En comunicación política, esta situación se conoce como "comunicación de conquista". Sin embargo, sus acciones en su actual campaña responden a una lógica de mantención y apuestan sólo al votante cautivo: se opone abiertamente al aborto y al matrimonio igualitario; en el conflicto en la Araucanía, mano dura, así como también a la delincuencia. Su estética recuerda al mundo nacionalista. ¿Cómo llegará a los nuevos votantes que necesita?
Su jugada más arriesgada es renunciar por ahora al electorado de centro, es decir, al de Carolina Goic. Esta, por su parte, alude a mensajes religiosos y a la modificación de la Ley Reservada; a la ley de cuotas y al crecimiento económico, es decir, centro puro. Se desmarca claramente de Piñera y de Guillier a la vez, lo que en Chile debiera ser un apuesta ganadora, pero... Su ubicación postergada en las encuestas la perjudica, ya que muchos no votan por candidatos que no suben. De revertirse esto en las siguientes semanas, Goic podría ser el actor más clave para el resultado final de la campaña.
Alejandro Guillier también deja clara su segmentación. Es una opción simbólica de izquierda. Las referencias a Salvador Allende son recurrentes y no tiene problemas en mostrar banderas de los partidos de izquierda que lo apoyan. Esto significa que optó por no disputar electorado con Goic -que limita su electorado hacia el centro-, pero sí con Beatriz Sánchez, más hacia su izquierda. Guillier se encuentra atrapado entre los dos flancos, lo que vuelve incierto su paso a segunda vuelta, ya que la segmentación por la que optó es muy acotada.
Por último, Sánchez adopta un discurso de una izquierda "suave", tanto en estética como en los temas: descentralización, sustentabilidad, aborto, etc. Son temas de agenda nueva para una izquierda nueva. Queda claro que busca nuevas generaciones. El problema es que estas insisten, elección tras elección, en no votar. Su mirada debiera estar en el voto frágil de Guillier, pero pareciera no estar haciéndolo. Puede ser su error.
En resumen, dadas las estrategias de los principales presidenciales, es evidente que, tal como se viene viendo desde la recuperación de la democracia, las elecciones tomaron un fuerte giro instrumental. Se adoptó una racionalidad de cálculo y control que lleva a los políticos a usar técnicas para identificar objetivos, segmentar electorados para elaborar mensajes y temas. Todo como si se tratase de un fino engranaje, las ideas y la verdadera política, la grande, la liberadora, quedan cubiertos tras el marketing y la publicidad. Es poco lo que se puede hacer para revertir hoy ese juego. En tanto se mantengan estas reglas, las elecciones instrumentales seguirán siendo el único camino realista para acceder al poder legítimo de los Estados, y desde ahí consolidar la ideología o la construcción de la utopía. Los candidatos corren un grave riesgo político si juegan a olvidar esos cálculos que hacen girar el mundo de hoy.
Fernando García Naddaf
"Si se da una participación del 40%, para ganar la elección Piñera necesitaría cerca de 2 millones 800 mil votos. Es decir, le faltaría al menos un millón de votantes, por lo que debe salir a cazar votos"."