Ricardo Pinto Neira
Basta hacer un sondeo con todos los planteles de la Primera B para entender el escenario de cara al reinicio del campeonato, programado para este fin de semana en siete estadios del país -Santa Laura en la capital será sede de dos encuentros-, al menos en lo que respecta a la serie del ascenso.
Las posturas están enfrentadas en silencio. Los clubes, la ANFP y el CDF quieren jugar por un interés económico y a estas alturas, casi de subsistencia para algunas instituciones que deben pagar planillas y dependen de los dineros de la señal televisiva, los que podrían quedar sin ser cancelados en caso de que no se terminen los campeonatos.
Al frente, los jugadores y entrenadores que definitivamente no quieren volver a la cancha dado el momento de inseguridad y pocas garantías que se ofrecen para ingresar a un recinto abierto al público. Y finalmente, están los municipios, dueños del 80% de los estadios del país en donde se juega fútbol profesional y que mantienen su postura radical de no facilitarlos por miedo a que sean destrozados por barristas.
En medio de todo esto, como un agente externo poderoso e influyente aparecen los hinchas. Los menos esperan que se reanuden las competencias para intentar tener un distractivo en medio de tanto estrés social por las movilizaciones que se arrastran hace más de un mes.
Efectivamente son el grupo menor, porque la mayoría está por no asistir a los estadios y evitar que se "normalice" el país en medios de demandas que consideran incumplidas. En este último segmento, las barras bravas han manifestado abiertamente su intención de boicotear partidos en los ingresos a los estadios o incluso, en hoteles de concentración de planteles.
Víctor Rivero de Cobreloa, Luis Marcoleta de La Serena, Miguel Ramírez de Santiago Wanderers y Jaime García, DT de Ñublense asumen el riesgo de jugar aunque dejan clara su postura de pedir las mínimas condiciones de seguridad.
El técnico minero está tranquilo pese a que Cobreloa ha estado en el centro de la noticia por dos viajes a la capital sin jugar por amenazas en los recintos respectivos donde se había programado su duelo ante Magallanes.
"Nosotros hemos sido claros desde el primer minuto, respecto de nuestra posición como club sobre el reinicio de torneo y sobre lo que está pasando en el país. La gente sabe que no estamos ajenos a las demandas en la calle", dice.
Y aunque no admite la postura disidente, sabe que querer o no querer jugar hoy pasa a segundo plano. "Es que nosotros tenemos que cumplir, más allá de que se juegue el partido en Talca o se suspenda media hora antes como con Magallanes. Nosotros nos hemos preparado para jugar el partido, vamos a viajar porque estamos programados y esperamos que si se juega, se den las condiciones de seguridad para que los futbolistas puedan hacer su trabajo sin riesgo".
En su tradicional conferencia de prensa de los días miércoles, Miguel Ramírez salió a hacer lo que hasta ahora, pocos han hecho: oponerse al reinicio del campeonato.
"Valparaíso no está en forma normal, sino que está súper golpeado" reconoce cuando le preguntan sobre la posibilidad de ser los primeros en saltar a la cancha, mañana a las 11 horas en Playa Ancha.
"No sé qué puede pasar en todos los estadios debido al descontento social y con toda la información que ya se tiene respecto de la postura de la gran mayoría de las barras del fútbol de Primera y Primera B", sostiene el DT.
¿Quiere jugar? Sí, aunque pone por delante el sentido común. "Hay preocupación por lo que puede pasar. Reitero que todos, lo que más queremos es jugar, sin embargo, hoy no están las condiciones para retomar el fútbol. Nadie parece que se quiere hacer responsable", concluyó.
Luis Marcoleta lleva años en el fútbol y por lo mismo, sabe que hay temas que no es conveniente llevarlos al camarín.
"Yo tengo una forma de ver la vida que me hace estar completamente de acuerdo con las demandas que está pidiendo la gente en la calle, más que por empatía, porque uno sabe que la lucha es justa. Pero soy líder de un grupo y entiendo que ante tanto bombardeo de noticias, lo mejor es conversar estos temas en los entornos cercanos y no llevarlos al camarín, al trabajo de la semana".
Pero reconoce que la crisis social y el fútbol se van a topar igual y trata de cuidar "la cabeza" de sus jugadores. "Con todo lo que pasa, sería poco efectivo el meterles un mensaje de cómo enfrentar a Magallanes el domingo cuando ni siquiera sabemos si se juega o no. Probablemente antes del partido uno se dedique a esa charla. Ahora, hay que darle tranquilidad al grupo y esperar que nos den las condiciones para retomar el torneo".
Tendrá un partido "de campanillas" en Valparaíso ante Santiago Wanderers aunque asume que no hay total seguridad de qué vaya a pasar porque "es el primer partido de Primera B que está programado y más allá de lo que pase el viernes y de que se pueda o no jugar los partidos de primera división, esto va cambiando día a día", reconoce el entrenador que sacó a Ñublense del fondo de la tabla y hoy lo tiene tercero, peleando mano a mano la opción del título.
García reconoce que "en Chillán se habían dado garantías para jugar la otra vez, cuando se suspendió toda la fecha pasada. Había aforo pero se jugaba más temprano, como lo que debiese pasar este sábado en Valparaíso. Sabemos que tenemos que viajar y hemos preparado el partido pero tenemos muy claro que, así como le pasó a Cobreloa con Magallanes, podemos viajar y quedarnos sin jugar a última hora".
2 veces viajó Rivero al mando de la delegación de Cobreloa a Santiago y volvió sin poder jugar sus duelos.
2° en la tabla está Luis Marcoleta con La Serena. Si no se juega el resto del torneo ascendería "por secretaría".
3 mil personas ingresarían al duelo entre SW y Ñublense. Miguel Ramírez teme disturbios fuera del estadio.
4 puntos separan al Ñublense de Jaime García del líder. Si lo derrotan, quedan a un paso de pelear el título.