El color es una variable muy relevante en el momento del diseño de una obra de arquitectura, ya sea para vivienda, infraestructura social, comercial, etc. Más allá del embellecimiento propio que otorga un color este también nos permite entregar identidad, originalidad, frescura.
De esta forma, además de la importancia estética, que puede variar por época, gustos o tendencias, la importancia en la arquitectura y urbanismo está dada por una serie de factores a considerar.
Hay colores que nos permiten enfriar o calentar interiores, dependiendo esto de su capacidad de absorción de rayos solares. También los colores pueden evocar o representar miradas simbólicas, históricas o espirituales de un pueblo. Es decir, a través de color, se pueden provocar efectos sensoriales e incluso psicológicos, dar forma, separar e iluminar espacios.
En definitiva, el optar por un color podría determinar el carácter de la edificación.
Sin embargo, muchas veces la definición del color no es una prioridad dentro de las ciudades, no está normado y los habitantes podrían no considerar la importancia o utilidad de normar los colores. ¿Por qué no simplemente dejarlo al gusto de cada uno?
En el caso de las ciudades que poseen un flujo turístico importante, su gobierno local norma tanto su color, así como otras características, justamente para no perder la esencia que la hace atractiva al turismo.
En el caso de Calama, ciudad que ha fundamentado su desarrollo en una matriz mono productiva (minería) esa mirada al parecer no se ha dado.
Pero -a nuestro juicio- ya es hora de pensar en cómo dotar a nuestra ciudad de herramientas que la hagan atractiva a los visitantes, que inviten a recorrerla ya sea por su historia como por su infraestructura.
La selección o definición de una paleta de colores de la edificación, pueden ser medidas que fomenten el turismo, como lo son también la limpieza, la seguridad y la dotación de lugares atractivos, entre otras.
Sugerimos reconocer colores identitarios como el terracota, con su gama que va desde el color del cobre o el de la tierra y sus análogos, hasta el amarillo ocre o el naranjo tostado. Por el lado de sus complementarios estarían desde el azul petróleo hasta el azul o celeste turquesa y he aquí una paleta de colores completa.
Es una propuesta, una invitación a conversar.
Alfonso Sánchez Díaz,