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Frutillar, el pueblo que prospera al ritmo y compás de la música clásica

LABORATORIO DE LAS ARTES. Hasta el 5 de febrero se realizarán las tradicionales Semanas Musicales que este año celebran 52 años y que ponen la música en el centro del desarrollo cultural y artístico de la zona.
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Frutillar, en la sureña región de Los Lagos, es conocido como "la ciudad de la música" gracias a la celebración de sus tradicionales Semanas Musicales, que estos días alcanzan su 52ª edición y apuntalan el papel de las industrias creativas como motor de progreso.

En su más de medio siglo de existencia, este festival ha situado a la música en el centro del desarrollo cultural y artístico de la zona, fomentando la formación e impulsando proyectos como el emblemático Teatro del Lago.

Los más de diez mil metros cuadrados de este recinto, que son el escenario principal de las Semanas Musicales, se erigen imponentes sobre las aguas transparentes del lago Llanquihue con una fachada de maderas coloridas a medio camino entre el estilo alemán que impregnaron colonos llegados de ese país a finales del siglo XIX y la arquitectura propia de la región.

Todo ello con vistas al nevado volcán Osorno, un icono del sur de Chile que hace del paraje de Frutillar uno de los más espectaculares del país y también de los más visitados en estas fechas veraniegas en las que las Semanas Musicales, que este año se celebran del 27 de enero al 5 de febrero, se han convertido en una cita indispensable para la música clásica latinoamericana.

LA JOYA DE LA CORONA

Desde su inauguración hace diez años, el Teatro del Lago "ha sido un lugar abierto a la comunidad" porque "la música y las artes son de todos y para todos", dijo la gerente de Educación del Teatro del Lago, Macarena Carrio.

Una opinión que comparte la pianista Marcela Lillo, quien se mostró exultante tras actuar en el Anfiteatro en la presente edición de las Semanas Musicales con un recital llamado "Vibraciones latinas": "Hemos estado en parques, plazas, incluso en hospitales. Y todos tienen algo positivo, pero ¡nada puede superar estar en el mejor escenario de Chile!".

Marcela Lillo y el percusionista Felipe González, un virtuoso en la marimba, forman Chak Duo, y el resultado es una mezcla de melodías contemporáneas y populares que deleitaron al público.

La presidenta de la Corporación Semanas Musicales de Frutillar, Harriet Eeles, explicó que "en Santiago uno puede escuchar los mismos músicos tocar las mismas obras, pero tanto para los intérpretes como para el público, estar aquí es una experiencia completamente distinta".

Eeles remarcó la potente programación de la 52 edición del festival, en la que participan numerosos intérpretes internacionales y nacionales, como la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, y celebró especialmente los conciertos de extensión porque "aportan otra visión del festival" y permiten "llegar a un público más amplio y diverso".

Y es que el Teatro del Lago, pese a ser el alma de las Semanas Musicales y el motor artístico de Frutillar, es sólo el epicentro de un terremoto cultural que se extiende por toda la región.

Intercambio cultural

Una de las réplicas de este sismo de creatividad se registró en estos primeros días del festival a cien kilómetros al norte de Frutillar, en la Misión San Juan de la Costa, un pueblo de difícil acceso -por un sinuoso camino de ripio- y unos pocos centenares de habitantes, la mayoría de ellos de la comunidad indígena huilliche.

El Dúo Macías-Larrachea, dos jóvenes guitarristas que ofrecieron un recital en el Teatro del Lago dos días antes, llenó esta vez la acogedora iglesia de madera de la aldea con melodías de Bach, Farias y Ravel.

Al acabar, se unieron a ellos cuatro intérpretes locales portadores de las tradiciones musicales mapuche-huilliche, con quien formaron una singular banda al tocar canciones típicas de la región.

"Ellos compartieron su técnica y nosotros los años de experiencia que tenemos. Nos enriquecen mucho las uniones así, a través de la fuerza de la cultura", detalló Matías Quillapan, un destacado guitarrista de la Misión.

Desarrollo con cultura

Las Semanas Musicales fueron claves para que en 2018 la Unesco otorgara a Frutillar el título de Ciudad Creativa, la única en Chile.

El reto actual es que las industrias creativas sigan impulsando el desarrollo de toda la región, que desde la colonización de los alemanes se convirtió en un centro difusor de distintas expresiones artísticas.

El director sociocultural de la Fundación PLADES de Frutillar, José Feuereisen, es el encargado de que este potencial personificado en el Teatro del Lago se propague por toda la comuna, que paradójicamente es la más pobre de la provincia de Llanquihue.

"Frutillar lo tiene todo para convertirse en un buen laboratorio de cómo las artes y la cultura se ponen en el centro del desarrollo local", aseguró Feuereisen.

El directivo señaló que "una ciudad creativa ofrece mucho más que llegar, comer "kuchen" (torta alemana característica de la zona) y escuchar música".

Por ello, trabajan en distintos ejes, desde promover la producción de música local, a formar profesores en materia artística o buscar cómo generar nuevos empleos a través de la cultura.

Por su parte, la gerente de Educación del Teatro del Lago, Macarena Carrio, subrayó que el espacio, más allá de traer a artistas de clase mundial, tiene "una vocación educativa muy relevante" con una Escuela de las Artes por la que han pasado más de seis mil niños, jóvenes y adultos.

De esta forma, Frutillar quiere que las nuevas generaciones se contagien de la pasión por la música.

Comunidades indígenas de México hospedan a turistas

PROYECTO. Rutopía, plataforma estilo Airbnb, busca enlazar a estos pueblos con viajeros del mundo.
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Una estancia para conocer la Reserva de Biosfera de Calakmul, en el estado de Campeche, o en la las montañas de la Sierra Madre de Chiapas, ambos en el sureste de México, son apenas dos ofertas de las varias que ofrece la plataforma Rutopía, una especie de Airbnb para comunidades indígenas y rurales.

El objetivo de la "start-up", empresa emergente, de turismo, es enlazar a las citadas comunidades y los viajeros, tanto de México como del mundo, para que estos vivan experiencias únicas y poco convencionales, al llegar a lugares que con riquezas naturales y culturales.

A decir de Emiliano Iturriaga, encargado de coordinación y alianzas de la firma, Rutopía nació de la necesidad que existe en México y en muchos países en desarrollo de fomentar actividades económicas, como el turismo, que les permitan generar ingresos a las comunidades y que estas le den un valor agregado a su cultura y su naturaleza.

En entrevista con EFE, el representante contó que desde hace unos 10 ó 15 años se pensó en México y el mundo en el turismo y el ecoturismo "como una forma de desarrollar económicamente a comunidades indígenas y al mismo tiempo preservar su cultura".

En el caso de México, recordó que el Gobierno federal, a través de diferentes programas, ha impulsando a comunidades a construir cabañas. Sin embargo, luego de que 15 años de acciones de este tipo más del 80 % de los proyectos de turismo indígena en México "están abandonados".

La cifra es similar en países de América Latina lo que refleja que esto programas "han fracasado como una estrategia para darles un ingreso", indicó.

Emiliano recordó que hace cuatro años él y Sebastián Muñoz, a cargo de diseño de experiencias, ambos fundadores de Rutopía, trabajaron en una cooperativa de turismo en la Sierra Madre de Chiapas, al sur de la entidad. "Estando ahí nos dimos cuenta realmente que las comunidades y sus proyectos de turismo tienen todo lo que se necesita para ser exitosos, para dar experiencias increíbles a viajeros de todo el mundo", relato.

Entre las ventajas está que cuentan una "naturaleza impresionante", además de cultura, tradiciones y capital humano, siendo excelentes guías.