Distintos e inaceptables ataques se han registrado en los últimos días en diferentes ciudades del país en contra de hitos, inmuebles y hasta esculturas de personeros históricos.
El museo de Violeta Parra incendiado en Santiago, una librería, recintos religiosos, incluso tumbas han resultado dañadas en acciones terribles, que solo confirman el desprecio de unos pocos por las creencias y convicciones de otros.
Es otro más de los tantos signos de intolerancia que habita en nuestra irreconocible sociedad nacional, caracterizada hoy por vociferantes que por medio de la violencia y la amenaza pretenden imponer sus términos de cualquier manera.
En Valparaíso ocurrió hace algunos días un ataque en contra del Monumento a los Héroes de Iquique, ayer en Antofagasta, hubo otro a la escultura de Maximiliano Poblete, exalcalde de esa comuna y la autoridad más relevante que ha tenido esa ciudad y semanas antes se registró otro en contra del busto de Ignacio Carrera Pinto, quien dio su vida en la Batalla de la Concepción.
Se trata de acciones difícilmente comprensibles. Maximiliano Poblete fue un ejemplo de servicio público, Carrera Pinto y Arturo Prat, verdaderos símbolos patrios; hombres generosos con los demás, con una historia impecable. El desconocimiento e ignorancia de quienes cometen tales actos es lamentable y sin sentido alguno. Es completamente anárquica, como mucho de lo que hemos observado en estas semanas.
Son esos personeros agraviados, los que han engrandecido a nuestras ciudades y al país, desde la cultura y el desarrollo, modelando nuestra identidad, forjando la historia.
Lamentablemente, una minoría limitada, consciente o inconscientemente busca causar daño, mostrando nulo respeto con tales legados. Siguen haciendo gala de su desconocimiento, insultando la historia y lo que somos como grupo humano. Porque somos la suma de historias, de aciertos y errores, por cierto, pero que nos han permitido llegar hasta aquí.
Buena parte de nuestro presente es gracias a aquellas personalidades atacadas por hordas de ignorantes y corruptos ideológicos.