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"Nunca pensé en ser futbolista"

ANTOFAGASTINIDAD. Miguel Bascuñán Sfeir, el heredero del Estadio Regional.
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Miguel Bascuñán Sfeir pasó su infancia en lo que llama el barrio de toda su vida: calle Eduardo Orchard entre Díaz Gana y Avelino Contardo, lugar al que llegaron sus abuelos paternos hace más de 100 años.

"Nunca nos hemos movido del sector, salvo cuando mi padre nos construyó un condominio y vivimos un año en calle Antonino Toro... Mi abuelo era dueño de casi toda la manzana, Santiago Bascuñán Gamboa. Tenía sus caballerizas y habitaciones para su personal, era transportista de carretas y fue administrador del muelle Yungay", explica.

Don Miguel nació en Antofagasta el 1 de febrero de 1953; se casó en 1983 y de ese matrimonio salieron tres hijas profesionales, de las que seguramente Miguel Bascuñán Pavez, su padre, estaría orgulloso.

¿Qué recuerda de su infancia? ¿Cómo le gustaba entretenerse?

-Jugando fútbol en un terreno eriazo, a veces era lugar de estadía de circos y de gitanos y entonces no se podía jugar. Me entretenía con camiones de madera, jugando a las bolitas.

En vacaciones me mandaban a Copiapó a casa de familiares de mi madre y mi tío Jacobo Riff Harb, industrial minero, que nos llevaba a Viña del Mar. Una vez nos llevó al Festival de la Canción.

¿Cómo recuerda a sus padres?

- Mi madre muy trabajadora en su casa. Vendía flores al por mayor y creó los puestos fuera del Cementerio General. Murió muy joven, de 54 años. Mi padre, a la hora de almuerzo, nos contaba historias de Antofagasta; era un hombre muy colaborador con instituciones: la Cruz Helénica, el Consejo Local de Deportes, el Club Hermanos y su amado Cenex.

¿Pensó alguna vez ser un futbolista?

-Me gustaba mucho el fútbol, pero nunca pensé en ser futbolista, con mis compañeros de curso, fuimos los primeros en pisar el pasto del Estadio Calvo y Bascuñán, con expresa autorización del ingeniero agrónomo, don Enrique Froelinch.

¿Qué significa para usted que se haya reconocido el legado de su padre, en el Estadio Regional?

-Me siento orgulloso, fue una labor muy sacrificada y cuando se inauguró el Estadio no los invitó el alcalde don Floreal Recabarren. Junto a Alberto Calvo Nieto, dieron su vida gratuitamente a la Municipalidad.

Falta un reconocimiento a los miembros del comité pro construcción.