El Domingo de Ramos, una visita diferente
"No será una celebración con nuestra comunidad, será una oportunidad diferente de acompañar a nuestro Jesús..."
Jesús entra como Rey, pero no viene a dominar, sino a servir a la humanidad. Entra glorioso y aclamado, pero de forma completamente humilde. Viene dispuesto a combatir, pero su lucha es contra el pecado. Viene pertrechado para la lucha, pero su única arma es el amor. Triunfa en su batalla, pero su victoria, que es el triunfo de la fidelidad a Dios y de la solidaridad con el hermano, encuentra su máxima consumación en el aparente fracaso de la cruz, así podemos describir el hermoso momento en que Jesús hace su entrada en la historia de nuestra humanidad, y que cada año el mundo católico rememora
El Domingo de Ramos es la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, para dar comienzo a su pasión y muerte en la cruz. Este día da comienzo a la Semana Santa. Es conocido con este nombre ya que estas ramas de olivo fueron puestas en el camino de Jesús cuando ingresó montado en un asno, como mundo católico celebramos este acontecimiento con La misa del Domingo de Ramos, la que se inicia con la procesión. El sacerdote bendice los ramos y dirige la procesión. Luego se comienza la misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo. Al terminar la misa, nos llevamos los ramos benditos a nuestro hogar, así nos indica nuestra hermosa tradición como vivimos el inicio de nuestra Semana Santa, la que hemos vivido muchos y que cada año compartimos junto a toda nuestra comunidad.
Pero este año será diferente, en esta oportunidad dada la contingencia mundial que vivimos Nuestra Iglesia nos recomienda vivir desde nuestros hogares esta celebración, por motivos de sanidad y solidaridad entre nosotros para así prevenir contagios, no podremos asistir masivamente a las calles, plazas y templos. Muy por el contrario, la recomendación es a evitar aglomeraciones, pero no por eso perder nuestras tradiciones, y sobre todo la invitación es a encender aún más la llama de nuestra fe, celebraremos de una manera más íntima, en nuestras casas, lo haremos en familia, cuidando y cuidándonos; cuidando a los que nos rodean y cuidándonos a nosotros mismos.
Es una bonita oportunidad para rescatar para nuestras casas aquellos antiguos altares de nuestros abuelos, en torno a los cuales creció la fe de muchos de los que hoy somos adultos y que lamentablemente sustituimos por otros objetos que lo menos que hacen es conducirnos a Dios. No será una celebración con nuestra comunidad, será una oportunidad diferente de acompañar a nuestro Jesús en su entrada triunfal, él entrará en nuestro corazón y nuestra familia, nos traerá la esperanza y nos reconfortará de todos nuestros temores y dudas, por eso este es el mejor momento para recibir a Jesús, con el corazón abierto, dispuestos a vivir con Él nuestra fe, Él es nuestra visita más oportuna, es justo la persona que necesitamos para volver a vivir en la esperanza.
Óscar Blanco Martínez,
Obispo de la Diócesis de Calama