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93 años y el coronavirus

"Sabemos que los habitantes de la Región de Antofagasta esperan de sus Carabineros el mejor desempeño en sus funciones". General Rodrigo Medina, Jefe de la II Zona de Carabineros Antofagasta
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Este nuevo aniversario es distinto a todos los que nos antecedieron, no habrá celebración, no habrá desfile, ni actividades con la comunidad, tampoco nos llenaremos del cariño de los niños y niñas que en sus jardines y colegios nos saludaban con sus cantos y actos.

La pandemia por el Coronavirus nos obliga a saludarnos con distancia física, sin abrazos, sin gestos genuinos de afecto.

Pero de algo estamos seguros, se mantiene, al igual que en todos los años, la responsabilidad de renovar una vez más nuestro compromiso con la seguridad y resguardo de todos los habitantes de este largo y hermoso país.

Un año más de existencia como institución permanente del Estado, es sinónimo de seguir adelante, de proteger a cada uno de los habitantes de nuestro país y región, de concurrir al llamado de auxilio e ir tras del bandido porque "somos del débil el protector".

Por eso, mañana temprano, en cada unidad, cuartel y destacamento, adoptando las medidas preventivas sanitarias correspondientes, se entonará el himno nacional y con orgullo se izará el pabellón nacional, sellando nuestros 93 años de existencia, reafirmando nuestra vocación de servicio y el constante compromiso de ser una policía moderna, acorde a lo que nuestro país nos demanda, conscientes que somos unos de los eslabones importantes en el desarrollo de nuestra nación y sus habitantes.

Carabineros es el anónimo servidor público que todo Chile reconoce, en aquellos hitos trágicos, como terremotos, inundaciones o aluviones, pero también estamos en el nacimiento de un niño o arriesgando la vida en salvatajes en la montaña o en el mar y, en estos días de incertidumbre, patrullando la frontera, las ciudades, los poblados y las rutas de nuestra región con el único objetivo de proteger a cada uno de ustedes de este enemigo invisible, llamado Coronavirus, quedando en manifiesto la vocación que inspira al señor de las carabinas cruzadas.

No significa que no tengamos las mismas inquietudes que todos, también tenemos familias y seres queridos que proteger del contagio, también nos preocupa nuestra salud, pero sabemos que tenemos una misión, un deber, un compromiso, que va más allá, y es velar por la seguridad de todos, y hoy, como ayer, seguiremos dando cumplimiento a nuestro juramente de servicio.

Por esta razón hemos adoptado protocolos preventivos, que se aplican en cada una de las unidades, incluso en los destacamentos más apartados, en los procedimientos, patrullajes, en el trabajo diario con la comunidad y todas las acciones que implica nuestro accionar.

Todo esto porque sabemos que los habitantes de la Región de Antofagasta esperan de sus Carabineros el mejor desempeño en sus funciones profesionales y todos los esfuerzos que realicemos, por pequeños que sean, será un aporte sustantivo en el constante compromiso de seguir sirviendo a la comunidad.

Carabineros de Chile

Se hace necesario reconocer que sin el otro, algo me falta, todos nos necesitamos y todos somos necesarios. Jesús Aranda Valverde, Pastor evangélico
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Mañana 27 de abril, esta noble Institución de orden y seguridad, celebra un aniversario más. ¡Dios bendiga a Carabineros de Chile! Aniversario distinto por la contingencia actual, pero no menos valorado por todos aquellos que reconocemos su labor y misión. Nuestras oraciones como pueblo evangélico están con cada funcionario perteneciente a esta rama de las fuerzas armadas. Un saludo y reconocimiento también, a la Iglesia Evangélica de Carabineros (IGECAR) que desarrolla su labor de apoyo y contención al interior de esta Institución.

Muchas cosas han golpeado a esta Institución: casos de corrupción, abusos de algunos funcionarios, entre otros, han devaluado su apreciación ciudadana.

Esto me lleva a hablar de los extremos que surgen en casos como estos y que nos alejan e impiden todo diálogo entre hermanos. Aprendí que cuando nos vamos a un extremo de nuestra posición (cualquiera sea y en cualquier campo de discusión) se hace necesario gritar para poder oírnos, ya que estamos tan alejados del otro. Mejor dejemos los extremos y las generalidades, las cuales solo dificultan el dialogo y busquemos la paz y el entendimiento entre las personas ((Salmo 34: 12-14) No todos los carabineros son corruptos, malos, o abusadores, gracias a Dios aún son los menos, y si viéramos los porcentajes, estos son mínimos. Por supuesto, hay que investigar y sancionar todo ilícito ocurrido, pero por favor, no generalicemos. Menos aún, no nos hagamos parte de difundir noticias falsas, que hoy está de moda. Cuánto daño hace esta mala práctica, y a veces, uno mismo cae en este tipo de malas intenciones y nos hacemos parte. Evitemos esto.

Esto se está replicando en varias áreas de nuestra sociedad, lo mismo se dice de la Iglesia Cristiana, de los profesores, de los políticos, de los empresarios, etc.; podemos hacer una larga lista. Si seguimos generalizando, o polarizando nuestra sociedad, los resultados serán terribles. Hoy, más que nunca debemos recordar las enseñanzas del Nazareno: Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Se hace necesario reconocer que sin el otro, algo me falta, todos nos necesitamos y todos somos necesarios. El tiempo que nos toca vivir hoy, nos puede enseñar a ser más solidarios, más humanos, mejores cristianos.

No hay perfección en la Tierra, pero el Dios que confesamos los cristianos si lo es, y su esencia es Amor. Por amor nos dio a su Hijo Jesucristo, para nuestra salvación (San Juan 3:16). Por amor fuimos creados. Somos mandatados a amar (San Juan 13:34-35) El amor es eterno (1Corintios 13) Usemos entonces este amor para salir de esta crisis, para arreglar los problemas sociales y de desigualdad que nos aquejan, para cuidar nuestro medio ambiente, para ser mejores personas. Solo el amor salvara nuestra humanidad. Y el amor es Dios (1San Juan 4:8).

Seis meses del 18/O

Con la pandemia desapareció la agenda de demandas y muchas serán pospuestas, pero sería un error creer que el problema y la conversación no están pendientes. Todas las preguntas son relevantes, pero hay una capital: por qué ocurre el estallido en el país más exitoso y rico del sur del continente. Eso no fue producto de un complot internacional; tiene su base en el Chile más profundo.
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Han pasado seis meses desde el inicio de la crisis social, desborde o estallido, según le han llamado distintos expertos. Indudablemente se trata de uno de los episodios más relevantes de la historia nacional; no hay equivocación en aquello.

Es obvio que la fecha pasó desapercibida por la pandemia del COVID-19, otro fenómeno con pocos precedentes en esta escala en la historia moderna.

Las causas de la crisis social han estado sujetas a análisis variados, pero no definitivos; ni últimos. Conceptos diversos se han impuesto en este tiempo para explicar lo ocurrido: que tiene su causa basal en la desigualdad, que es un efecto de la modernidad, que se trata de un fenómeno mundial o que es la consecuencia del agotamiento de un modelo de desarrollo.

Tampoco es descartable que sea una suma de todas las anteriores más otros fenómenos.

Todas las preguntas son relevantes en este caso. Quizás una fundamental sea el intentar explicar lo sorprendente: por qué ocurrió en el país más exitoso y rico del sur del continente, por qué sucede si los indicadores -cualquiera socioeconómico- da cuenta de avances objetivos.

Esa es precisamente la inflexión de un país mal interpretado por la clase política, que no entiende bien al chileno del siglo XXI, las complejidades del ser humano, los procesos de cambio y la búsqueda de sentido en un mundo que parece carecer de propósitos trascendentales. Por eso -entre otras cosas- también cae la confianza en las instituciones.

Habrá que investigar la violencia (inaceptable, por cierto), porque nos sorprendió y la desconocemos. ¿Qué la causó? ¿Instigadores del extranjero, grupos dedicados al narcotráfico o es la expresión de grupos que no ven en el diálogo y la política una respuesta a sus demandas? Cualquiera sea la respuesta, todas son dramáticas y más si la tercera es la clave, pues ello significaría una crisis aguda del diálogo.

El cóctel se complica aún más con la irrupción de las redes sociales y el empequeñecimiento del planeta, que hoy está modelado e impactado por la globalización y por segmentos jóvenes que conocemos poco.

Todo lo anterior debería darnos al menos una luz muy precisa: entender el fenómeno en las claves del siglo XX, izquierda/ derecha, no nos servirá del todo, no será un prisma eficiente para el objetivo de comprender y corregir un asunto del siglo XXI.