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Científicos UA investigan herramienta para detectar virus respiratorios

CIENCIA. El proyecto busca desarrollar una herramienta de diagnóstico masivo.
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Implementar la técnica de secuenciación metagenómica, mediante la tecnología de nanoporo (SMTN), a fin de detectar -en muestras nasofaríngeas y de saliva- secuencias únicas de diversos fragmentos de virus respiratorios, entre ellos SARS-CoV-2, sincicial, rinovirus e influenza, de manera simultánea, es el objetivo propuesto por un grupo de científicos de la Universidad de Antofagasta.

El trabajo es financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) -por un monto de 90 millones de pesos y un año de ejecución- fue el único proyecto ganador de la macrozona norte del "Concurso para asignación rápida de recursos para proyectos de investigación sobre el Coronavirus (Covid-19)".

"Queremos utilizar la metagenómica-clínica, que se sustenta en la secuenciación metagenómica para obtener secuencias específicas de genes de un grupo de agentes etiológicos respiratorios, con aplicaciones en el diagnóstico clínico y en el establecimiento de las medidas de control epidemiológico", explica la directora del proyecto, doctora Alexandra Galetovic.

Una vez que concluya la investigación, la comunidad científica podría disponer de una nueva técnica validada para la detección de virus respiratorios y de otros patógenos de interés sanitario. "También las autoridades sanitarias podrán diseñar estrategias para el control epidemiológico probablemente de forma distinta a lo que el desempeño de las técnicas actuales permiten", sostiene la científica.

El proyecto presentado por la Universidad de Antofagasta fue el único seleccionado del norte de Chile. A juicio de la doctora Galetovic, tal situación es un problema constante. "Tenemos un sistema nacional de postulación de fondos que no está dirigido al desarrollo equitativo de las regiones, no sólo respecto a la ciencia, sino que también y siendo lo más importante, al desarrollo humano en los territorios".

Pandemia y pobreza: los días más tristes de quienes viven en cités y pensiones de Calama

SITUACIÓN. No existe un catastro en el que se pueda determinar cuántas de estas residencias hay en la ciudad y cuyos habitantes pasan el confinamiento en precarias condiciones físicas y sanitarias y según ellos, en completo olvido.
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Pablo Orellana González

En medio del confinamiento social obligatorio que impera en Calama, aparecen ciertas historias de vida en la ciudad que mantienen algo en común: vivir en un cité o una pensión; condición de la que poco se sabe en la ciudad por estos días.

En Calama no se tienen datos acerca de estas realidades. No se sabe, por ejemplo, cuántos cités existen en la capital del Loa, dónde están ubicados en su mayoría, ni tampoco las condiciones que presentan estos espacios ocupados principalmente por trabajadores foráneos y por quienes no pudiendo escapar de la peste en Calama, debieron quedarse encerrados en estos reducidos espacios que albergan a cientos de personas y que esperan poder salir del confinamiento.

Testimonios

Luis, un ciudadano boliviano -quien prefiere no revelar demasiados datos de su identidad-, comentó que desde marzo pasado, "y cuando esta condición empeoró, todo se vino abajo para mí. Trabajo, la posibilidad de salir de Chile, pero también dónde quedarme. Es sólo a través de la ayuda que estamos recibiendo de bolivianos residentes, es que nos podemos quedar acá mientras podamos", dijo acerca de la precaria situación que vive al interior de un cité de calle Latorre.

"Es triste porque acá, y salvo algunas amistades de bolivianos, no conozco a nadie. Perdí mi trabajo producto de la pandemia, y además no tenía contrato, lo que precarizó aún más mi situación acá en Calama. Paso gran parte del día encerrado, sin hablar con nadie porque las otras personas que viven acá tienen miedo de contagiarse y sólo salen a ocupar un baño, el único que hay para 20 piezas", agrega Luis.

Por estos días cuesta encontrar un testimonio de quien quiera entregar sus vivencias al interior de un cité. Amanda Téllez, colombiana de 45 años, accedió y contó que lo que más le ha costado en estos tres meses de crisis sanitaria "ha sido el soportar la soledad. Porque yo vivo sola acá. Tenía un trabajo como dependiente de una bodega, pero comenzaron los despidos y entonces comenzó esta situación horrible, y más aún cuando se es extranjera y no conocer a nadie eso hace aún más terrible todo. Gracias a Dios mi excompañeras me ayudan, y cuando pueden vienen a verme un rato y me traen cosas. Han sido valiosas para mí en estos meses tan complejos", dijo la oriunda de Cali.

Insalubridad

Un aspecto que se encuentra presente en estos cités es la escasa y casi nula sanidad que presentan estos recintos. A la precaridad de vivir en espacios reducidos y muy juntos unos de otros; asoma la insalubridad que pareciera ser marca registrada de los espacios. Un baño para muchas personas, o un grupo de familiares viviendo en incómodos espacios y expuestos a un contagio, son otros problemas del hacinamiento.

"No es fácil vivir así. Estoy pasando mucho tiempo encerrado, solo y sin trabajo. No hay muchas alternativas para entretener o ejercitar la mente sin trabajo. Es invierno y además las personas en esta cuarentena deben cumplir con e retiro a sus hogares. Eso hace y que se sienta uno más solo que nunca. Sin siquiera poder saludar a alguien. Cuando salgo al baño de la pensión, la mayor parte de las personas se entran, quizá por temor a no contagiarse, y eso ha llevado a que ni siquiera podamos compartir una conversación", dice Marcos Chaipe, ciudadano peruano que reside al interior de un cité de calle Bañados Espinoza, y agrega "es como si fuese una situación de olvido total. Hay gente acá pasándolo muy mal, sin trabajo, sin esperanza y tampoco ayuda social".

Luis agrega que "vivir en estas condiciones en forma normal ya es un problema, imagínese ahora con esta pandemia que nos tiene preocupados de contagiarnos. Ese temor aumenta más en condiciones como ésta".

En el cité de Amanda, "viven niños pequeños y también algunos adultos mayores y me da la impresión que viven acá porque si bien no cuentan con los medios para acceder a otro refugio, da la impresión también que quedaron acá, que fueron olvidados y que mientras dure esta peste deberemos conformarnos con vivir encerrados y sin apoyo".

En Calama la mayor parte de los cités y pensiones cuentan con altos índices de hacinamientos. Existen dentro de fachadas que parecieran ser casas o portones de acceso a domicilios. "Acá parecen esconderse muy bien este tipo de recintos", dice Marcos Chaipe y agrega que "se puede ver de todo, pobreza, marginación, soledad y también lo peor del ser humano aún sin pandemia", dice quien espera regresar pronto a Arequipa.

En los tres sectores donde se compartieron estas historias (cités y pensiones de calle Latorre, Bañados Espinoza y calle Antofagasta), se sabe y se comenta los horrores que deja esta pandemia activa. Luis dice que sabe que está matando mucha gente en Calama "y que hay muchas familias pasándolo mal por la pérdida de un ser querido. Pero también estamos quienes parecemos muertos en vida, o sobreviviendo de la caridad de alguien a quien le inspiremos pena. Por cómo vivimos o bien cómo logramos soportar esta situación".