Una planicie extensa en donde sobresalen placas sedimentadas que guardan una de las mayores riquezas paleontológicas del país. Cerritos Bayos, a 20 kilómetros al sureste de Calama, es el lugar desde donde se han reportado alguno de los hallazgos más relevantes de los últimos años.

Restos bien conservados de especímenes como plesiosaurios, ictiosaurios y pliosaurio se han hallado y estudiado en el sector en la última década. Osvaldo Rojas, director del Museo de Historia Natural de Calama es, en gran parte, responsable del gran valor que la zona ha adquirido para la comunidad científica que estudia la fauna jurásica de Los Andes.

Autodidacta y un apasionado por la paleontología y arqueología del desierto de Atacama, Osvaldo Rojas desde el año 2000 dirige la institución que ha ayudado a estudiar y visibilizar la enorme riqueza que esconde el sector.

"Cerritos Bayos es un gran depósito de origen marino que corresponde al jurásico y que por condiciones tectónicas las placas se han elevado en esta zona andina del norte de Chile. Por eso encontramos especies marinas a 130 kilómetros de la actual costa tan bien conservadas y que han formado parte de los principales estudios publicados en los últimos años" cuenta Rojas.

Walter Bise, geólogo alemán que describió la zona en al año 1957, ya había subrayado la particularidad de CB por cuanto su estudio logró describir por primera vez un perfil completo de sedimentos del jurásico en Sudamérica.

"Tenemos que entender que en nuestro territorio poseemos un patrimonio único, casi irrepetible que debemos aprender a reconocer y valorar. Eso es parte de lo que hemos hecho con el museo. Vemos que cada vez más personas, y sobre todo estudiantes, conocen y aprenden de nuestro pasado. Es la mejor forma de crear una cultura y respeto por nuestro patrimonio y antepasados", subraya Rojas.

Resguardo

Para los especialistas la lejanía y difícil acceso al sector y las dificultades de reconocer piezas de alto valor científico a primera vista disminuyen las amenazas ante posibles saqueos o extracciones ilegales por parte de terceros.

Rodrigo Otero, paleontólogo e investigador del laboratorio de Ontogenia de la Universidad de Chile, que ha participado en la mayoría de los hallazgos, sostiene que en la última década se observa un cambio cultural en la ciudadanía de mucho mayor respeto hacia restos paleontológicos.

"Antes podías incluso comprar amonites en ferias artesanales. Ahora eso es casi imposible", indica Otero

"Hay mucho mayor conciencia y hemos aprendido a valorar nuestro patrimonio. En el caso de Cerritos los restos fósiles vertebrados es muy difícil que alguien que no tenga conocimientos acabados pueda reconocerlos. Además debes considerar que para extraer cada pieza hay que remover bloques de piedra de 300 kilos, así que no es tan sencillo si alguien quiere llevarse algo" sostiene el investigador.

Para los especialistas, el robustecimiento de la acción del Consejo de Monumentos Nacionales y la institucionalidad ambiental que incorpora criterios paleontológicos y arqueológicos en el proceso de evaluación de impacto de proyectos, ha determinado además un mayor resguardo ante las amenazas de exploraciones mineras o industriales en la zona.

"En general, para cualquier exploración vemos que la industria minera ha incorporado a sus estándares el cuidado de restos fósiles. El Seia además en casi todos sus proyectos solicita informes de impacto paleontológicos. Eso ha sido muy positivo para la conservación y prevención. Hechos como lo que pasó en el cerro Ballena en Caldera cuando ampliaron la ruta 5 norte, ya no se podrían repetir hoy día, por ejemplo", indica Otero.

Osvaldo Rojas, director del museo, señala, sin embargo, como forma de prevención la zona carece de señalizaciones y referencias.

"Como medida preventiva decidimos no poner señalización para evitar identificar la zona. Esta es una gran planicie donde en puntos muy específicos aparecen estos reptiles jurásicos", finaliza el directivo.