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A propósito de Elicura Chihuailaf

"Elicura Chiuailaf, tradujo "Caupolicán" de Andrés Sabella, en 1997, y veintitrés años después sería el último sucesor de Lillo en el Premio Nacional de Literatura 2020. De esta manera, nos asomaremos a contemplar un mundo desconocido, distorsionado y que, lo queramos o no, forma parte del acervo de nuestro territorio". José Antonio González Pizarro, Director Escuela de Derecho UCN
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La lengua mapuche, desde la llegada de los españoles, despertó una curiosidad filológica. Y desde entonces se le ha buscado entroncar con otros idiomas de los pueblos originarios del continente americano. Finalmente, las observaciones que hiciera el alemán Rodolfo Lenz, que junto a otros, levantó el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, a fines del siglo XIX, han quedado a firme, es una "unidad aparte de otras lenguas indoamericanas, según refiere una documentada investigación de Fernando Zúñiga del año 2006 hecha para el Centro de Estudios Públicos.

Zúñiga, hizo notar, siguiendo a Edward Sapir, que la existencia de mundos en sociedades distintas, no es "el mismo mundo con diferentes etiquetas", y, desgraciadamente, el mapudungun se estaba hablando y comprendiendo cada vez menos, preservándose donde en el hábitat histórico de los mapuches, entre las regiones VIII y la X. En su estudio reparó en un nexo entre la lengua de los mapuches y los griegos. Señala en su libro Mapudungun. El habla mapuche, lo siguiente:

"Obsérvese que el vocablo dungun no sólo denota 'lengua, habla'; también puede ser 'palabra' y 'asunto' o 'mensaje', e incluso 'voz'; cf. el vocablo del griego antiguo ????? logos 'palabra, expresión, discurso, narración, diálogo, propuesta, definición, raciocinio', y la palabra latina sermo 'expresión, lengua, habla, informe, conversación, discusión, estilo, modo de hablar" (Nota 8, pag.44).

Esto nos trajo a colación una disquisición de nuestro principal sabio ilustrado, el jesuita-abate Juan Ignacio Molina, quien llamó la atención, en su Compendio de la Historia Civil del Reyno de Chile. Parte segunda, que traducido del italiano, fue publicado en Madrid, en 1795, que algunos vocablos mapuches guardaban relación en su significado con los idiomas griegos y latino, para lo cual acopió en un apéndice, las palabras que consideró, de modo accidental, guardaban el mismo sentido.

En la lengua mapuche el tiempo queda marcado en las formas que refieren al futuro y al no futuro, a diferencia del español que diferencia el pasado y el no pasado. De ahí también la disposición del relato mapuche, donde los acontecimientos de su historia apuntan a su utilidad hacia el porvenir y no disponerlo como simple pretérito.

En la región de Neuquén, Argentina, recuerdo haber consultado a una amiga historiadora Susana Bandieri, hace unos veinte años, que me llamaba la atención la sonoridad de algunos nombres entre los jóvenes y me hizo notar que, entre los sectores de clase media alta, se daba por ponerles nombres mapuches compuestos, por diversos motivos. Una suerte de reconocimiento inverso a la etnia mapuche.

Creo que fue en un encuentro con nuestro amigo, el historiador Jorge Pinto, antes que fuera galardonado con el Premio Nacional de Historia en el año 2012, cuando escuchamos de la poesía de Elicura Chihuailaf Nahuelpán, hoy flamante Premio Nacional de Literatura. Lo que no estoy seguro, si fue en Temuco- en su oficina en la Universidad de La Frontera- o en Villa Alemana, su casa, donde pernoctamos un par de días. Pinto, uno de los especialistas en el tema mapuche y Estado y las relaciones trasandinas de los pueblos originarios, me habló de la obra de este poeta- agregando es de nuestra generación- y su impacto en los jóvenes adherentes a este cantor de la naturaleza mapuche. Cynthia González, en su artículo sobre la Poiesis originaria, había llamado la atención sobre los poetas silenciosos y los poetas auditores en la cultura mapuche, los que "saben escuchar la voz de la naturaleza, que escriben el canto del agua, el susurro del viento". En este campo se inserta Chihuailaf. Partidario del rescate de la oralidad, como fuente cardinal de la tradición de los pueblos originarios, Elicura Chihuailaf ha rescatado esta memoria que se transmite, y señalaba en 1998 "nosotros -aún en medio del tráfago de la ciudad- podemos sentir la calidez del fogón que es el pensamiento de nuestros abuelos y de nuestros padres. Más la dualidad que constituyen Tretren -la serpiente de las energías benignas- y Kaykay -su contraria-, luchando dentro del Universo que somos cada uno de nosotros". . Ya Manuel Manquilef en 1910, asignaba a la fogata un significado de sociabilidad fundamental al construirse la habitación.

Este desconocimiento entre los chilenos de la cultura mapuche, Chihuailaf lo puso de manifiesto en su volumen de ensayo Recado confidencial a los chilenos, de 1999.

El acercamiento poético de Chihuailaf hacia la cotidianeidad de lo natural del mundo mapuche, nos sorprende por su sencillez y la gratuidad de lo percibido. Como escribió Ziley Mora Penrose, un antropólogo, que ha incursionado en los misterios, en los arcanos del saber mapuche, una de las premisas de aquella filosofía étnica del sur de Chile es plantearnos que "hay mucho más en el mundo de lo que usualmente conocemos, que nuestras estimaciones y explicaciones sobre la realidad son creadas por consenso social", refiere en Filosofía Mapuche. Palabras Arcaicas para despertar el Ser.

La poesía de Chiluailaf apunta a darnos a conocer lo maravilloso de su estar-en-el-mundo. Su poema "Sueño azul", por ejemplo, retoma lo que reclamaba la poesía nerudiana de hablar de los objetos diarios, casi antipoéticos, de sello urbano; Chihuailaf, nos entrega trozos de una vida, no idílica como se apresura en sentenciar, sino diaria, ordinaria:

"Por las noches oímos los cantos, cuentos y adivinanzas a orillas del fogón

respirando el aroma del pan horneado por mi abuela, mi madre, o la tía María

mientras mi padre y mi abuelo -Lonko de la

comunidad- observaban con atención y respeto.

Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles

y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente.

Nada más, me decía, hay que aprender

a interpretar sus signos

y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento".

Este mismo estremecimiento sobre los haceres domésticos, observé en los relatos de la etnia atacameña. Aquello me trae a la memoria a Patricio Núñez, arqueólogo nortino y amigo, hablando de la religiosidad de Socaire en 1991, y dando a conocer la sabiduría ancestral, relacionando la fauna, los fenómenos físicos y la lectura de los signos: Si canta el zorro en primeros días de agosto=habrá lluvias en el verano, buen año.

Elicura Chihualaf, ha continuado la senda de los hombres de su tierra que han sido bilingües, como Sebastián Queupul, que desde 1963 su obra ha estado dispuesta en mapudungun y en castellano. Chihuailaf, se ha encaminado por ese camino, y ha traducido poemas de Neruda, algunos cantos de Ercilla y las letras de Víctor Jara.

Nuestro llorado amigo, Sergio Gaytán, en 1997 editó un libro intitulado Sabella en Prosa. Lo novedoso que algunos poemas y trozos de prosa, seleccionados por Sergio, fueron traducidos a diversos idiomas. Uno de ellos, fue "Caupolicán", que Sabella incorporó a su libro Chile, fértil provincia, de 1945. En esa prosa, el poeta de Antofagasta, exclamaba:

"Los árboles pugnaban por llenarse de ojos; un hombre tomaba un tronco añoso y gigantesco como una cosa familiar, y se iba con él, caminando hacia el punto donde los caminos llegan fatigados…". Gaytán le solicitó a Elicura Chiuailaf que tradujera Caupolicán al idioma mapuche, y así quedaron las líneas de Sabella:

"Kallfvlikan

Pu aliwen kewakeigvn ñi apoluam ge mu; kiñe wentru nvy kiñe fvcha-futra mutrug newentulay ñi wi trañpvramafiel, treka trekatuyawvy fvtrake rvpv mu.

Ti mutrug fanenolu kechiley; ti wentru lef amuley.Kom ti pu aliwen illufuygun ñi metayegeafel feychi wentru mu.

Ayeley Kallfvlikan. Epe konchi antv mu. Kvyen epe pegenkvley furi folo mu" (p.96).

En 1910, Manuel Manquilef tradujo al mapudungun, "El último cacique" de Samuel Lillo, futuro Premio Nacional de Literatura en 1947. Elicura Chiuailaf, tradujo "Caupolicán" de Andrés Sabella, en 1997, y veintitrés años después sería el último sucesor de Lillo en el Premio Nacional de Literatura 2020. De esta manera, nos asomaremos a contemplar un mundo desconocido, distorsionado y que, lo queramos o no, forma parte del acervo de nuestro territorio.