"Tenemos que exigir respeto por esta tierra"
IDENTIDAD. La destacada empresaria gastronómica Olga González lleva 25 años emprendiendo en la zona.
Se reconoce como de "alma de empresaria gastronómica", aunque fue después de dejar atrás un matrimonio y probar suerte en el norte que Olga Elizabeth González Soto -dos hijos y dos nietas, una chuquicamatina- se atrevió a lanzarse con su propio negocio, el que hoy la tiene situada como una de las dueñas de locales más respetadas de la zona, donde instauró un sello que define como "el buen servicio".
"Me vine a vender créditos en 1995, intangibles porque algunas amigas me decían que se ganaba plata y yo necesitaba mantener a mi hija, que era la única que tenía en ese entonces. Y como todo el mundo que viene a esta tierra bendita, se dedica y respeta la ciudad, finalmente me terminó yendo bien", reconoce la propietaria de "Patagonia" y "Maderos", dos marcas que lucha por mantener con esta pandemia.
-¿Pero te quedaste por eso, por la bonanza económica?
Yo soy una agradecida de lo que me ha dado esta tierra y soy una calameña para siempre. Siendo muy sincera, un día iba en auto por Vargas hacia arriba ya tarde y me encontré con una luna de esas gigantes, que creo era una súperluna, Fue muy impresionante, era muy grande y luminosa de esas que sólo se ven en los cielos de Calama. Me la topé cuando llevaba apenas tres días y siento que ese día tomé la decisión de quedarme para siempre porque me provocó algo, me enamoré de Calama.
-Y por qué decides emprender en el mercado gastronómico... ¿Viste la demanda?
Mi hermano se dedicaba a este negocio y en el sur el tema estaba complicado. Yo tenía un poco de dinero juntado, el progenitor y unas amigas me apoyaron económicamente y partimos arrendando para empezar en esto. Con los años ellos se bajaron del carro, mi hermano emprendió aparte y yo con las botas puestas.
-¿Muy difícil al principio?
Bien complicado. Nosotros llegamos a preocuparnos por el servicio, con tener un lugar bonito, bien atendido... En eso me siento pionera porque instalé el primer restaurante de calidad de servicio. Y era un riesgo porque en Calama en esos años era mucho mas caro que hoy, había un solo supermercado para abastecerse, no llegaban las delicateseen ni carnes finas...
-Ha cambiado el calameño en estos años que te tocó vivir acá. ¿Es más exigente? ¿Es sibarita y es poca la gente que sale?
El calameño es gozador... Le gusta la vida nocturna y la buena mesa. Pero sin duda que el calameño de vida nocturna ha ido cambiando. El antiguo tenía mas desembolso, las empresas le daban más regalías. El de ahora es distinto y está dispuesto a gastar siempre y cuando se refleje en el servicio y la calidad del producto. Las nuevas personas que han llegado a la ciudad se miden más en lo que pagan por servicio. La mayoría sabe bien lo que tiene que pagar y hoy no tenemos nada que envidiarle a otras ciudades.
-¿Y la calidad de la oferta está a la altura de la demanda?
Ahora hay más locales y hay más competencia. Se ha ido quitando ese estigma de Calama. Los cafés con pierna y shoperías están en todas partes. Vida nocturna, en Antofagasta, Santiago, etcétera. Hoy en Calama tenemos de todo, hay variedad. Casino, mall y restaurantes. Ojalá que todos puedan sobrevivir a esta pandemia y sigamos creciendo. Es bueno que exista competencia, para el cliente, para uno mismo, para seguirse exigiendo y mejorando.
-¿Qué otra necesidad se puede ir creando para potenciar Calama desde el punto de vista de la entretención?
Yo siempre he creído que esta zona es perfecta para posicionarla desde lo turístico pero por ahora, eso se ve muy difícil por un tema de interés político. Les interesa venir a Calama a sacar cobre y tener el dinero que por ejemplo, en plena pandemia le palió la crisis por coronavirus a todo el país. Yo soy directora de la cámara de turismo local y este tema se habla siempre. Hemos trabajado con Corfo, Sernatur y se necesita poner recursos e infraestructura en general... Poner baños y caminos y no cursos de capacitación porque eso último no sirve sin las instalaciones. Si finalmente, es un tema de autoridad porque si te fijas, San Pedro de Atacama es un destino turístico no por trabajo ni proyectos. Es un atractivo innato. Es más, quienes potenciaron el lugar fueron los extranjeros que llegaron ahí.
-Qué te gusta de la actual Calama, más desarrollado, más poblado incluso. Con más posibilidades...
Me gusta que a pesar de los avances que hemos tenido, aún seguimos siendo como una ciudad con vida de pueblo y que eso, en otros lugares hoy es imposible. Todos los que vivimos acá y decidimos quedarnos acá nos acostumbramos a ese estilo de vida donde la mayor cantidad de gente se conoce. Calama tiene características de pueblo. Cuando a alguien le pasa algo te enteras, cuando vas al banco siempre te pillas a alguien conocido. Esta ciudad todavía tiene esas características que en las ciudades más grandes se van perdiendo.
-¿Y en qué tenemos aún la tarea pendiente como comunidad?
En pedir y exigir respeto por esta tierra. No es pedir dinero, es pedir que las empresas vuelvan a contratar gente de Calama y si la traen de afuera, que esta viva en Calama. Y así devolver la mano a toda la ciudad entregando crecimiento ya que las familias generarán sus gastos aquí, ya que con la movilidad sólo exprime la tierra y están matando la vida.
-¿Y eso en qué lo notas?
Por ejemplo, con esto de la pandemia tuvimos más contagios y muertos que Antofagasta y acá vive mucha menos gente. ¿Por qué? Por la movilidad. El virus llegaba desde afuera y a las empresas le dio lo mismo que el resto estuviéramos encerrados y con miedo.