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Distanciamiento laboral

"Es posible afirmar que la pandemia nos desestabiliza completamente, al no tener control alguno de lo que sucede". Carolina Gajardo, Académica Psicología Universidad Andrés Bello
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Los seres humanos en general estamos poco preparados para enfrentar la incertidumbre, cognitivamente hablando requerimos estabilidad, por lo que en función de las propias capacidades y de las experiencias que hemos ido adquiriendo, desarrollamos habilidades que nos permiten adaptarnos. Sin embargo, hay un número finito de cambios que podemos tolerar.

Frente a esto, es posible afirmar que la pandemia nos desestabiliza completamente, al no tener control alguno de lo que sucede y no poder negarla, debido a los medios masivos de información que proveen constantemente un gran mensaje: "no hay nada que podamos hacer para enfrentar esta pandemia".

Esto impacta fuertemente en las personas y a todos los ámbitos en los que participan, lo podemos ver en el funcionamiento de las organizaciones de todos los tipos, las que han recurrido a las tecnologías existentes para alcanzar sus fines, reemplazando las interacciones propias del desempeño laboral en contexto normal con la modalidad de trabajo remoto.

Si bien es una gran oportunidad no es suficiente para aliviar el escenario económico actual. La tasa de desocupación en el último trimestre es de 12,9%, aumentando 5,3 puntos porcentuales el último año. Esto genera aún más incertidumbre, ya que las personas tienen aún menos garantías que en contextos normales, al no depender sus puestos de trabajo de su desempeño sino más bien del impacto de las fluctuaciones del mercado en sus organizaciones.

Lo anterior se traduce en conductas de distanciamiento laboral, aumento de tasas de ausentismo evitable y falta de compromiso con las metas propias y organizacionales, impactando en la productividad, algo que es muy fácil que ocurra, ya que no hay forma efectiva de verificar el cumplimiento de jornada, por ejemplo, dada la reducción de la comunicación y supervisión, lo que genera un clima negativo debido al malestar y la sensación de abandono.

En los casos de organizaciones que han logrado comunicar efectivamente a sus colaboradores y los han hecho parte de las soluciones aumentan las conductas de compromiso organizacional, facilitando medidas intermedias menos dañinas para las personas y la organización, esto ayuda a que las personas se sientan valiosas y necesarias, aumentando la sensación de certeza pese al escenario actual, lo que nos lleva a pensar que la clave del éxito para superar esta crisis es el compromiso, el que debe involucrar a todos los actores del mercado.

El problema de las pensiones

En el país y el planeta aumenta la expectativa de vida, lo que exigirá fondos más fuertes que solo pueden incrementarse por la vía de aportar más. En un momento en que se debate un segundo retiro del 10% de los fondos de pensiones, conviene dar cuenta de la delicada situación que ya tiene el sistema para la mayoría de las personas.
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Hasta antes del 18/O y también con posterioridad a ese hito, los chilenos veían en las pensiones uno de los principales problemas del país, es decir, el que requería mayor cantidad de esfuerzos, debido a lo bajo de los montos entregados.

Y las cifras corroboran la impresión: según la información de la Superintendencia de Pensiones, el promedio de las pensiones en nuestro país es de $288.308, con variaciones importante según el género: entre los hombres el pago promedio es de $353.206 y en las mujeres de $217.380; en tanto que la mediana de pensiones en el país indica que el 50% de los jubilados obtiene $203.883 o menos de jubilación. Entre los hombres la mediana es de $242.075 y en mujeres de $149.897.

El problema no es solo de Chile. Todo el mundo tiene una dificultad, que en todas partes se ha corregido o mejorado entregando más recursos al sistema, sea este de "capitalización individual", como el caso chileno, o de "reparto", como en otros países y en esto Chile tiene mucho por hacer: tanto el Estado como las personas aportamos muy poco para la vejez y mientras ello no sea corregido, los resultados no serán distintos.

Tampoco se ha discutido el aumentar la edad laboral (60 para mujeres y 65 para hombres), a pesar de que los chilenos viven mucho más que en 1980, cuando partió el sistema y están ingresando, en promedio, a los 29 años al mundo del trabajo.

Asimismo, es cierto, que el "mercado de las pensiones" es una suerte de espejo del "mercado el trabajo". La mediana de los salarios en Chile es de aproximadamente $350 mil y eso es lo que explica -sumado a las lagunas previsionales- las bajas pensiones.

Hay mucho por hacer y naturalmente, algo más que aspectos puramente legales.

Es cierto que se trata de un asunto que provoca dolor e indignación en todas nuestras sociedades, pero debemos ser capaces de ir más allá de la pura reacción alérgica para proponer soluciones que estén a la altura del desafío y del contexto local e internacional: movimientos en los trabajos, desempleo, aumento de la expectativa de vida, entre muchos otros.

La tolerancia es piedra angular de la sociedad

"La intolerancia es un mecanismo influente en la destrucción sistemática de la democracia".
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La tolerancia es vital para el buen desenvolvimiento de la vida en sociedad, en donde es imprescindible no solo que cada cual escuche con atención las posiciones e ideas distintas de los hombres, sino que, además, procure ponerse en el lugar de otros hombres. Es decir, se exige al hombre una tolerancia activa, y no solamente una pasiva, que no sea condescendiente solamente con la idea de solo escuchar ideas diferentes, sino que también procure considerarlas en un permanente proceso de revaluación de las ideas propias. Así asumida, la tolerancia se vuelve en una fuente apreciable para el progreso de las ideas remozadas y a visiones capaces de construir escenarios de acción no previstos anteriormente.

Por eso, la tolerancia no es solo una fuente de comprensión o entendimiento sobre las ideas opuestas, y por ende una buena forma de construir adecuada convivencia social. Es además progreso, en la medida en que las ideas puedan revisarse y entremezclarse para brindar nuevas visiones y alternativas antes impensadas. Para las actualmente complejas relaciones sociales, la tolerancia es un factor de entendimiento y superación que permite afrontar un mundo altamente cambiante y desafiante.

Por eso, que esta palabra de diez letras- tolerancia- es muy significativa en vista de los poderosos retos que aguardan a nuestra sociedad, y que requieren de la tolerancia activa. Es también un extraordinario recordatorio acerca de nuestras obligaciones en tanto miembros de una comunidad, de la sociedad que nos rodea. En efecto, los días actuales en todo el mundo, sin ser nuestra Patria una excepción a ello, se han visto cada vez más orientados a un cierto culto a la intolerancia, como un modo de excluir la consideración de ideas discrepantes. Ciertamente, ese es un camino que conduce solamente a inestabilidad institucional y a un sistema de relaciones sociales dominado por la exclusión de ideas diversas, perdiendo la sociedad la capacidad de concebir soluciones con idas integradas y construidas sobre la base de visiones alternativas.

La intolerancia es un mecanismo influyente en la destrucción sistemática de la democracia y de la necesaria credibilidad que debe caracterizar a los actores políticos.

Como herramienta del hombre, la tolerancia es la piedra angular de los deberes y del correcto diseño del proceso de construcción del templo interior. Como sistema de convivencia, la tolerancia es piedra angular de la democracia y del buen entendimiento entre los seres humanos. Siguiendo a Voltaire, es posible concluir: "¿Qué es la tolerancia? Es la consecuencia de la humanidad. Todos somos formados en la debilidad y el error, perdonémonos recíprocamente nuestras necedades - esa es la primera ley de la naturaleza".

Arturo Mardones Segura,

Rotary Club Chuquicamata