"El corazón loíno está en crecimiento"
IDENTIDAD. El profesor de Educación Física y formador de talentos, Antony Ventura y su sueño de ciudad.
Asus 36 años, la trayectoria de Antony Ventura Araya habla de tantos triunfos y procesos como de lucha constante por enaltecer el nombre de su zona en una actividad donde precisamente, el deporte es una tarea más que pendiente.
Este exciclista profesional, y profesor de Educación Física titulado en la Universidad de Tarapacá en Arica, con posgrados en la capital y un destacado paso por la rama de triatlón de la Universidad Católica en la capital se reconoce chuquicamatino hasta la muerte, con familia forjada en las labores de la extracción de cobre.
"Bajamos a Calama cuando yo tenía dos años y nos vinimos a vivir a la Villa Chuquicamata donde aún vivo. Todavía nos juntamos con los amigos de esa época a jugar a las cartas, a compartir. Seguimos siendo los mismos, aunque con más años", dice el entrenador de ciclismo local que además ejerce como director deportivo en la Corporación Municipal de Deportes de Calama.
-¿Qué diferencia hay con la Calama de hoy y la de esos años?
Extraño que en esos años éramos unos niños que hacíamos mucho deporte, con mucha actividad física. A los 11 ó 12 años podía ir a Chuqui o a la Kamac Mayu en bicicleta y no recorríamos ningún riesgo. En ese tiempo existía una tranquilidad en las calles que hoy no existe.
-¿Fueron tus mejores años esos de la infancia en Chquicamata y Calama?
En Chuqui sí... Pero a medida que fui creciendo, esa niñez feliz se hizo un poco más complicada porque me tocó vivir mucho bullying en el Colegio Obispo Lezaeta. A veces, a esa edad surge mucho eso del insulto y el elitismo. Eso lo terminé canalizando en la bicicleta, con surgir en base al rigor. Y allí, fueron varios los profesores que me ayudaron.
-Y cuándo aparece el deporte de alto rendimiento en tu vida...
Cuando llego a estudiar a Arica porque me encuentro en una ciudad en donde te incentivan mucho, en donde hay mucho talento pero además, hay toda una cultura para preparar y proyectar deportistas. Tienen una emocionalidad a fuego, muy localistas. Eso me empujó y allí empezó mi carrera donde gané muchas competencias y que después me llevó a apostar por irme a Santiago. Allá había lluvia, me costó entrenar y me encontré con los mejores y me di cuenta que era más difícil.
-¿Siempre en ciclismo de ruta o en mountainbike?
Era mountainbike en principio. Después me fui especializando, tuve un buen rendimiento local y varias veces top ten nacional en la categoría Élite de ciclismo en ruta, a pesar de varios accidentes y lesiones, he podido sacar una carrera deportiva lo mejor posible.. Estuve cerca de ir a los Odesur con el equipo chileno. Perdí por dos cupos. Tuve una carrera marcada por éxitos y contratiempos ..
-Y cuándo se comienza a forjar el entrenador...
La verdad es que siempre tuve esa inquietud. Pero esa vocación se inicia en la Universidad de Tarapacá donde me di cuenta que podía ayudar a niños como yo. Luego lo pude complementar cuando me fui a estudiar a Santiago, específicamente en un post grado en ciencias del deporte en la Universidad de Chile el 2007.
-¿Y ese paso de la pista a la academia es muy complejo en el norte?
Tuve muy pocas y bajas ofertas laborales en escuelas y clubes deportivos para trabajar en Calama. Estudié en la Universidad de Chile en la unidad de ciencias biomédicas y allí entendí que podía ayudar a los niños que como yo, muchas veces con sobrepeso o sin mucho talento sólo necesitaban de una formación adecuada para encarrilarse bien y empezar a dar resultados. Por esos años, las ciencias del deporte eran inexistentes en Calama y cuando volví acá llegué con toda la teoría actualizada, con esa información que hoy todos mencionan para hablar del laboratorio natural en la zona. Pero en ese entonces nadie me tomó en cuenta e incluso me ofrecieron cuatro lucas para trabajar en una escuela de ciclismo. Me sentí poco valorado y definí abrir mi propia escuela, con lo justo y con ayuda de muy poca gente.
-Hoy trabajas en el área formativa pero también desde una corporación municipal que impulsa actividad local. ¿Qué nos falta como comunidad para poder tener un desarrollo deportivo mayor?
Entender dónde hay que poner el esfuerzo. No tiene que ver todo con infraestructura. Mientras algunos creen que la panacea está en un proyecto de muchos millones de pesos, hay niños que están entrenando con profesores en una cancha de tierra, con una botella con agua y ningún apoyo. La verdadera política deportiva para crear talentos en Calama pasa por la formación integral. Por enseñarle al niño cuáles son sus potencialidades, enseñarles el rigor, entregarles información para que sepan que pasarse muchas horas en el teléfono no les sirve tanto como hacer deporte y aprovechar los espacios físicos de la comuna. Faltan formadores que pongan el acento en el rigor.
-Como ciudadano, ¿dónde pondrías el foco para propiciar el desarrollo de Calama?
Yo soy de gustos simples, echo de menos un Parque de los Robots como el que había en Chuquicamata para que jueguen los niños. Cuesta poco y sería una atracción. A nivel más macro, se me ocurre que el futuro está en el desarrollo del turismo porque te aseguro que por más educación de calidad, los buenos talentos y promedios seguirán yéndose. Y sobre la minería, hay una deuda pendiente que es la de darle más opciones a la gente local, para que el dinero se empiece a quedar acá. Esa regionalización del cobre que sigue pendiente...
-¿Se van los talentos jóvenes porque no hay identidad?
Se van por buscar mejores oportunidades. Creo que Calama y la zona tienen muchísima identidad. Lo que pasa es que muchos no la asumen o quizás no la conocen. Muchos residentes ni saben que son descendientes de soldados de la Guerra del Pacífico. El corazón loíno está fuertemente arraigado y en un constante crecimiento y desarrollo...