Colaborar en estos momentos
La sociedad se ha concentrado en andar buscando culpables para todo. Parece un fenómeno más cargado a la tontería y el sin sentido, que a una utilidad concreta. Es probable que una gran causa de lo anterior sea la invisibilización del otro, la anulación por efecto de una subjetividad amplificada. No aparece un nosotros, sino el ego, no hay colaboración.
Buscamos responsables y culpables de todo aquello que nos afecta, lo que revela esa pobre imagen que tenemos de nosotros mismos, como sujetos incapaces de tejer nuestro destino. La mayoría parece percibirse apenas como una víctima de las tramas que otros tejen.
Otros son los culpables del estallido social, otros son los responsables de la pandemia, otros son los que deben solucionar las dificultades que tiene el país y así muchos se pasan la vida censurando al resto, pero incapaces de ofrecer una salida, alguna alternativa o colaborar desde su espacio para hallar un camino de consenso y bien común.
El caso de la pandemia de coronavirus es un ejemplo: ciertamente el gobierno es responsable importante quizás el más- en todo lo ocurrido, pero las personas también. La gran mayoría ha respetado toques de queda y cuarentenas, pero basta una minoría para organizar fiestas o encuentros deportivos para que la epidemia siga viva y escalando.
Ciertamente debe añadirse que algunas autoridades tampoco han estado a la altura en determinados momentos. Se ha equivocado el Presidente Sebastián Piñera, lo mismo que candidatos presidenciales y otros personeros que deben dar el ejemplo, sobre todo en el autocuidado.
Pero el problema mayor es el "yo no soy responsable", siempre son los otros, siempre es un tercero el que debe hacerse cargo de cuestiones que incluso no exigen leyes o modificaciones, sino simplemente criterio y responsabilidad con el otro.
Es probable que una gran causa de lo anterior sea la invisibilización del otro, la anulación por efecto de una subjetividad amplificada. No aparece un nosotros, sino el ego; no emerge la necesidad de colaboración y el compromiso para un trabajo conjunto, sino la competencia y lo que transita con ella: la poca empatía, la autoafirmación (yo soy el que porto la verdad) y el hacer juicios destructivos, que aportan poco, pero destruyen la necesaria confianza que todas las sociedades requieren para avanzar.
No hay que engañarse, el éxito está en sumar mayorías, no en seguir fragmentando voluntades.