"La vida confabuló para que fuera arquitecto"
ANTOFAGASTINIDAD. Víctor Gálvez Astudillo, ex funcionario de Serviu y Minvu.
Víctor Gálvez Astudillo vivió su infancia en población Playa Blanca, a metros del mar, como uno más de una familia numerosa, integrada por su padre, Carol, de origen pampino; su madre, Silvia, nacida en la población Oriente, y cinco hermanos.
Estudió en la Escuela 40, actual Sabella y en el Liceo Industrial, para luego titularse como Arquitecto en la Universidad Católica del Norte.
Durante casi tres décadas estuvo ligado desarrollo de proyectos en el Ministerio de Vivienda, trabajo que hace poco dejó para iniciar una aventura privada, siempre ligado a su profesión.
¿Dónde creciste y qué recuerdos guarda de tu infancia?
- El barrio donde crecí es Playa Blanca, fue una infancia de la que guardo hermosos recuerdos. Fuimos seis hermanos y nos criamos con dos primos. Los veranos eran los más entretenidos porque pasábamos todo el día en la playa, a la que se accedía bajando unos pocos metros. A veces nos íbamos a Juan López todo el verano y pasábamos pescando y disfrutando. Son épocas en que no existían apuros. En esa época comenzaron también las aventuras con los scouts, íbamos a los jamborees al sur por dos o tres semanas y el verano se centraba completo en los preparativos de esos viajes.
¿Por qué decides estudiar arquitectura, qué te atrajo?
- Lo de la Arquitectura es un completo misterio. Mi madre dice que siempre quise ser arquitecto y cuando me inscribí para la prueba fue justo el año en que se abrió Arquitectura en Antofagasta. En el Liceo Industrial no incentivaban el ingreso a la universidad porque era un liceo de término, así que hice los trámites por mi cuenta con otro amigo del curso, fuimos los únicos dos en postular. La vida confabuló para que pudiera estudiar Arquitectura y ser parte de la primera generación de la UCN. La primera vez que pude conversar con un arquitecto fue el día que ingresé a la carrera, antes eran solo personajes de ficción en mi mente, tenía solo 17 años.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar tres décadas en el Minvu?
- El 91 para el aluvión estaba terminando mi proyecto de título y a la mañana siguiente me presenté al Serviu de voluntario para ayudar a las familias que lo habían perdido todo. El director me puso a cargo del catastro de las viviendas afectadas, fueron meses duros de trabajo y miles de familias encuestadas, entre medio, rendí mi examen de título y al terminar el catastro el director ofreció contratarme en el Departamento Técnico, así entré por vocación y estuve 17 años como Jefe de la Unidad de Arquitectura. Fue un tiempo de mucho aprendizaje, el 2009 postulé a la Seremi Minvu y trabajé 10 años como Jefe de Planes y Programas. Me tocó ser seremi subrogante en todos los cambios de Gobierno y pudimos aportar mucho al desarrollo de la ciudad desde ahí.
En lo urbano, ¿cuáles crees que son los grandes desafíos post pandemia?
- El mayor desafío de esta ciudad es terminar con la segregación. La autoridad municipal y también el Gobierno Regional se tienen que hacer cargo de esto. Se debe atender a las familias que viven en campamentos y dar solución a las enormes precariedades que persisten en nuestra ciudad. Si no se atienden estos temas urgentemente, no será posible alcanzar una convivencia saludable. Se tiene que priorizar con equidad dando siempre más a los que menos tienen, en todo aspecto, salud, vivienda educación.
¿Cómo te definirías a ti mismo, qué tipo de persona eres?
- Soy una persona sencilla, aspiro a ser alguien responsable y consecuente. Me gusta que mis actos estén en concordancia con lo que pienso de las cosas y de la vida, sobre todo ahora; amo la libertad de decidir cada día lo que quiero hacer, me mueve la vocación de servicio.
¿Qué crees que necesitamos aprender los chilenos para ser un mejor país?
- Hace falta dejar de mirarse el ombligo y ver lo que pasa alrededor. El estallido social mostró una realidad que todos sabíamos pero que muchos no querían ver, por estar preocupados de cuidar su metro cuadrado. A veces hace falta salir de la zona de confort y poner los pies literalmente en la calle, compartir solidarizar, ver al de al lado.
¿Qué es lo que más te gusta de vivir en Antofagasta?
- El mar, me encanta mirar el mar y las puestas de sol, tener 24 kms. de borde costero al que se puede acceder caminando es un enorme privilegio, es la zona más democrática de la ciudad, ahí somos todos iguales, es el punto de encuentro de los antofagastinos, es algo que debemos cuidar.
¿Dónde quieres estar en diez años más?
- Me gustaría estar en algún lugar donde poder servir, desde lo privado o lo público; el servicio público entrega muchas satisfacciones, pero la más grande es poder servir a más gente con nuestras acciones, desde lo privado también se puede, pero es menos fácil.
¿Cuál es tu receta para ser feliz?
- Saber levantarse cada mañana y mirar la vida con optimismo, pensar que siempre se puede avanzar no importa lo difícil que parezca, poder pararse y decir hoy puede ser un gran día. En un plano más personal, recordar a mi hijo panchito y seguir adelante por él.