Liberan 14 ñandúes criados en cautiverio en el parque nacional patagonia: buscan que la población llegue al centenar
El ñandú es un ave autóctona de la Patagonia de Chile, muy similar a la avestruz, que se encuentra en peligro de extinción.
Esta semana, 14 ejemplares fueron introducidos a su hábitat natural desde el Parque Nacional Patagonia, ubicado en la Región de Aysén.
Se trata de la quinta liberación de ejemplares desde que en 2015 la Fundación Tompkins Conservation fundara el Centro de Reproducción para la Conservación del Ñandú, con lo que el número se elevó a 52.
La caza excesiva, la recolección de huevos, la predación por perros y la destrucción de nidos han sido por años los principales factores de riesgo de la especie.
Cuando se inició el programa de recuperación y conservación apoyado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf), la población no superaba los 18 individuos, mientras que hoy existen 68 adultos y 24 polluelos. La meta es alcanzar una población de un centenar.
Complejo proceso
"Estamos muy felices por esta nueva liberación, lo que sumado a diversas acciones de protección de la especie y el trabajo colaborativo con múltiples actores locales, ha permitido un incremento sostenido de la población de ñandúes en más de tres veces", celebró Cristián Saucedo, director del programa de Rewilding de Tompkins Conservation Chile.
Según sus cálculos, se aprecia también un aumento de más del 30% del área ocupada por la especie al interior del parque nacional.
Desde Tompkins Conservations esperan para mayo próximo una nueva liberación de ñandúes, lo que convertirá 2021 en el año que más ejemplares han sido llevados a la vida silvestre desde 2017.
La liberación es la etapa final de un complejo proceso que comienza con la recolección de huevos.
Los huevos son incubados artificialmente en la ciudad de Coyhaique, la capital regional, hasta que nacen los primeros especímenes, los que son llevados de vuelta al parque, donde se intenta que los polluelos sean adoptados por machos reproductores.
Luego de cuatro o cinco meses, una vez que han aprendido de su padre las conductas habituales de la especie, son liberados a la naturaleza.
Los ñandúes también colaboran con la recuperación del ecosistema, por el rol que cumplen como dispersores de semillas en la estepa, explicaron desde Conaf.