Inédita elección de gobernadores (as)
La pandemia y la desidia pueden ensombrecer un proceso que es de vital importancia para el desarrollo del país. Este nuevo cargo recoge el sentir ciudadano y abre espacios para que se avance en la descentralización que es una de las debilidades del régimen chileno.
Una extensa crisis sanitaria que no ceja. Miles de casos diarios, ocupación hospitalaria sobrepasada y restricciones de movilidad, es el escenario que encontrará hoy el electorado chileno que participará de la segunda vuelta de la elección de gobernadores (as) regionales.
No es el mejor contexto, pero las autoridades de Gobierno insisten en que este proceso, al igual que los anteriores, contará con estrictas medidas de prevención para evitar la propagación de los contagios de covid-19.
La experiencia ratifica que los comicios no han tenido una incidencia en el aumento de casos. Por eso el llamado es a mantener las medidas de autocuidado, respetar los protocolos y salir con tranquilidad a sufragar.
Además, de recordar que será la primera vez que se elija a este importante cargo, que es el pilar de las políticas descentralizadoras en el país. Es uno de los pasos importantes, que por décadas estuvo postergado del debate parlamentario y que al fin pudo ver la luz para la alegría de las agrupaciones regionalistas.
Lamentablemente la pandemia amenaza con que sea una elección con una escasa cantidad de votantes. Los más optimistas anticipan que se llegará a un 30% del padrón electoral, lo que no es una buena señal para quienes han peleado por años para que una elección de este tipo se verifique.
Obviando la abstención, que es de suyo importante, es innegable que se está frente a un proceso en el que las regiones están esperanzadas en que será el nuevo modo de cómo hacer región, en el que las decisiones trascendentales se tomarán con un claro sentido de localidad. No como ocurre hoy, en que el desarrollo de las distintas regiones se define sentado en una oficina de Santiago.
Este nuevo cargo recoge el sentir ciudadano y abre espacios para que se avance en la descentralización que es una de las debilidades del régimen político-administrativo del país. Y lo más importante puede ser el punto de inflexión para el nuevo Chile, en el que la participación y las decisiones se alejan de esas cuatro paredes de la capital para recaer en la ciudadanía.