Los crudos testimonios de los que sobreviven en la pobreza
PANDEMIA. Región aumentó en 4,2% el índice de pobreza según la encuesta Casen. Ollas comunes y el IFE han "salvado" a cientos de habitantes de Antofagasta.
Al momento en que las manecillas del reloj marcan las dos de la tarde, Cristian Caro ya está preparado para salir en busca del almuerzo familiar. Recoge las muletas que debe utilizar debido a un accidente que le imposibilita trabajar desde hace meses y parte rumbo a la olla común más cercana. Su motivación para tal travesía, es la entrega del único alimento que consumirá durante el día.
Tras la inestabilidad económica que presentó la Región de Antofagasta luego de la llegada del covid-19, la firmeza mental, física y económica de los ciudadanos ha bajado. Hoy, se viven las repercusiones de esto.
La última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), expuso el aumento de la pobreza a nivel país en el año 2020 con un índice del 10,8%. Según fue evidenciado en la medición, la Región de Antofagasta aumentó su índice de pobreza a un 4,2%.
testimonios
Cristian y su familia forman parte de este gran porcentaje a nivel regional. "Tuve un accidente en la rodilla a comienzo de mayo, por lo que no pude seguir trabajando. Mi madre fue despedida debido a la pandemia, la pareja de ella vende cachureos en la feria y mi hermano no puede trabajar ya que es esquizofrénico", mencionó.
La olla común "Lenka Franulic" le permite a la familia Caro, alimentarse los fines de semana. Es por esto que Cristian, tuvo que buscar otras alternativas para lograr almorzar de lunes a viernes. "Voy a otra olla común, reparten comida los lunes, miércoles y viernes. El día lunes como la mitad de mi almuerzo, el resto lo dejo en el refri para el martes y así. Es rutina de cada semana", enfatizó.
Tras la postulación al Ingreso Familiar de Emergencia, Cristian puede darse un gustito de vez en cuando. "Saco $120 mil para mí, con eso me doy un gustito para comprar pancito, a veces tomo desayuno", explicó.
La encuesta en pandemia Casen, abordó más de cuatro mil hogares en la región, donde uno de sus principales objetivos fue conocer la situación de ingresos y la distribución de estos. Además de identificar las principales carencias en educación, salud, vivienda, trabajo e ingresos.
Dicha encuesta encapsuló a Juana Cuellar dentro del 4,2%. Vivió un desempleo inesperado durante la crisis sanitaria, donde ella y su familia vivieron las consecuencias. "Toda mi familia está sufriendo, me sacaron de mi trabajo al comienzo de la pandemia. No me alcanza para tener una calidad de vida digna", expresó.
Al terminar el día, Juana toma los fósforos ubicados en el velador e inmediatamente cubre su hogar de velas ya que no cuenta con los servicios de luz y agua. Ella y su familia viven en la toma Alto del Carmen.
"Ya que no cuento con servicios básicos, debo asistir a la olla común", dijo. Una taza de té acompañada de un pan es lo que desayunan y cenan a diario. En cuanto a su almuerzo, Juana va en busca de colaciones cada día para alimentarse ella y su familia.
Con el pasar de los meses, encontró trabajo con turno de siete por siete en un hogar, el cual, mencionó, le entrega un sueldo bastante bajo para satisfacer sus necesidades y de quienes la rodean.
alza
En comparación a la encuesta del 2017, las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Valparaíso, Metropolitana y Magallanes presentaron un alza en la tasa de pobreza y extrema pobreza, aún así, la zona de Antofagasta sigue manteniéndose por debajo del promedio nacional en esta estadística.
El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) es lo único que acompaña a varias familias de la Región, como a Jesse, madre de dos niños. "Somos cuatro integrantes, ambos adultos nos encontramos sin trabajo, lo único que nos lleva a fin de mes es el IFE", indicó.
Jesse Escobar y su familia comienzan el día a las 8 de la mañana, donde su hija se prepara para comenzar las clases online. "Hemos tenido problemas con la conexión, pero de todas formas mi hija es feliz compartiendo con su curso", indicó.
Luego de las clases, preparan el desayuno. A las 12 de la tarde, Jesse parte rumbo a la olla común ubicada arriba de su hogar, la cual ha alimentado a su familia desde los inicios de la pandemia. "Luego del almuerzo, tipo 4 de la tarde, mis hijos comen una fruta de merienda, y a las 7 ya tomamos tecito con un pancito para cada uno", dijo.
Jesse agradece a la olla común por alimentar a su familia este tiempo, ya que se le ha dificultado encontrar trabajo. " Los trabajos han bajado enormemente, si antes no había, ahora con la pandemia menos. Además, no tengo con quien dejar a mis dos hijos en caso de salir a trabajar. El padre de mis hijos ha estado buscando trabajo por todas partes", enfatizó.
Por otra parte, la vida de Cristian Morales ha presentado un escenario complejo desde su nacimiento. Morales pertenece al porcentaje de extrema pobreza, donde su único abrigo es un ruco ubicado cerca de la línea del tren. Él y su familia presenciaron la inestabilidad económica desde siempre.
"Viví en un campamento por muchos años, me perdí en las drogas desde muy joven, me separaron de mi familia en la adolescencia por cosas de la vida", expresó. Morales solo mantiene contacto con su hermana Ximena.
Cristian pertenece al grupo de ciudadanos que no cuentan con acceso a internet, televisión e incluso servicios básicos, por lo que su principal motivación es vivir el día a día. " Mi hermana me postula a los beneficios del gobierno, ahí me va pasando plata de a poco, porque sinceramente, yo me la gastaría toda en un día, tengo necesidades diferentes", dijo.
"Estoy acostumbrado a esta vida, he recibido un poco de ayuda, pero ya estoy acá. Me cuesta acostumbrarme a vivir en casa, gracias a Dios no me ha faltado nada, vivo con lo poco que tengo", mencionó Cristian.
Lo único que rescata de su niñez es la enseñanza que su padrastro le dejó en cuanto a la soldadura. Morales ha sobrellevado el día desempeñando su trabajo como soldador en diferentes oportunidades . " A veces me canso de esto y me pongo a soldar, ahora está más difícil, por la pandemia el tema de encontrar pega".
Pese a las deficiencias económicas, Cristian no resiste en cambiar su hogar ni su vida. "Esta es mi vida, un poco alejada a la realidad, pero somos muchos quienes crecimos y vivimos así. Somos invisibles para algunos".
"Toda mi familia está sufriendo, me sacaron de mi trabajo al comienzo de la pandemia. No me alcanza para tener una calidad de vida digna".
Juana Cuéllar
"Voy a una olla común, reparten comida los lunes, miércoles y viernes. El día lunes como la mitad de mi almuerzo, el resto lo dejo en el refri".
Cristian Caro